Shura no soportaba el continuo rechazo de su amado dorado y en verdad lo había intentado todo. Pero Boris estaba cerrado a él debido a su intenso dolor. No iba a ceder ya que había dejado de confiar en ese hermoso tritón de negras escamas y blanca piel.
Nahuel formó pareja con la sirena blanca con quien decidió pasar una temporada a solas. Además pensaba que sería bueno para su el terco de su hijo, quien a pesar de estar muerto de amor por ese tritón no quería perdonarlo ni darle otra oportunidad.
— Éste siempre será nuestro sitio de encuentro hijo — Decía Nahuel a un dolido y triste Boris — Volveré, no te preocupes.
— De acuerdo papá — Boris abrazó a su padre
— Tranquilo hijo
— Si papá, lo sé. Debo estar feliz por tí. Solo que....no es mi mejor momento.
— Te servirá mi ausencia Boris. Debes aclarar tus ideas y sentimientos.
Nahuel y su pareja se alejaron del lugar y Boris se tiró en el sitio donde solía dormir a llorar intensamente. Se sentía desolado, y culpaba a Shura por todo lo malo que le estaba pasando.
El tritón de escamas oscuras se le acercó pero el rubio lo arañó rugiendole como suelen hacer los felinos cada vez que están enojados.
—¡Aléjate de mí! ¡No quiero verte cerca Shura! ¡Te fuiste cuando te dije que volvería! ¡Dos largos años estuviste ausente!
—Boris ya te dije que sucedió
— ¡No me importan tus excusas!
— Boris
— ¡Solo vete de mi vida!
Sin saber qué más hacer, Shura se alejó debido a que pensaba en volver a las pocas horas. No se rendiría hasta lograr recuperar su amor.
Nadó unos cuántos métros seguido por sus inseparables amigos, los hipocampos. Se acurrucó en un sector del inmenso sitio sin poder dejar de llorar.
No pudo dormir, por eso fue testigo del incidente que sucedió en esos momentos. Un grupo de salvajes tritones llegaron destruyendolo todo.
Reían como locos, mientras mataban a diestra y siniestra toda vida que los rodeaban.
Shura los quiso detener pero esos salvajes poseían poderes mágicos cosa que el pelinegro no. Ésto lo tuvo en desventaja total, al punto de se caer en sus garras.
Cuando estuvieron a punto de matarlo uno de los tritones salvajes los detuvo, había decidido quedarselo.
— ¡Alto! ¡Alto!
— ¿Y ahora qué?
— ¿Piensas perdonarle la vida?
— No, nada de eso.
— ¿Entonces?
— Me lo llevaré conmigo.
— ¿Lo tendrás como mascota?
—Si, encadenenlo y vamonos de aquí.
—¡No! ¡Sueltenme! ¡No!
— Wow, que impetus tienes — acarició los negros cabellos de Shura — Serás perfecto en la intimidad.
—¡Maldito!
Por más que forcejeaba le resultaba imposible soltarse. El que había decidido llevarselo tenía sus rubios cabellos algo largos, blanca piel lozana, ojos turquesas y escamas violetas.
Reía burlitamente mientras niraba a su nueva posesición.
—¿Cómo te llamas?
—¡Vete al infierno!
— No lo creo
El rubio utilizó su poder telepático para sacarle la información, así supo lo necesario. Shura sintió que ese extraño penetró en su mente y en todo su cuerpo unos momentos, sin poder evitarlo.
Tranquilo, no te sigas resistiendo ya.
Solo aléjate de mí....maldita sea...
Shura es tu nombre cierto, jajaja. Ya veo. Dejaste a tu familia por ese ingrato tritón que te abandonó.
¡No sigas en mi cabeza! ¡Vete!
El otro tritón fue expulsado de la mente de su prisionero, aquello nunca antes le hubo sucedido. Esto solo aumentó su interés por Shura.
— Wow ésto sí que es fascinante — sujetó al prisionero de su quijada para obligarlo a que lo mirara a los ojos — Eres un gran especímen....Shura. ¡Regresemos a casa!
Otro tritón abrió un portal por donde todos entraron. Lejos de allí se encontraba Boris durmiendo, pero un fuerte estruendo lo despertó.
Al salir para investigar sobre el origen de dicho ruido, fue testigo del momento en que Shura era llevado al otro lado del portal como prisionero.
Boris nadó con rapidez desesperado mientras gritaba:
—¡Shura!
Todos atravesron el portal, Boris incluído. Solo que éste último cayó fuera de la gran fortaleza donde los tritones salvajes habían llevado a Shura prisionero.
Boris miró a su alrededor desconcertado ya que se encontraba en un sector del océano totalmente desconocido para su persona.
—¿Dónde estoy? — frente suyo se alzaba un gigantezco templo oscuro y sombrío que el tritón dorado nunca antes había visto — ¿Qué demonios es este lugar?
Boris retrocedió nadando para tener una mejor visión panoramica de la estructura. De repente sentía que Shura estaba en peligro mortal.
Lo perdería para siempre si no hacía algo y pronto.
— Shura fuí un idiota mi amor. Pero no te preocupes porque te salvaré.
Te salvaré Shura
Boris, ayudame mi amor.
— Te salvaré ¡Shura!