Estábamos en mi cama, abrazados, besándonos con la tele prendida “viendo” una película.
Los besos y caricias comenzaron a subir de tono, sus besos eran más apasionados, húmedos y desesperados, comenzamos a quitarnos la ropa y… vi los hematomas que tenía en todo su cuerpo, cicatrices que no conocía.
Me hele. Todo el calor que sentía se esfumo al ver su estado.
Tenía demasiadas cicatrices y hematomas en su cuerpo, según él era por el skate.
El skate no te podía hacer eso.
Él reacciono rápido, me coloco debajo de él y susurro: Por favor no las veas.
En su voz se le notaba la vergüenza y dolor que le producía aquello. No sé porque sentí que estaba rogando que no mirara, asique pensé en todo lo que debía de cargar y capaz si fue un erro no haber insistido y haberlo ayudado, pero lo hecho, hecho esta, ya no podía cambiarlo nada.
Lo bese con delicadeza, cerré los ojos y ambos nos dejamos llevar.
Fue una experiencia exquisita, el beso cada partícula de mi, y yo a de él.
Le demostré que no debía de tenerse asco, que su cuerpo era perfecto y que yo amaba cada partícula de él.
Su reparación agitada, las embestidas, el calor, sus labios, su cuerpo, simplemente él, me hacía sentir tan bien y segura…
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Editado: 01.12.2020