Prólogo

Cuando era niña me encantaba mirar aquellas películas en dónde la princesa encontraba a su príncipe y vivían felices para siempre, soñaba con que algún día un príncipe me viniera a buscar; pero claro, todos esos eran cuentos infantiles.

Luego las cosas cambiaron, fui creciendo y viendo la realidad, aquella que las películas de Disney siempre omitían; la cruda y cruel realidad, como muchos la llamaban. Tampoco es que yo la viera de esa manera, yo disfrutaba y era feliz, siempre lo fui.

Hasta que llegó el último año de secundario, ese que todos anhelan, pero que cuando llega lloran por un segundo más en aquél salón al que nunca más volverán. Todos los recuerdos: risas, llantos, peleas, retos, malas calificaciones; poco a poco serán olvidados, claro está que siempre habrán de esos recuerdos que son eternos e inolvidables.

Después viene el prepararse para la universidad, el examen de admisión, las posibles mudanzas, las fiestas de bienvenida, los famosos chicos universitarios y los futuros amores, de esos que uno piensa que seguramente durarán toda la vida. O eso es lo que las películas universitarias nos muestran ¿no?

Pues yo vengo a contar la verdad, la universidad es… y no voy a mentir, un dolor de cabeza que muchos no quieren sufrir. La secudaria terminó, eso de estudiar un día antes del examen terminó y todas esas veces que estuviste en tu casa sin hacer nada, se terminaron.

El mudarse a un departamento con tus amigas puede sonar lo mejor del mundo, pero les cuento que la convivencia no es nada sencilla y que limpiar y cocinar todos los días, tampoco lo es. Tu mamá ya no va a estar para hacer las cosas que normalmente hace en tu casa, o la que era tu casa. Ahora te toca a ti, sí, a ti hacerlo todo por tu cuenta. Déjame decirte que conocerás lo que es cuidar el dinero y pagar impuestos, tal y como tus padres lo hacen en su día a día.

Y los futuros amores, créeme que lo más probable es que ni siquiera te duren dos años. Comenzarás a cuestionarte si podrás encontrar a alguien que aguante todos tus cambios de humor y tus berrinches infantiles. Y créeme que lo más probable es que termines con alguien que era todo lo contrario a lo que buscabas, o por lo menos eso me pasó a mí.

Cuando él apareció, mi mundo se volvió patas para arriba. Donde él se encontraba, problemas había, era como si lo persiguiesen, pero ¿por qué? ¿Qué tenía aquél chico lleno de tatuajes que otros no tuvieran? ¿Qué había de diferente en él? Estaba dispuesta a descubrirlo, mientras trataba de estudiar para todos mis exámenes y mantener el equilibrio en mi vida.