Amor Prohibido

-13- El Rayo-

Era la hora del segundo descanso en el instituto, me encontraba apacible tomando un poco de sol acostada en unos de los banquillos del campus, pensaba en todo lo que Simon me había dicho hace dos días sobre los vampiros y sinceramente estaba maravillada, no podía dejar de pensar en aquellas criaturas, y no solo era porque se tratara de Simon, no, hasta Adhemar y Goya, ahora me parecían criaturas fascinantes aunque claro, eso no quita el hecho de que me caían como dos piedras en el zapato.

También pensaba en Ted, quién no se había presentado en el instituto en estos dos días, ni siquiera presentó su examen de álgebra y eso me preocupaba.

No debes meterte en donde no te llaman. Me repetí, pues tal vez Ted tendría motivos para faltar, aunque dudaba que fuese por gripe.

Cansada de estar ya tendida al sol friendome como pescado, me levanté decidida a dar unas vueltas por los jardines, que admitia, eran preciosos. ( Pero donde los chicos a veces, fumaban hierba o follaban con descaro, o simplemente se escapaban de clases  pues era el único sitio de Yarvet que no tenía vigilancia).

Camine hasta la entrada del jardín, que solo consistía en un arco echo de arbustos, me adentré a el ignorando a los alumnos, quienes me ignoraban igual.

Respirar ese aire puro me hizo bien y también hizo que mi mente se despejara un poco; infantilmente, comencé a dar saltitos evitando pisar las grietas del pavimento, luego subí a una especie de acera alta y comencé a caminar sobre ella, haciendo un poco de equilibrio. No me di cuenta que seguía un sendero, hasta que la acera terminó bruscamente por una reja de acero que la cortaba a la mitad.

Levanté la vista notando que el jardín seguía más adelante , solo que la reja dividía el terreno en dos de manera hosca. Bajé de la acera y camine hacia la derecha buscando de alguna manera entrar hacia esa parte de Yarvet que aún no conocía. Y justo, cuando ví las rejas de la entrada, una mano fría detuvo en seco  mi aventura.

- ¿Qué se supone que haces?

Era Sebastian, sus ojos  bicolores en mostaza y verde oscuro me miraban confundidos, note que él también poseía esas extrañas líneas blancas en los ojos.

- Entrando al otro lado del jardín- respondí con cautela como si de una persona mayor se tratase.

- ¿Quieres morir? Esa zona está prohibida- señaló un letrero a varios centímetros de la entrada- Literalmente si entras, te expulsan.

- Como Hogwarts.

- ¿Quién es Howard?

-  Hogwarts...Olvídalo- suspiré- adiós aventura- lo miré- hola aburrimiento.

Él me sonrió y me halo un poco hacia arriba, caminamos de vuelta al "Jardín principal"

- calma tus impulsos de aventura, Indiana Jones. 

- ¿Cómo es posible que conozcas a Indiana Jones y no a Harry Potter?- pregunte algo indignada.

Pero el vampiro no respondió, solo seguimos avanzando por la sombra hasta un "sitio seguro" para él, que era una especie de kiosko con unos columpios naturales hechos de lianas y madera.

Ambos nos sentamos allí y comenzamos a mecernos en un agradable silencio, cada uno en su propia burbuja, rascaba las lianas sin saber que decir, pues era la primera vez que interactuaba realmente con él. Vi la cicatriz en sus labios y no me pareció tan horrible, pero ella demostraba lo salvaje que puede ser un vampiro molesto.

-¿Que?

-Nada- aparte rápidamente la mirada de sus labios y nos volvimos a fundir en un silencio, me agradó el detalle de que sabía disfrutar del silencio, no era como Ted o Juno, que debían tapar los "agujeros" con charlas inecesarias.

Suspiró con pesadez captando mi atención, pues en verdad se veía desconsolado y algo triste.

Así que tuve que romper la regla del silencio agradable.

- ¿Te pasa algo Sebastian?

- Seb- dijo él con calma- Sebastian suena a mi madre echándome la bronca. Y sí, ando comiéndome la cabeza por una discusión con tu amiguita Siomar.

Eso me sorprendió de veras, pues Sebastián era un chico de personalidad bastante silenciosa y en extremo reservada, no hablaba casi y la única vez que lo vi actuando como un adolescente "normal" fue el día de mi discusión con Simon en la enfermería.

Desterré ese horroroso recuerdo de mi memoria. Pero de resto, Sebastián Diatlov, era una estatua de reservado. Ahora estaba siendo abierto y amigable.

- ¿Sabes discutir si quiera?- sonrió levemente sin mostrar sus dientes.

- Sí, sí lo sé y para mi enorme desgracia, Siomar grano en el jodido trasero, metiéndose en donde no le importa- se desahogo de pronto- lo que haga o deje de hacer no le debe de importar en lo más mínimo, no es mi padre para decirme que diablos hacer.

- Te entiendo, mi hermana mayor también es así.

- Yo soy el mayor...por 3 minutos, que no me joda- resopló por la nariz furioso de verdad- ahora J...alguien, por su histeria no me habla- se cortó y volvió a quedarse callado meciendose con rudeza.

Me fijé que si seguía con esas sacudidas violentas, las lianas iban a romperse y él se daría un buen porrazo en el trasero, lo detuve con mis manos él me miró acomodándose el cabello negro hacia atrás.

- Al menos nadie se mete en tú relación con mi hermano- comentó

- ¿Enserio?- lomire fijamente- Adhemar, Vladimir, Olivia, Juno, Thederson...

- Vale, vale- rió- retiro lo dicho...aunque no negastes estar en una relación con él.

- No te confundas- objete- nuestra relación es de amigos...

- ¿Qué follan?- me interrumpió divertido.

-¡No Seb, por dios! - Aquí el vampiro rió a carcajadas limpias por mi cara de sorpresa.

- Solo era una broma María, no sea mojigata.

- Ja ja ja, muy gracioso.

- Pero lo cierto es, que tú a mí hermano le gustas de verdad, nunca lo había visto comportarse de esa manera tan...¿Idiota? Bueno, él ya es un idiota sin remedio de por si, hablo de la actitud de idiota enamorado, suspirando y parloteando tanto sobre ti, que casi hace que vomite arco iris.




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