Juegos y pulseras.
Andrés
Luego de dejar a Edith en su casa, llego a la mía un tanto frustrado luego de nuestra discusión. Estar así con ella me pone mal, son pocas las veces en las que discutimos.
Reviso mi teléfono con la esperanza de tener un mensaje de ella y nada. Tampoco pienso escribirle, de verdad me molestó su actitud con la chica nueva.
Para distraerme salgo a pasear a mi perro.
Me dirijo al parque con Tyson, al llegar distingo sentada en una banca a una chica de cabello muy largo y castaño.
–Amelie, hola. –digo acercándome.
Ella voltea a verme y sonríe un poco.
Cierra el libro que tiene en las manos.
–¿Qué tal? –baja su mirada y pone una cara de ternura al ver a Tyson –Awwww, que hermoso, es un... –Se queda pensativa.
–Golden. –respondo.
–Sí. –Responde emocionada mientras acaricia a Tyson– eres taaaan lindo. –alarga la a en la palabra.
Le da un beso en la cabeza.
El acto me parece muy tierno, cosa que me hace sonreír.
–Te gustan los perros, por lo que veo.
Posa su mirada en mí y es entonces cuando caigo en cuenta de que tiene una mirada profunda.
–Me encantan, todos los animales realmente –hace una pausa– ¿Cómo se llama?
–Tyson.
–Tienes un lindo nombre. –se dirige a Tyson.
Ella juega un poco con él y yo solo me limito a observarlos.
Ella sostiene el mordedor de tela y Tyson lo muerde e intenta quitárselo, en un momento está mordiendo tan fuerte, que lo hala y posteriormente la hace caer.
Ella solo estalla en risas mientras mi perro se le abalanza encima.
Verlos así me hace reír también.
Me acerco y la ayudo a reponerse, ella se sienta en el césped y yo imito la acción.
–Es divertido verlos jugar así.
Ella sonríe.
–Es divertido verme caer, querrás decir. –me corrijo sacándome una sonrisa.
–También.
Ambos nos quedamos en silencio hasta que decido romperlo.
–Oye de verdad siento lo de hoy… –me interrumpe.
–Y ¿Qué pasó hoy? –pone una expresión de duda– pff, tranquilo, ya lo olvidé.
–No es justo que en tu primer día de clases yo casi te atropello y mi novia te hace pasar un mal rato. –continúo.
–Ya déjalo, no pasa nada. –hace una pausa– mejor juguemos con Tyson. –dice esto último en un tono aniñado hablándole a Tyson.
Se levanta a correr con Tyson y los sigo.
Y así la pasamos alrededor de dos horas.
–Bueno creo que debería irme –me mira y luego pasa su mirada a Tyson– nos vemos hermoso. –le da un corto beso.
–Nos vemos. –digo a modo de despedida.
Luego de eso se marcha.
Pasados unos minutos, Tyson empieza a olfatear algo en el suelo, reviso el área y encuentro una pulsera dorada, con piedritas alrededor y una mariposa en medio.
Amelie
Me dirijo a casa, luego de pasar una tarde bastante agradable con Andrés y su hermoso y tierno perro.
Después de todo el día pudo arreglarse.
Entrando a casa percibo el delicioso aroma que proviene de la cocina, me dirijo a ella y se me hace agua a la boca al ver los camarones al ajillo, es mi comida favorita.
Luego de una agradable cena y de responder las preguntas de mis abuelos, quienes querían saber que tal había sido mi primer día de clases, subí a mi habitación, estando allí me dirigí a la ducha.
Empecé a quitar mis prendas y… oh no, no tengo la pulsera.
Empiezo a rebuscar como loca y no la encuentro.
–Mierda. –digo para mí misma.
Perdí la pulsera que me dio papá.
Es dorada con una mariposa en el medio, amo las mariposas y papá lo sabe.
Me la regaló cuando tenía once años, diciéndome que así como las mariposas tienen alas, también yo y que jamás permitiera que me las cortaran porque con ellas puedo volar y llegar hasta donde yo quiera.
No puedo perderla, Dios, es especial para mí, jamás me la quito; a menos que sea para ducharme.
La busco nuevamente sin éxito alguno y me resigno.
Me doy una ducha, lavo mis dientes y me tiro en la cama.
Luego de un rato lamentándome por haber perdido la pulsera, me dispongo a dormir.
Al día siguiente…
Andrés.
Llego al colegio, bajo del auto y me adentro en las instalaciones del colegio.
No sin antes asegurarme de meter la pulsera en el bolsillo de mi camisa, pienso que es de Amelie, le preguntaré si le pertenece y si resulta ser que sí, se la devolveré.
Estando fuera de su salón, la veo sentada en su silla leyendo un libro.
–Es bueno.
Ella cierra su libro y voltea a verme con cara de confusión.
–Hablo del libro, es bueno. –le aclaro y ella cambia su expresión de confusión a una sonrisa.
–Oh claro, ¿Lo has leído?
–Por supuesto, ´´a mi entender, el amor y la callada sencillez si hablan menos…
Cito una frase del libro.
–Dicen más´´. –termina ella la frase.
–Exacto. –le digo mientras sonrío.
El libro es ´´El sueño de una noche de verano´´ de William Shakespeare.
Nos miramos por unos instantes, hasta que ella aparta la mirada hacia un lugar vacío, entonces rompo el silencio.
–Amelie –saco la pulsera de mi bolsillo– he encontrado esto ayer en el parque me preguntaba si te pertenece.
Ella la mira y se pone feliz.
–Mi pulsera –dice casi en un susurro y con una gran sonrisa– pensé que la había perdido.
Le extiendo mi mano con la pulsera en ella y la toma.
Se la coloca inmediatamente.
–Gracias por devolvérmela, de verdad pensé que la había perdido. –Dice con una gran emoción, parece especial para ella.