Dolor para aliviar el dolor.
Andrés.
Las horas en el colegio han transcurrido rápido, o al menos para mí, ya que las materias de hoy han sido de mis favoritas, por ende no me he aburrido para nada y mi mente se ha mantenido ocupada.
Nos encontramos en la última clase, la cual es de química, todos escuchamos atentamente al profesor, quien escribe distintas fórmulas en el tablero, las cuales copiamos rápidamente en nuestros cuadernos.
Finalmente suena el timbre y varios de mis compañeros sueltan un suspiro cargado de cansancio y alivio, ya que nos podremos retirar y tener un fin de semana de descanso.
Comienzo a guardar los útiles escolares en mi maletín, cuando me percato de que Mía –la prima de Edith– va pasando por el pasillo.
Desde la mañana he intentado encontrarla, porque he decidido hablar con ella. Si alguien puede saber si ocurrió algo que yo no sepa entre Edith y Amelie, es ella.
Quiero saber si Edith conoce a Amelie de antes, si tuvieron algún problema o si simplemente la actitud que se carga con ella es por mí.
Termino de guardar mis cosas y me apresuro a ir tras ella.
La diviso caminando a unos metros de mí, lo cual me obliga a correr hasta alcanzarla.
–Mía. –la llamo.
Detiene su andar, volteándose de paso y aprovecho para situarme a su lado.
–Hola Andy.
–¿Cómo estás? –pregunto.
–Muy bien y ¿tú? ¿Dónde está Edith? –pregunta mirando hacia algunos puntos buscándola.
–Estoy bien y la verdad no tengo idea de dónde podrá estar. –digo con pesar.
Sus labios forman una o sorprendida e intenta decir algo pero prefiere callar.
–¿Podemos hablar?
–Claro. –responde con cierta confusión.
–Bien, te puedo llevar a casa y de camino hablamos. –propongo.
–Está bien.
Caminamos hacia el estacionamiento, cuando llegamos me dirijo a abrir la puerta del copiloto y la invito a entrar al auto, sube y me dirijo a la mi puesto comenzando a conducir.
–Y ¿de qué quieres hablar? –rompe el silencio que se había formado.
–De Edith.
–¿Qué pasa con ella? –pregunta levantando una ceja.
–Pues… son tantas cosas, pero empezaré por esto. Hay una chica nueva llamada Amelie, verás, la chica y yo… –procedo a contarle todo lo ocurrido, a lo cual ella escucha atenta– y entonces se me hace súper rara su actitud, nunca se había comportado así por celos. He llegado a la conclusión de que tal vez se conocen desde antes y quizás hubo algún problema entre ellas o estoy en un error y simplemente le cae mal por lo ocurrido conmigo.
–Dices que se llama Amelie, ¿cierto? –Afirmo con la cabeza– ¿sabes su apellido?
–Martínez creo, no lo sé. ¿Sabes algo?
–El nombre me suena.
Hace unos días escuché a la profesora de español hablar maravillas de una niña de noveno grado llamada Amelie, asumí que era la nueva. Dijo su apellido, estoy seguro de que era algo con M, pero no recuerdo exactamente cuál es el apellido.
Trato de hacer memoria.
¿Márquez? ¿Martínez? ¿Montoya?
Es ese.
–Montoya –digo – su apellido es Montoya.
–Oh, oh.
–¿Qué ocurre?
–Así que la prima de Stefany Montoya está en nuestro colegio, no lo sabía.
–No entiendo nada.
–Cierto, no sabes nada. Estefany Montoya es la nieta de los señores Montoya Zúñiga, los señores que viven a una cuadra del parque, ¿sabes quiénes son?
Asiento.
–Antes venía siempre en vacaciones. Hace unos años ella y Abraham se ligaron, él se enamoró de ella, trató de conquistarla, dio lo mejor de sí, pero ella lo rechazó. Desde entonces Abraham empezó a ser un mujeriego, no volvió a tomar a una mujer enserio y es lo que es hoy en día. Stefany y Amelie siempre andaban juntas y aunque Edith nunca les dirigió la palabra, ella sabía quiénes eran.
–Oh ya entiendo, por eso Edith siente un rencor hacia Amelie, la prima lastimó a su amigo, es eso.
Ella arruga la frente y niega.
–No, Edith si le tiene rabia pero no por la razón que crees.
–Entonces ¿por qué?
Ella toca su frente con nerviosismo.
–Ya dime. –exijo.
–Te lo diré porque igual ya es algo de años –toma aire– Edith en ese tiempo estaba enamorada de Abraham y pues él lo estaba de Stefany, eso le dolió. Su dolor pasó a convertirse en rabia y su rabia la descargó contra la chica y por lo tanto con su prima, ya sabes, lo de odiar a la amiga de la que te cae mal aunque esta no te haya hecho nada. Su odio iba en secreto, como dije, ella nunca les habló.
Ok, esto acaba de aumentar mi inseguridad.
–¿Crees que Edith siga enamorada de Abraham?
La pregunta sale casi sin pensar, tomando por sorpresa a la chica a mi lado.
–No lo sé, eso fue algo que pasó hace años y ahora está contigo, lo que me hace pensar que lo ha superado.
–Pero pasa mucho tiempo con él, se comporta de maravilla con él y a mí… a mí me trata de la patada. –admito tristemente–¿ a ti no te ha dicho nada referente a sus sentimientos?
–Ya no hablamos como antes y cuando lo hacemos no me cuenta nada, es buena reservando las cosas –hace una pausa– ¿Tú crees que ella está enamorada de él? ¿Qué dice tu intuición?
Claro que lo he pensado, he pensado que ella siente algo por él.
Pero nunca lo he querido aceptar.
Con todo lo que me ha dicho Mía ya no tengo duda de que lo que me dice mi hermana es cierto.
–Pues, una parte de mí… la parte enamorada quiere pensar que no, pero la otra parte, la racional me dice que sí –suspiro– y la verdad creo que la segunda tiene razón.
Duele admitirlo en voz alta, se supone que es mi novia, que me debería querer a mí, amarme pero parece ser lo contrario.
Sin estar consiente, dejo escapar una lágrima y la chica a mi lado se percata.