Simple atracción.
Andrés
Como un acto de nerviosismo e intranquilidad, me encuentro caminando de un lado a otro bajo la atenta mirada de algunas enfermeras que en varias ocasiones me han pedido amablemente que me siente y me mantenga calmado.
Cosa que no hago.
Hace aproximadamente tres horas llegamos al hospital luego de enterarnos del pequeño pero peligroso accidente que sufrió mi hermana. Según lo que nos contó, su intención era alimentar al conejo de mi sobrina, vertió comida para él en su recipiente e intentó buscar al animal por toda la casa. Finalmente lo encontró atorado entre unos muebles, intentó sacarlo pero en el intento resbaló y calló de costado.
Inmediatamente empezó a sentir dolores en su vientre, mareos y su fuente se rompió. Faltaban dos semanas para el parto, pero debido al golpe, la presión baja y las emociones causadas por el miedo y preocupación que sintió, este se adelantó.
Hace dos horas y media la ingresaron en la sala de partos, mi cuñado está con ella y yo me encuentro en la sala de espera con mi papá. Aunque ahora mismo el fue a la cafetería.
Necesito a alguien conmigo y ese alguien es Amelie.
Afortunadamente los abuelos de Amelie entendieron la situación y dieron luz verde a la idea de que ella me acompañe.
–Hey tranquilo. –habla alguien detrás de mí y siento su mano apoyada en mi hombro.
Volteo y me encuentro por fin con ese rostro que tanto anhelaba ver.
Detengo mis pasos.
–Sí viniste.
Me regala una sonrisa.
–Claro que sí.
Inesperadamente me da un abrazo al cual correspondo.
Cuando se separa de mí empiezo a detallarla.
Su cabello está suelto, no tiene nada de maquillaje en su rostro (tampoco es que lo necesite), noto sus ojos un tanto hinchados, muy levemente hinchados.
¿Estaría llorando?
Lleva puesto un vestido floreado corto que le queda de maravilla y una chaqueta demasiado grande para ella.
–No sabía que te gustaba usar ropa de mayor talla.
Me mira frunciendo levemente el ceño.
–¿Eh?
–La chaqueta, está cool.
Se mira la prenda.
–Oh, no es mía.
Con razón, esa parece ser de hombre.
¿De hombre? ¿De quién podrá ser? ¿Y por qué la lleva puesta?
–¿Es de Rodrigo?
–Eh, no.
Me percato del movimiento de una persona unos metros frente a mí e inmediatamente caigo en cuenta de la presencia de Abraham, el cual me ofrece una sonrisa torcida.
–¿Qué hace el aquí? ¿Viniste con él? –pregunto lo más calmado que puedo.
–Él me trajo.
–¿Por qué te trajo?
–Estaba con él, me pediste que viniera y pues le pedí que me trajera.
–Que mierda Amelie, ¿Qué hacías con él? ¿Por qué?
No me molesto en ocultar mi molestia.
–Pues, me pasó algo desagradable y …
–Claro, tus ojos hinchados, lloraste.
Mi enojo incrementa de solo pensar que le hizo algo.
Camino hasta llegar al cabrón que la trajo con los puños apretados a mis costados.
–¿Qué le hiciste cabrón? Estuvo llorando, ¿Qué mierda le hiciste?
Lo tomo del suéter y lo empujo hasta la pared que hay detrás suyo.
–No le hice nada imbécil. –dice con una tranquilidad incomodante.
Hago más fuerte mi agarre.
–Estuvo llorando y resulta que estaba justamente contigo, de ti nada bueno puede salir.
Sonríe burlonamente.
–A ver, que tu noviecita, actualmente tu ex me haya preferido a mí, no quiere decir que yo sea el malo o que lo valla a ser con las demás personas, supera la mierda que te pasó y deja de armarte tus putos shows, madura. –su sonrisa se ensancha.
Y eso fue todo lo que necesité para que mi puño impactara en su cara.
–Andrés por Dios, no. –escucho la voz de Amelie acercarse.
–Por tu bien espero que no le hayas echo una mierda a Amelie.
–Andrés suéltalo, estamos en un hospital ten un poco de respeto. –habla Amelie poniendo una mano en una de mis manos que permanece aferrada al suéter de Abraham.
–Mantente alejado de ella –advierto – y ahora lárgate. – digo para posteriormente soltarlo.
Retrocedo unos pasos y me alejo unos metros.
Veo como ella se acerca a él, aparentemente para revisar el lugar donde le di el golpe y el solo hace señas restando importancia.
Veo también como hablan unos minutos y luego ella se acerca a mí y el avanza hacia la salida.
Silbo llamando la atención de ambos.
Teniendo a Amelie cerca, tomo parte de la chaqueta que porta y hago el amago de quitársela, cosa que ella capta y permite que se la retire.
–Llévate tu chaqueta.
La lanzo y el la trapa en el aire con la maldita sonrisa plasmada en su rostro.
Le dedica una última mirada a Amelie antes de darse vuelta y marcharse.
–¿Qué fue eso? –pregunta.
Desvío la mirada que tenía en mis nudillos, no me hice mucho daño, para luego mirarla a ella.
–Dime tú. ¿De cuándo acá son amigos?
–Desde que me salvó de un posible secuestro y hasta violación quizás. –espeta molesta.
Secuestro, violación.
Las palabras hacen eco en mi cabeza y siento una punzada en el pecho, haciendo que me preocupe de inmediato.
–¿Estás bien? –digo mientras la tomo de los hombros para posteriormente atraerla hacia mí y darle un abrazo.
Abrazo que ella no acepta del todo, porque sus manos se mantienen en sus costados.
–Yo… yo no lo sabía, lo lamento. –digo luego de romper el abrazo.
–¿Cómo ibas a saber? Si te lanzas hacia él sin siquiera darme la oportunidad de contarte.
–Lo siento Meli. –digo sincero.
Me mira con cierta molestia.
–Ya olvídalo, mejor dime cómo está tu hermana.
La pongo al tanto de todo lo que pasó y ella me cuenta lo sucedido con el cabrón que intentó hacerle algo.