Amor salado

Capítulo 20

Admirable pero loca.

Andrés.

 

Termino de colocarme el suéter que luego acompaño con una chaqueta negra, voy por los tenis y solo encuentro uno.

Resoplo.

–Tyson.

Empiezo a buscar a mi perro estando seguro de que él es el responsable de la desaparición de mi tenis.

Reviso dentro del clóset.

 «No está.»

Me asomo por debajo de la cama y veo el tenis faltante y a la izquierda de éste duerme Tyson plácidamente.

Meto la mano por debajo de la cama hasta alcanzar el calzado.

Me coloco el par de tenis, me rocío perfume, tomo las llaves del auto y avanzo hasta la puerta.

–¿A dónde vas? –pregunta mi hermana sin apartar la vista de su revista.

–Llevaré a Amelie a la feria.

Levanta la mirada y sus ojos cafés se conectan con los míos.

–Me agrada. –dice.

–¿Eh?

–La chica, me agrada.

–¿Y a quién no?

Rueda los ojos.

–Sabes a lo que me refiero.

Mi cerebro: ¿?

–En realidad no sé.

–¿Por qué los hombres son tan lentos al captar todo lo que tenga que ver con chicas?

Repito en mi mente lo que acaba de decir y no le encuentro sentido.

Chicas. Captar.

Hablábamos de la salida con Amelie, dijo que le agrada Amelie.

Nada extraño ni fuera de lo común a mi parecer.

–¿Me explicas? Porque enserio no sé de qué hablas.

Bufa con exasperación.

Le agrada Amelie.

¡OH! Eso.

–¿Insinúas que debería tener algo con ella? –vuelvo a hablar al captarlo todo.

–Pues, pienso que deberías darte la oportunidad de conocerla, es una buena niña y …

–No.

–Déjame terminar. –reprocha.

–Que no, ya sabes lo  que me pasó con mi anterior relación, no quiero pasar por algo semejante o peor.

–A ver, tienes que entender que no todas las niñas ni tus relaciones serán iguales. Además todo lo que te pase es necesario para que aprendas y eso te ayude a evitar nuevas fallas. No debes cerrarte a la idea de experimentar nuevamente el amor, puedes volver a intentarlo solo con cuidado, si ya tienes una experiencia fallida, piensa en cuáles fueron los errores o que llevó a fallar dicha relación y evita que pase; solo de esta manera tendrás una relación exitosa.

–Creo que me atrae. –suelto sin más.

Listo, lo dije.

Desde la noche del hospital vengo sintiéndome extraño con ella, no sé si decir que sentirme así es bueno o malo, pero es lo que siento.

Mi hermana sonríe desde su puesto sin dejar de observarme.

–Lo sé.

No puedo evitar fruncir el ceño.

–¿Lo sabes?

–Sí, te conozco como la palma de mi mano, tu forma de mirarla no es común, es como si la adoraras, como si la detallaras grabándote cada facción de su rostro y su sonrisa te encanta, lo sé porque puedo ver que la observas cuando ríe.

Se oye tan cursi.

Ok, tengo miedo.

–¿Es muy notable?

–Nah, yo lo noto porque soy tu hermana y como dije, te conozco.

Vuelvo a respirar.

Sería muy vergonzoso que me pillen observándola de esa manera.

–Ok, debo irme.

–Pórtate bien y piensa en lo que te dije.

Salgo de la casa y me adentro en el auto, meto las llaves y lo enciendo comenzando a conducir.

¿Tendrá mi hermana razón?

¿Debería darme otra oportunidad?

¿Debería intentar conquistar a Amelie?

¿Me correspondería?

¿Funcionaríamos?

¿Me lastimaría?

Todas estas interrogantes se repiten en mi cabeza una y otra vez.

Ella me atrae, estoy seguro.

Sonaré cobarde, pero realmente me asusta la idea de tener sentimientos por alguien.

Y es que cuando te dañan una vez, sabes que te lo pueden volver a hacer, vives pensando en la posibilidad de volver a sufrir por alguien, la posibilidad de que te vuelvan a romper el corazón existe y ahora sabes lo doloroso que puede llegar a ser.

A nadie lo preparan para eso, te enseñan a amar pero no a reparar los daños que esto pueda dejar.

Y es que amar también duele, es exactamente eso lo que más te afecta.

Porque si una persona que amas te lastima, no te duele tanto la acción, si no el saber que esa persona te hizo daño, que justo por amarla te lastimó.

Y si una persona intenta hacerte daño y no la quieres, esa acción no te afectará.

Pero como dice mi hermana, no todas las personas son iguales.

Supongo que no debería cerrarme a la posibilidad de sentir.

Pero ¿Cómo saber si es lo correcto?

Estaciono el auto frente a la casa de Amelie, quien viene atravesando el umbral de la puerta.

Trae una falda corta de cuero negra, un top del mismo color y una chaqueta de tela jean; tiene un bolso pequeño enganchado a su hombro y sus infaltables tenis calzados.

Se ve espectacular.

Abre la puerta del copiloto y entra al auto.

–Pero que guapa.

Sonríe.

–Tu igual.

–Lo sé.

Rueda los ojos divertida.

Y ahora teniéndola cerca puedo ver que no lleva maquillaje, demostrando que su belleza y encanto es netamente natural.

–Invité a los chicos, ambos esperan en la casa de Ray.

–Vale.

Minutos más tarde, nos  encontramos los cuatro ubicados en una de las mesas de la pizzería esperando nuestras porciones de pizza.

–¿Ya vieron lo hermosa que se ve mi amada? –es Rod quien habla.

–¿Y yo? –pregunta una muy indignada Ray mientas cruza los brazos en su pecho.

–Bueno… si te levantas para poder ver como andas, facilitarías las cosas.

Hace lo que le dije.

Todos posan su mirada en mí, a la expectativa de que diré.

Finjo detallarla con la mirada, tal cual jurado calificando algo, paso mis dedos índice y pulgar por mi barbilla en un gesto pensativo.




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