Bernard.
Llegué a mi casa, muy cansado. Mi hermana no estaba pues estaría de turno nocturno.
Decidí revisar mis redes sociales y luego dormiría un poco.
Mientras revisaba las mencionada redes, descubrí que la chiquilla inmadura estaba en línea.
— Chiquilla inmadura —gruñí y decidí cerrar sesión.
Fui a mi chat de WhatsApp y encontré algunos mensajes y decidí ignorar a la mayoría de ellos. Lo admito, esperaba que la chiquilla inmadura me hubiera respondido, pero era vidente que disfrutaba pasar de mí.
— No me importa —repetí en voz alta.
Visualicé el chat con mi amigo Joel y tenía un mensaje.
'Hermano, mi mujer envió a tu correo la dirección de la mujer que está interesada en la campaña publicitaria de la que te hablé', leí.
Abrí mi correo electrónico y visualicé el mensaje del que hablaba mi amigo.
Paula.
Para: Bernard.
3B. Te envío la dirección de la profesora Ariza. Ella enseña en la universidad del sur, te lo digo por si prefieres ir a la universidad pues ella trabaja en horas de la mañana.
Ate.
Paula.
PD. Por favor no me hagas quedar mal.
Terminé de leer el mensaje y sin dudar le marqué a Paula, pero no me contestaba.
Opté por escribirle a WhatsApp.
Pau, quiero saber el motivo por el que no me dijiste que se trataba de una campaña publicitaria para una universidad.
¿Cómo que por qué? Pues porque te conozco y si te hubiera dicho de lo que se trataba, tú no hubieras aceptado.
Todavía no he aceptado.
Más te vale aceptar o yo no respondo.
¿Qué vas a hacerme?
Le pediré a Sander que sea el padrino de mi hija.
No puedes hacer eso, prometiste que yo sería el padrino.
Las personas pueden cambiar de opinión.
Está bien, mañana iré a la universidad y hablaré con la tal maestra Ariza.
A la mañana siguiente me desperté muy temprano pues ser puntual es una de mis cualidades.
Salí de casa y conduje directo a la universidad. Cuando llegué, solicité un pase de visitante pues solo así me dejarían entrar.
Estacioné mi automóvil y pude ver las miradas curiosas de los jóvenes quienes al igual que yo, habían madrugado.
Bajé de mi automóvil y caminé.
— Hola, chico guapo —dijo una estudiantes quien además se atravesó en mi camino.
— Soy un hombre comprometido —expresé.
— No me importa, me gustan los hombres prohibidos.
«Ahora recuerdo el motivo por el que evito lugares donde abundan jóvenes hormonales», pensé.
— ¿Sabes lavar, cocinar y hacer aseo?
— No.
— Pues entonces no me sirves, continuaré con mi prometida quien además es una mujer sumisa.
— ¿Sumisa?
— Sí ¿Acaso no has leído libros?
— Sí que estás loco, anciano —expresó y huyó.
¿Acaso esa chiquilla procaz me había llamado anciano?
Seguí caminando y visualicé una cabellera cobriza. Sin dudar me acerqué.
— Hola.
— No molestes.
— ¿Acostumbras a ser maleducada?
Ella levantó la mirada y abrió sus ojos sorprendida.
— Tú ¡Tú! ¿3B? ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a buscar a mi amiga? Pues te advierto que ella no es de las que madrugan.
— ¿Te han dicho que hablas demasiado?
— Sí mi madre lo repite a menudo.
— ¿Podrías decirme si conoces a una profesora cuyo apellido es Ariza?
— Sí, es mi maestra de redacción y caligrafía.
— ¿Estudias periodismo?
— Sí, al igual que Hemit.
— ¿Sabes a qué hora llega la profesora?
— Seguro está en la sala de maestros. Ella siempre es la primera en llegar.
— ¿Podrías decirme dónde queda la sala de maestros?
— ¿Por qué? No me digas que eres de los hombres que tienen fantasías con mujeres mayores. Ella tiene…