Hemit.
Estaba en habitación del hotel y Dhina no paraba de sonreír.
— ¿Por qué sonríes?
— Por nada.
— ¿No me dirás?
— Chicas, me enviaron para decirles que bajen a cenar —escuché que decía Juanpa.
— Enseguida vamos —expresé.
— Por favor no tarden que muero de hambre.
— Vamos.
— No señorita, primero dime qué pasa.
— Está bien. Dany me pidió ser su novia.
— ¿Y?
— Y yo acepté.
— ¡Genial! —dije y la abracé.
Yo supe que ellos terminarían juntos desde que se conocieron.
— ¿Cómo te convenció?
Ella se sonrojó.
— ¡Eres una pervertida!
— ¿Yo? Hemit, no hicimos nada porque Juanpa entró.
— Dany debe odiar a Juanpa.
— Andy y él cambiaron de habitación.
— Ustedes son tan obvios.
— Tú no deberías hablar.
— Vamos, no quiero comer nada frio.
Fuimos a cenar y para mi sorpresa, Luisa y Bernard estaban presentes.
Nos sentamos y papá se encargó de dar las gracias. Después empezamos a comer en silencio.
— ¿Juanpa, por qué tus padres no vinieron? —pregunté.
— Ellos se fueron a recolectar café.
— ¿Cómo?
— Se fueron al eje cafetero y yo quise que tuvieran algo de privacidad, ellos trabajan demasiado y muy poco salen.
Nuevamente se hizo presente el silencio. Pero el sonido del celular de Bernard lo interrumpió.
— Permiso.
Él se levantó y se alejó para tomar la llamada.
¿Sería la morena pechugona?
Mis ojos no se apartaron de él y cuando regresó vi que su ceño estaba fruncido.
— ¿Pasó algo? —preguntó Luisa.
— Me acaban de informar que de mi cuenta fueron retirados 100 millones de pesos.
Andy empezó a toser pues al parecer no masticó muy bien la carne.
— ¿Los que le prestaste a él? —preguntó Luisa señalando a Andy.
Todos las miradas se dirigieron hacia mi hermano mayor.
— Lo había olvidado. Papá, hermanos, Bernard generosamente me prestó el dinero que me faltaba para poner en marcha mi proyecto.
— No sabes cuánto te agradezco hijo —expresó papá.
— Gracias por ayudar a mi hermano, cuñado —dijo Harry.
— Definitivamente eres la persona ideal para nuestra hermana —habló Dany.
¿Qué hizo Andy para que Bernard le hubiera prestado esa cantidad de dinero?
Algo me decía que él no había accedido a hacer ese préstamo de buenas maneras. Por tal motivo me levanté y me acerqué a Bernard.
— Gracias. Siempre he pensado que quien ayuda a los demás, obtendrán una gran recompensa de allá —señalé hacia el cielo.
Deposité un beso cerca de sus labios y volví a mi puesto. Seguimos comiendo hasta que Dany interrumpió.
— Dhina y yo somos novios.
Mi amiga casi se ahoga con su comida y mi papá le entregó un vaso lleno de agua.
— Gracias señor Buitrago.
— Nada de señor, como novia de mi hijo puedes llamarme Mikel.
— ¿Mikel? —preguntó Juanpa.
— Sí. Tú también hija —le dijo a Luisa.
Alguien se acercó a nuestra mesa.
— Hemit, hola.
— Hola Marcos.
— ¿Marcos? —preguntaron Luisa y Dhina.
— Hola chicas, yo en realidad sí soy Marcos.
— Así que no mentías —dijo Luisa.
— No, mis amigos tampoco, aunque bueno, ellos sí tienen novias.
— Soy Dhina.
— Mi novia —dijo Dany.
— Y yo soy Luisa.
— Supongo que ella es tu novia —comentó Marcos mirando a Andy.
— Sí, Luisa es mi cuñada —comentó Harry.