Bernard.
Detuve mi automóvil frente al hospital en el que trabajaba Nat. Minutos atrás, Andy me había llamado para avisarme que Hemit había entrado en labor de parto.
Bajé y vi a mis cuñados quienes me esperaban en la entrada.
— ¿Dónde está? —pregunté.
— Vamos, te llevaré con ella —habló Nat.
— Debería golpearte por hacer que mi hermana sufra —expresó Andy.
— No es momento para discutir. Vayamos con Hemit —habló Dany.
— Yo creo que mejor me quedaré aquí —comentó Harry.
— No seas cobarde. Hemit, no habla de verdad —dijo Nat.
— ¿De qué hablan? —interrogué.
— Ya entenderás —respondió Andy.
Nos acercamos a la sala de partos y entonces pude escuchar una amenaza.
— ¡Lo mataré!
— ¿Es Hemit quien grita? —pregunté.
— Sí —respondió Alejandra.
— Pero debes estar tranquilo, esa amenaza no es para ti —habló mi suegra.
— ¿A quién amenaza? —pregunté.
Todas las miradas se dirigieron a Harry y para confirmar que aquella amenaza estaba dirigida hacia él, mi chiquilla volvió a gritar.
— ¡Harry, ven aquí ahora mismo!
— No entiendo el motivo de sus amenazas —me miró—. Tú fuiste quien la embarazó.
— ¿Quién es Harry? —preguntó el médico que en el momento salió de la sala de parto.
— Es él —dije y lo señalé.
— Venga conmigo —habló el médico.
— No pienso ir a un sitio donde me espera una muerte segura —expresó mi cuñado.
— Entraré contigo.
Acompañé a Harry y en cuanto Hemit lo vio, intentó levantarse.
— ¡Tú! ¡Voy a matarte!
— Cálmese señora —habló la enfermera que asistía al doctor.
— No entiendo el motivo por el que me culpas, estrellita, fue él —me señaló— quien te dejó embarazada.
Entonces mi chiquilla se fijó en mí y sonrió.
— ¿Estás bien? —pregunté.
Ella no respondió y yo ingenuamente me puse a su lado.
— ¡Ay! —exclamé cuando sentí que su mano apretaba fuerte.
Las carcajadas de Harry se escucharon.
— Me aseguraré de que no vuelvas a dejarme embarazada.
— Chiquilla, por favor —supliqué a pesar del dolor.
— Hemit ya déjalo ¿Acaso quieres que tu futuro marido sea un eunuco —intervino Harry.
— Creí que tú eras el padre de los bebés —habló la asistente del médico.
Hemit puso los ojos en blanco, resopló y me liberó.
— Él es mi hermano —habló Hemit.
— Y yo su marido.
— Aún no estamos casados.
— Pero pronto lo estaremos.
— Creo que ya has dilatado lo suficiente ¿Lista para traer a tus hijos al mundo? —intervino el médico quien observaba entre las piernas de Hemit.
«Es el médico Bernard, es quien ayudará a tu mujer para que traiga a tus hijos al mundo», pensé.
— Quizá cuando terminé pueda golpearlo —susurré, pero Harry Me escuchó.
— Es el médico, bájale a tus celos —expresó Harry en voz baja.
— Ya puedo ver una cabecita ¿Quiere el padre ver el momento en el que el primer bebé salga de su madre?
— Yo...
El médico me miró y para demostrar que era valiente, me acerqué a él quien me dedicó una sonrisa.
— Hemit, ya sabes lo que debes hacer. Toma aire y…
Dejé de escuchar lo que el médico decía porque lo que mis ojos veían era algo que no sabría explicar. Salió una cabeza y ¡Rayos! No lo soporté, todo se oscureció.
Cuando volví a ver la claridad, observé a mi alrededor y me sentí incómodo al darme cuenta de que los padres y hermanos de Hemit me miraban.
— ¿Qué pasó?
— Te desmayaste —habló mi suegro.
Recordé lo que había visto y me sentí algo mareado.
— ¿Perderás el conocimiento nuevamente? —preguntó Nat.
— Me hubiera gustado ver el momento en persona —expresó Luisa.