"Consejo"
Emily
Esas palabras me crearon muchas emociones. Por un lado, era algo de esperarse —demasiado atractivo para estar solo—, pero por otro, de cierta manera esperaba que no fuera así. Aunque, para ser honesta, no me afectaba tanto. Digo, solo era un desconocido, ¿verdad? Me quedé en silencio un tiempo antes de responder.
—Ya veo… Y exactamente, ¿cuál es el problema?
Suspiró y bajó la mirada.
—Ha estado muy distante… Ni un mensaje, una llamada… sinceramente me preocupa demasiado —su voz se quebraba; era evidente que le dolía—. Actúa como si nada cuando hablamos… pero tengo la sensación de que algo no está bien —recargó sus codos en la ventana.
Lo miré con empatía; comprendía el sentimiento a la perfección.
—Comprendo ese sentimiento… Es frustrante cuando la otra persona finge que no pasa nada —suspiré profundamente al sentir mis emociones invadirme, igual que los recuerdos—. Mira… no conozco la situación, pero si me permites ser honesta… puedo decirte lo que pienso… —miré su rostro algo desanimado.
—La verdad… sí necesito una opinión. No sé qué hacer y… no he encontrado a alguien a quien preguntarle —clavó su mirada en mí, lo cual me provocó una sensación de descarga, como si la piel se me electrizara—. Por favor, sé honesta y dime lo que piensas…
Suspiré. No sería fácil decirle lo que pensaba, no sería grato, pero tenía que ser honesta si quería ayudar.
—Por lo que me dices… ella se está alejando de ti, mejor dicho, está perdiendo el interés —vi cómo sus ojos se abrieron de par en par, su expresión se llenaba de angustia y, de inmediato, traté de calmarlo—. Eso no quiere decir que no te quiera… no la conozco, pero estoy segura de que necesita atención de ti… Y no me refiero solo a escucharla o cosas así —ya que veo que eso sí lo haces—, sino más bien a darle detalles, ser romántico y enfrentar directamente el problema: preguntarle qué le pasa y expresar lo que sientes.
Soltó un suspiro algo frustrado.
—Eso también lo intenté… pero cada que intento hablar, terminamos peleando —recargó los codos en el marco, hundiendo su cara en sus manos.
Asentí, comprendiendo su frustración.
—Y específicamente... si no te molesta decirme… ¿cómo te sientes?
Me miró desde un hueco entre sus dedos; se veía prácticamente destruido por la situación. Me veía en ese reflejo. Tomó aire y se incorporó.
—Me angustia… no sé si hice algo mal… o… si tal vez ya le da igual… quiero hablar con ella, pero ¿cómo lo hago si no me busca? —notaba la desesperación en su voz.
Suspiré, recargándome en el marco.
—Hay veces que la gente no se da cuenta de cuánto daño nos causan sus acciones… o la falta de ellas… —resonaba en mi mente todo lo que aprendí en terapia. Era claro que sufría, y al verlo así podía entender el sufrimiento, tal vez no en las magnitudes en las que yo lo viví, pero fue el inicio de mi pesadilla. Me tragué el nudo en la garganta—. Tal vez lo hace sin intención de lastimarte… pero al no saber cuánto te lastiman sus actitudes… termina lastimándote peor… Claro que eso no quiere decir que la justifique, porque no está bien la indiferencia, y menos en una relación… Pero si no le hablas con la realidad de: “Necesito tu atención, quiero que me busques aunque sea por cinco minutos, porque siento que no te importo y me estás lastimando”, eso jamás cambiará —me exalté por un momento; al decir esas palabras los recuerdos fueron claros, incluso como si hubiera regresado a ese día. Solté un suspiro, regresando mis emociones a su lugar.
Pude notar cómo escuchaba con atención, como si fuera la primera vez que lo oía, y como si, a su vez, se diera cuenta de algo… pero no sabía si en él, o ¿en mí?
—Tienes razón… los problemas se resuelven hablando —suspiró y me sonrió de nuevo, una sonrisa incluso algo tierna—. Gracias por escucharme… lo necesitaba.
—No tienes nada que agradecer. A veces necesitamos la ayuda de alguien externo —se opacó mi sonrisa—. A veces solo necesitas hablar con alguien…
Notó cómo me decaía. Con una voz suave, habló:
—Sí… hablando de eso, y viendo tu reacción… ¿pasas por algo igual?... Pregunto porque te debo el favor, no vayas a creer que quiero oír chisme.
Me reí.
—No, está bien… De hecho, corté con mi ex hace un año, y digamos que fue algo más complejo y… bueno, una larga historia, pero no tiene importancia.
Me sonrió de regreso. Se veía mucho más animado que antes.
—Bueno… no creo que no tenga relevancia… Además, tengo tiempo libre y te debo el favor… —me sonrió de una manera un tanto coqueta. No sabía si era su bella sonrisa, o si realmente me coqueteaba, pero ese simple gesto me hizo sentir de una manera inexplicable: emocionada, ansiosa, nerviosa.
Sonreí y rodé los ojos. Era claro que era una persona muy persuasiva, también intentando desvanecer mis emociones.
—Gracias por tu interés… pero ya estoy saliendo de eso y todavía no me siento lista para tocar el tema… —tomé un suspiro, cruzando mis brazos en el pecho. No quería que sintiera que despreciaba su ayuda, pero realmente era algo que no me sentía lista para contar, especialmente porque reviviría todo lo que pasó, y no quería volver a sentirme así.
—Está bien… Con eso comprendo que no fue una relación fácil —se reincorporó, poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón—. Pero cuando lo necesites, no dudes en hablarme… A fin de cuentas, te debo una, y no sería problema escucharte.
Sonreí. No solo era atractivo por fuera, sino también amable y empático: una combinación que no había visto en mucho tiempo. Él me sonrió de regreso, pero antes de que pudiéramos seguir hablando, giró la cabeza hacia un lado de la habitación, dejando que su cuello se marcara un poco.
“Ay, Papantla, tus hijos vuelan”, dije para mí. Realmente era atractivo, y su sonrisa y voz solo intensificaban lo obvio.
Volvió su vista a mí.