Pov Iris.
Bostezo.
Son las 4 a.m y aún no he podido dormir, un maldito domingo, todos saben que los domingos son para dormir, sin embargo, aquí estoy, sentada en una banqueta frente a la mesada de la cocina mientras el vapor del café que sostengo firmemente entre las manos me da directo en la cara.
Lágrimas se deslizan por mis mejillas, no quiero llorar, pero querer y poder son dos cosas distintas.
Estoy aterrada, temo que el teléfono suene, y a su vez, temo que no lo haga, porque necesito escuchar noticias sobré él, algo, lo que sea, que me informen que Dorian está bien.
No debí dejar que saliera, no debí hacerlo enojar, había bebido, sé que debo tratarlo con suavidad cuando lo hace, pero dolían, sus palabras siempre dolían, tenía una gran facilidad para lastimarme con ellas.
Escucho la puerta y me levanto como un resorte, lo veo entrar, sus pasos son suaves y lentos.
―Lo siento. ―susurra. Cuando llega hacia mí, su mirada permanece baja. Me acerco lentamente y acaricio con suavidad sus mejillas.
―A veces, no basta con que lo sientas, no podemos seguir de este modo, y lo sabes. ―murmuro, sin poder soportar el nudo que estruja mi pecho.
―Lo siento. ―dice nuevamente. Lo odio, odio cuando se disculpa, odio sus "Lo siento" porque sé que lo hace, sé que lo siente, pero no es suficiente ¿Por qué no puede ser suficiente?
―No quise decir eso, nunca realmente quiero decir lo que digo. ―continúa, pasa una de sus manos por su cabello, ahora es un desastre color miel, luego toma mis manos entre las suyas, sus ojos azules puestos en mí.
―Lo sé. Dorian... Pero no podemos seguir de este modo... Tú, yo, nosotros, ―señalo―no funcionamos. ―me aparto de su agarre para dar énfasis a la oración, para que sepa que está vez es real.
―No puedes dejarme, no lo hagas, cambiaré, lo lograremos. ―noto la desesperación en sus palabras, pero ya no puedo seguir. Ya no quiero sufrir.
―No puedo hacerlo, Do. ―me alejo unos pasos antes de que pueda evitarlo― Te dije que íbamos demasiado rápido, ya... no tengo fuerzas para seguir remando... Siento como sí con cada pelea, con cada discusión... con cada recuerdo que llega a atormentarte me hundo cada día más, y no quiero ahogarme. ―sus recuerdos, su pasado son parte de él, y me prometí amar cada parte de él, pero ¿Cómo amar algo que no quiere ser amado? ¿Cómo luchar contra algo que no puede ser tocado? Algo del que solo él tiene el control― Nos apresuramos demasiado... y lo terminamos arruinando. ―cada palabra es como un golpe directo al órgano que bombea sangre dentro de mi cuerpo.
―Lo haremos funcionar, sé que lo lograremos. ―intenta agarrar mis manos nuevamente pero lo esquivo―Iris no, no me dejes, por favor. ―su voz se quiebra y sus ojos se tiñen de miedo.
―Lo siento. ―está vez, aquellas palabras que detesto salen de mi boca. Tomo la maleta que llevaba escondida bajo la mesada y lo esquivo dirigiéndome hacia la salida. Me hubiera ido antes, pero necesitaba saber que estaba sano y salvo antes de hacerlo.
Salgo de nuestro departamento temiendo que me siga pero no lo hace, respiro tranquila, no quería armar un escándalo en medio del pasillo, llamo al elevador y bajo arrastrando mi maleta por detrás
Finalmente fuera del edificio noto como un taxi se aproxima, pero antes de que logre llamar su atención escucho mi nombre en un grito desgarrador.
Doy la vuelta y veo a Dorian correr hacia mí, sin embargo doy unos cuantos pasos hacia atrás cuando un nuevo grito inunda el aire pero esta vez hay más que temor en él... Una advertencia.
Antes de poder reaccionar un agudo dolor recorre mi cuerpo, salgo disparada por los aires y segundos después el dolor se siente aún más fuerte justo por detrás de la cabeza, trato de hablar, pero mi garganta se siente obstruida, suaves manos me toman por la cabeza para recostarla en algún cálido lugar que no logro reconocer.
Abro los ojos y unos bellos ojos azules me devuelven la mirada.
Es Dorian, está llorando, lágrimas se deslizan por sus mejilla y caen directo a mi rostro, susurra palabras que no logro entender, traza caricias que ya casi no logro sentir.
Mi alrededor comienza a ensombrecerse, mis ojos comienzan a pesar, y mi voz se pierde en murmullos extremadamente bajos, las caricias de Dorian comienzan a desaparecer como si no pudiera sentir nada más que el entumecimiento de mi cuerpo, su voz, su hermosa voz deja de oírse.
Quiero secar sus lágrimas, quiero decir algo, lo que sea, no quiero que mis últimas palabras sean un estúpido "Lo siento".
Te amo, susurro para mis adentros, esperando que algún día el mensaje le llegue, aunque sea en sueños.