Amor Sobre La Nieve

CUANDO NOS CONOCIMOS

Soy una persona que aprovecha las oportunidades que se presentan. Por eso  me inscribí en un curso de canto, curso que duraría aproximadamente tres semanas y que por fortuna sería totalmente gratis. 

Las clases iniciarían el primer día de diciembre y precisamente ese día había llegado. 

La noche anterior había preparado todo. Debido a eso, tras levantarme y posteriormente ducharme, retiré todo rastro de agua de mi cuerpo, entonces me vestí, desayuné, lavé mis dientes y después salí de mi casa. 

Yo me había propuesto ser la estudiante más puntal del curso. Pero, pocos minutos después, siendo específica, cuando puse mis pies en el aula de clases, me di cuenta de que no había sido la primera; alguien llegó antes que yo.

Observé al joven que estaba sentado en una de las sillas de la primera fila. Él tenía su cabeza inclinada y por eso no pude ver su rostro.

¿Qué debía hacer? ¿Debía sentarme o, aprovechando que aquel joven no me había visto, debía dar media vuelta y abandonar el salón?

Mientras pensaba, él levantó su cabeza y me miró.

— Ciao, io mi chiamo Ettore —habló.

Aunque ese acento se me hizo conocido, fruncí el ceño porque no entendí nada. Entonces quise decirle que, en mi país, se hablaba español, pero él no me dejó hablar.

— E tu, come ti chiami?

— ¿De dónde saliste? —pregunté, ya que, estúpidamente pensé que él podría pertenecer a una comunidad de indígenas— ¿Eres de alguna etnia venezolana que llegó aquí por error? ¿A qué chamo quieres que me coma? 

Él dejó escapar una risita y después se levantó para acercarse a mí.

— Lo siento, olvidé por un momento que no estoy en Italia. 

¿Cómo no me di cuenta que ese acento era italiano? ¡Qué tonta! Seguramente en su interior, él se estaba riendo de mí.

Quise disimular mi vergüenza y por eso pensé, antes de abrir mi boca.

— Por fortuna lo recordaste. Ahora, ¿puedes repetir lo que dijiste?

— Bella joven, solo me estaba presentando. Soy Ettore.

— ¿Ettore? Nunca había escuchado ese nombre.

— Mi nombre en tu idioma es equivalente a Héctor.

— ¡Ah! —sonreí— Yo soy Marilena, pero puedes llamarme Lena.

— Piacere di conoscerti —dijo y la sonrisa que se dibujó en su rostro, me hizo confirmar lo que ya sospechaba. Sí, él creía que yo era tonta.

Decidí ignorarlo y por eso caminé hasta la última fila, pero, obvio, antes de sentarme, lo fulminé con mis ojos. 

El salón poco a poco se fue llenando de alumnos. Y el último en llegar fue el profesor. 

— Buenos días estudiantes. Estoy feliz porque aquí hay más personas de las que esperaba. Como ya saben, este curso será totalmente gratis, así que, agradezcan la oportunidad que la vida les está brindando y traten de dar lo mejor de cada uno.

— ¿Usted tampoco recibirá sueldo? —preguntó Ettore y, al instante, todos se fijaron en él.

— ¡Oh, un italiani! —expresó el profesor y todos reímos al escuchar su desacertado intento de imitación del acento italiano.

— Silenció clase —ordenó el profesor y la risa cesó—. Bien. Ahora quiero que alguno de ustedes pase al frente y hable un poco acerca de nuestro país, acerca de esta ciudad y, obviamente, acerca del instituto donde ahora estamos.

La petición del profesor fue extraña. Se supone que, en la primera clase, los alumnos hacen una breve presentación para darse a conocer, al menos, así había pasado cuando inicié la primaria, la secundaria y la universidad.

«Quizá en los cursos no es necesario que los estudiantes se presenten», pensé en aquel momento y por eso levanté la mano.

— ¡Oh, una voluntaria! —habló el profesor. 

Él me pidió que pasara al frente y yo obedecí.

— Convence al italiano para sienta que, el hecho de haber venido a nuestro país, fue su mejor decisión —me susurró al oído el profesor y yo asentí.

Entonces abrí mi boca, me presenté y después empecé a hablar de mi país, de mi ciudad y también hablé del barrio en el que estaba ubicado aquel instituto. En resumen, todo lo que hice fue alardear de la cultura, la gastronomía y las fiestas que se realizaban todos los años.

— Joven extranjero, espero que le haya quedado claro lo que dijo su compañera —habló el profesor cuando yo callé y éste asintió. Entonces el profesor me miró—. Por favor regresa a tu puesto.

Yo obedecí al maestro y éste procedió a dar inicio a la clase. Y, una hora después, la primera clase del curso llegó a su final.

— Alumnos, antes de que se vayan, debo decirles algo. Como bien saben, estamos en el mes más festivo del año, por eso, dos de ustedes serán elegidos para cantar en un importante evento. El objetivo del mencionado evento es recaudar dinero para comprar regalos y repartirlos entre los niños más vulnerable de este barrio. El evento durará una semana —hizo una breve pausa—. La clausura será en Nochebuena, así que, hagan su mejor esfuerzo porque los que mejor desempeño tengan en el curso serán los elegidos para cantar, precisamente en el cierre del evento —el profesor señaló la puerta—. Ya pueden irse.



#20346 en Novela romántica
#12973 en Otros

En el texto hay: musica, romance, regalos

Editado: 12.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.