II
Busco entre mis vestimentas deportivas algo decente para una cita. No sé porqué estoy nerviosa, es una reunión sin compromiso y mi cita no me obligará a quedar con él de nuevo. Quiero que Eva y Virginia vean que Giovacchino quedò atrás pero no quiere decir que tenga el mismo problema con los demás hombres... Que mi cita sea igual que él. Los nervios hacen que de repita mucho la palabra cita. Solo será este y mi mente se enfocará en el objetivo, ganar este torneo. El año pasado me costò asimilar que estuve a un paso de obtener el torneo y este año será mi obsesión. No tienes que ir de buenas pintas, a esta altura tu cita debe estar al tanto de quien será su cita. Ahí está de nuevo mi mente repitiendo la palabra y no entiendo porqué. Decido por una remera de la marca que me viste, un pantalón jeans ajustado al cuerpo y una par de chinelas para ir un poco decente.
Salgo de mi habitacion aùn peor de lo que estaba allí adentro. En la sala de estar, se reunieron todos para ver una película mientras sigo detrás de ellos sin que nadie se de cuenta de mi presencia. Carraspeo para llamar la atención, ellos saltan en su lugar y las mujeres inundan el lugar con sus gritos. Ver una película de terror no favorece en nada cuando una persona los saca de su concentración.
- ¡Que susto que me diste!- Chiara tiene una mano en su pecho y Damiano deja en pausa a la misma- Dinos que necesitas...
- ¿Dónde es el punto de encuentro?- la interrumpo buscando un juego de llaves, mi teléfono ya lo tengo a mano al igual que mi billetera.
- Iré contigo, al ser una cita a ciegas no sabrás quien será tu hombre misterioso.- Virginia juega con sus cejas moviéndolos agilmente por lo que niego con la cabeza dejándolo estar- Se nos está haciendo tarde y tenemos que encontrarnos en el café que está frente a la torre.- asiento mordiendo mis labios y se acerca a mí retirándonos del departamento.
Nos alejamos del edificio a pasos acelerados, con el pretexto que su chico misterioso dice ser muy puntual. Quince minutos más tarde entre charla y risas, mi amiga corre hacia un hombre de cabello negro muy corto y de estatura normal. Viste casual con una remera sin mangas, pantalón manga 3/4 mostrando los vellos de sus piernas y zapatillas deportivas. Ella se cuelga de su cuello pero me sorprendo que él le sigue la corriente mirándola con adoración... Parece que no ha sido la única flechada por cupido, se ve uno más fascinado que el otro.
- Ella es mi mejor amiga Cecilia De Luca y en ningún momento mentí al decirte que en verdad la conozco.- me toma del brazo arrastrándome a su lado- Él es Mauro Gonzalez y dice que viene del fin del mundo...- nos reímos porque en estos días al único lugar que le dicen así es Argentina- Me tienes que invitar a conocer a ese fin del mundo, he oído que allí se encuentra una de las siete maravillas de mundo...
- No sé si aún lo sigue siendo, pero para cada argentino lo es.- se encoge de hombros y me mira estrechando su mano en mi dirección- Un gusto conocer a una de las mejores tenistas del circuito.
- El gusto es mío Mauro.- le respondo con una sonrisa y miro hacia adentro del local- ¿Dónde está tu amigo? Prefiero entrar ahora antes de que me arrepienta...
- Es el que está en la mesa apartada de los demás clientes.- se ríe señalándome a un hombre solitario de cabello castaño claro con la mirada perdida- Es tu admirador pero no sabe nada que eres su cita.- trago saliva al oír de nuevo esa palabra pero asiento sin mostrar mis nervios.
Me alejo de ellos sin ante decirme que estarán en la puerta para esperarnos. Camino hacia la persona que me está esperando. A medida que me acerco a él, los nervios están a flor de piel y por algún motivo su rostro me parece familiar. Cuando estoy a su lado de la mesa, no se da cuenta de mi presencia por lo que me acomodo en el asiento libre. Al notarme se ve sorprendido y anonadado. Su boca se abre anunciando de que hablará pero no emite ningún sonido, se sonroja quedando sin palabras y esos ojos marrones me miran intimidantes. Esa mirada lo tengo visto de algún lado, pero no sé de donde.
- Hola.- es lo único que pudo salir de sus labios sonriéndome y su voz gruesa se cuela muy dentro de mí estremeciéndome- Me llamo Gonzalo Espósito y soy tu gran admirador.
- Eso me lo temía...- le estrecho mi mano y me sorprende al empujarme para atraer mi rostro al suyo dejando un beso en la comisura de mi boca por lo que me ruborizo- Yo... ¿Qué pedimos?- mierda, nunca he estado en una situación tan incómoda como esta.
- Tengo un mesero que está a mi disposición.- lo miro frunciendo el ceño. Cuando quiero preguntarle el motivo, levanta una de sus manos y el mismo hace su aparición- ¿Qué deseas beber, reina?- su pregunta me descoloca ruborizándome aún más, nunca en mi vida me he sentido tan expuesta- Hablas muy bien el español, como habla hispano me halaga que no hables el español original, sino el que acostumbramos en América.
- Me conformo con un vaso de agua.- no le presto atención a lo que dice por lo que me levanta una ceja en mi dirección y trago saliva con esa mirada profunda que está en mí- Una taza de capuchino y dos tostadas.