---¿Me extrañaste? Porque yo si.
---Javier ¿Que te sucedió? ---Volvi a preguntar ignorando sus palabras, las cuales me han dejado las piernas temblando. No sabia con exactitud si lo he extrañado, pero si he sentido esa necesidad incontrolable de volver a verlo.
---Sólo quiero una ducha ---Confesó pasando por alto mi pregunta. La sangre de su rostro estaba comenzando a resecarse y sus ojos cerrados me dieron a entender que esta demasiado hundido en el dolor que seguramente esta sintiendo---. ¿Me acompañas a mi casa? ---Me quede callada sin saber que responder, o más bien sin saber que hacer, y comencé a intentar razonar por un momento; puedo acompañarlo a su casa para asegurarme de que este seguro y luego volver a mi casa rápido, nada malo podría pasar. De nuevo el miedo me inundó.
---Yo... ¿No prefieres que llame a alguien para que vengan por ti? ---pregunte---. No creo que pueda...
---No tengo a nadie ---me interrumpió con un tono bastante cortante y frío. Su respuesta me dejo helada.
---¿Y tu hermano? ---Al ver su mirada después de mis palabras me arrepentí al instante de mi pregunta. Soy una idiota. Aunque no le creo esto de que no tiene a nadie, lo he visto con amigos; podría haberlos llamado a ellos---. De acuerdo ---Acepte sin pensar, yo misma me sorprendi de mis palabras. Hace unos meses atrás nunca me hubiese imaginado andar sola de noche, ni mucho menos acompañando a un chico que apenas conozco a su casa sin la autorización de mi padre---, te acompañare a tu casa ¿Queda muy lejos?
---No ---Dijo sin moverse, un quejido suave salió de sus labios---. A unas pocas calles
---Bien ---Asentí con mi cabeza lentamente y lo observe sin saber que hacer---. ¿Puedes caminar?
---Si puedo ---Contestó tranquilo. Fruncí el ceño al pensar por qué no fue solo si de verdad puede caminar---. Pero sabía que si pensabas que no podía caminar, vendrías ---Abri mi boca por la indignación y el dio paso a una sonrisa inocente. Mi pecho se contrajo al sentir la decepción expandirse por el.
¿Tan manipulable soy?
---Eres un idiota ---Mis palabras salieron automáticamente de mi boca y una risa adolorida hizo vibrar el cuerpo del pelinegro.
---No digas groserías o tu papi se enojara ---Rode mis ojos y desvíe la mirada sin saber que responderle. Me siento una estúpida---. Pero si necesito ayuda para pararme, muñeca. No estoy tan bien, puedo caminar pero de todas formas necesito tu ayuda---Lo mire apoyar las manos en el suelo y intentar levantarse lentamente, pero uno de sus brazos perdió fuerza y cayó sentado. Me acerqué a él y tome su brazo para rodearlo por encima de mis hombros, lentamente logre con su ayuda que se levante y empezar a caminar hacia la salida del callejón, no sin antes llevar mi bici a la par con torpeza mientras intento sostener el poco peso que Javier esta ejerciendo en mi.
---¿Te duele mucho? ---pregunte al notar que esta sosteniendo su estómago con fuerza mientras deja escapar algunos leves quejidos. La ganas de saber que es lo que le paso me está carcomiendo por dentro.
---Puedo soportarlo ---respondió---. Mi casa no queda tan lejos, llegaremos en unos minutos.
---De acuerdo.
Luego de caminar durante media hora en completo silencio sin hacer mas que ruborizarme ante la intensa mirada del pelinegro, me atrevo a hablar .
---¿Me vas a decir que te sucedió? ---pregunte por tercera o cuarta vez en la noche.
---Llegamos ---Dijo Javier evitando mi pregunta una vez más. Dirigí mi mirada hacia la casa, un patio descuidado rodea el corto camino de piedras que llega hasta la puerta de entrada y una pintura de color gris degastado la cubre por completo. Javier quitó su brazo de mis hombros mientras me susurró que lo siga y una vez que llegamos a la puerta deje mi bici parada a un lado. Sacó una llave de sus Jean con dificultad y pasandola por la cerradura abrió la puerta, se volteo hacia mi y me hizo seña dándome a entender de que vaya detrás de él. Un gesto bastante preocupado invadió su rostro, como si se estuviese escondiendo de alguien. Tomó mi mano y nos adentro a la casa.
---Mora ---Susurró, fruncí el ceño desconcertada. ¿Quién es Mora? Él anteriormente me ha dicho que no tiene a nadie, por lo tanto me convenci de que vivía solo.
Las luces se encuentran apagadas, por lo que no puedo ver con claridad el interior de la casa. Javier camina a paso lento, los quejidos han sesado pero aun mantiene apretado su estómago con su mano libre---. Mora ---volvió a llamar, pero nadie respondió.
Con su mano comenzó a dirigirme a lo que parece ser una sala de estar, la luz que irradia la televisión que se encuentra encendida me deja ver al menos un poco: tan solo tiene un mueble donde tiene algunos pocos adornos, las paredes están despintadas y ningún retrato o foto se encuentra colgada en alguna parte, dos sillones grandes se encuentran frente a la televisión y la figura de una señora tirada en uno de ellos me desvia de lo entretenida que estaba mirando cada detalle de la sala. El rostro de la mujer se encuentra pacífico debido al profundo sueño en el que está sumergida, debe tener al rededor de unos 45 años y su cabello rojo fuego se expande por todo el sofá. Desvíe mi mirada a la botella de alcohol que se encuentra tirada a su lado.
Javier apretó mi mano y gire mi vista hacia él, un gesto de disgusto invadió su rostro al ver a la mujer durmiendo. Ignorandola comenzó a dirigirme a lo que parece ser un gran pasillo. Sus pies caminan hacia la segunda puerta y la abre, las paredes pintadas de un color azul oscuro chocan con mi vista, una cama se encuentra en el medio de la habitación junto a una mesita y un gran ropero en el rincón.
---Yo... ---Comencé a hablar, note como Javier camina hacia la cama y se sienta en ella---. Creo que debes limpiar esas heridas con un poco de alcohol ---sugerí, el pelinegro me miró con burla.
---No creo que sea necesario, nada que una ducha no pueda solucionar ---Con su mano palmeo su cama, para que me siente a su lado. Camine algo desconfiada y me senté mirando hacia el frente.
Llevó su mano a mi mentón como ya es costumbre en él y volteo mi rostro para que lo mire a los ojos, se acercó y me dio un corto beso.