Capítulo 3

—¿Qué? —Emma mira a su padre, él da un sorbo a su pipa.

—Te casas el sábado —ella estaba sorprendida que su padre no había objetado sobre la boda, su madre seguía cocinando y no les prestaba atención —La boda será en la mansión de la colina —desvío la mirada, se iba a casar en la casa donde entregó su virginidad a James —Tu futuro esposo es el dueño de la mansión, el señor Arturo Dixon.

Ella tomó su vaso de agua y lo llevó a sus labios, que ironía del destino, iba a casarse con un desconocido en el lugar que pasó horas en los brazos de James, cerró los ojos, ella no sabia lo que esperaba el señor Dixon de ella, quizás consumar el matrimonio en la noche de bodas, ellos eran desconocidos... los nervios la invadieron, ella se entregó a James porque estaba profundamente enamorada de él, pero no conocía al señor Dixon, hasta hace dos días.

—¡Emma! —parpadea, su madre está junto a su padre con él cucharón de madera en su mano, miro a su madre con temor, creció sabiendo el dolor que causaba ese cucharón en su brazo cuando su mamá la castigaba por llamarla dos veces.

—Lo siento mamá —espero el reproche de parte de ella, pero nunca llegó.

—Pon la mesa, ya estará la cena —se puso de pie, busco los platos, se sentía nerviosa, aún tenía una semana para el día de su boda.

*****

—La planificadora de boda, me ha preguntado si usted no tiene invitados —Arturo deja de escribir en su computadora, se recuesta en el respaldo de su silla y observa a Esteban.

—No invitaré a nadie —Esteban sonríe un poco.

—Su abuela no se lo tomará bien, a deseado que se case y ahora que lo hará no la invita.

Arturo sonríe.

—Envia invitación a la nona —su asistente asiente y se pone de pie.

—¿Su esposa irá al viaje con usted? —Arturo niega con un movimiento de cabeza.

—No —no dijo más, Esteban pone bajo su brazo su tablet y sale del despacho.

Arturo al quedarse solo suelta el aire retenido, no era mujeriego, desde que sus padres murieron, se dedico a Adriana y los negocios, no tenía tiempo ni tampoco el interés de andar de cama en cama, a sus treinta años no estaba preparado para el matrimonio ni para una relación.

Tomó la decisión de casarse con Emma para salvar a su hermana, iba a tomar el lugar de James en la vida del hijo de Emma, a ella no la iba a forzar a nada, los dos eran totalmente extraños.

Sonríe al ver el nombre de su hermana en la pantalla de su móvil.

*****

Emma mira la entrada del salón estaba adornada con flores blancas, su padre se aclara la garganta y la mira.

—Se una buena esposa —ella asiente, y da un paso más hacía el frente, sus piernas temblaban, había llegado el momento que tanto temía, su madre se acerca la observa de pies a cabeza, sorpresivamente ve una mueca que se parece a una sonrisa.

Emma aún recordaba la noche anterior en que la llamó mientras preparaba la cena, le habló de lo que iba a pasar en la noche de bodas, miró con pesar a su madre al darse cuenta que para ella la intimidad en la cama era un tormento, donde yacía inerte en la cama con las piernas abiertas, mientras su padre desahogaba sus bajas pasiones, Emma no dijo nada, no pudo decirle que ella ya sabía lo que pasaba en la intimidad entre un hombre y una mujer, pero que ella a pesar de haber sido su primera vez no fue traumatica. Estaba segura que su hijo fue concebido la segunda y última vez que se vio con James, ella experimento el placer en los brazos del hombre que amaba, pero eso no podía decirle a su madre.

Volvió al presente cuando escucho la marcha nupcial, todo el pueblo se giró para verla entrar, ella no había invitado a nadie a su boda, pero imaginaba que sus padres habían invitado a unas cuantas personas y estas invitaron a su familia y su familia a sus amistades, provocando que el inmenso salón de la mansión estuviera atestado, las sillas estaban todas ocupados, los que no lograron sentarse estaban de pie, ella suspira para calmar los nervios al ver al final del pasillo ahí de pie a Arturo Dixon, vestido elegantemente, reconoció para si misma que era una hombre demasiado guapo, escuchaba el cuchicheo, el pueblo estaba sorprendido porque no se explicaban donde había conocido a ese hombre guapo y elegante. Al llegar ante Arturo, ella quiso correr y no parar, él era demasiado imponente para ella, se sentía pequeña ante él.

Su padre la entregó, él tomó su mano entre las suyas, su mirada oscura se poso en el rostro de Emma, ella no pudo sostenerle la mirada.

La puerta se cerró una vez ella entró con su padre, caminaron ante el cura de la parroquia de su pueblo, Emma sentía que estaba mintiendo ante Dios, ya que se estaba casando con un completo extraño, diría a todos que era el padre de su hijo.

La puerta se abre, escuchan pasos, ella se gira y ve caminar por el pasillo a la mujer mayor, iba apoyada en un bastón elegante, la mujer llegó a los primeros asientos, miró a detalle a Emma y luego se sentó en silencio. Emma mira a Arturo, él sonríe a la mujer y le hace señas al cura que continúe con la boda.

—Felicidades —Emma se siente abrumada con tantas felicidades de parte de los vecinos, queria huir se sentía acorralada, los más chismosos la han rodeado, quieren saber como hizo Emma De Tamayo para cazar a un hombre de la ciudad, y no uno cualquiera, uno que a juzgar por la boda, la recepción, la reparación de la mansión de la colina y la compra de está, tiene mucho dinero.

Ella muerde su labio inferior, todos hablan a la vez, preguntan lo mismo ¿Dónde lo conoció?

Arturo mira hacia donde está su esposa, se sentía extraño al llamarla esposa, hasta este momento supo que su segundo nombre era Andrea, que en tres meses cumpliría veintiún años, las cosas básicas en una pareja antes de casarse, pero entre ellos hasta el día de la boda se enteraron.

Camino hacia el grupo, todos hablaban al mismo tiempo, menos su esposa, no la conocía, no sabia si estaba cómoda o no con sus vecinos, ella lo miró a los ojos, vio un poco de ansiedad y miedo al mismo tiempo.