Amanda.
Contengo la respiración esperando su reacción, dije que lo amo. Lo dije en voz alta. No puedo creerlo. Por un segundo pienso que lo dije tan bajito que no me ha escuchado pero veo en sus ojos reconocimiento puro. Sus ojos azules están un poco más oscuros de lo normal. Con delicadeza toma mis manos y me da un beso en cada una.
- También te amo pioja. Susurra antes de darme un beso lento. Sus labios suaves y cálidos se mueven con ternura. Solo nosotros. Compartimos un beso con sentimiento, sin prisa y lleno de amor. Es amor lo que siento por Max.
Me aferro a él como si mi vida dependiera de ello. Me da otro leve beso en la frente y y yo respiro profundo deleitandome con su perfume. Sus caricias en mi espalda me tienen en las nubes.
- Ven conmigo pioja. Se separa de mi y siento frío. Toma mi mano y caminamos hasta su camioneta.
Hay mucho tráfico y mi estómago suena audiblemente.
- Oye... ¿te importaría entrar en McDonald's?. La verdad es que no he comido en todo el día y muero por una Big Mac con bacon y papas fritas, muchas papas fritas.
- ¿No haz comido en todo el día?. Pregunta horrorizado.
- Comí una galleta. Me encojo ligeramente de hombros intentando restarle importancia.
- ¿Por qué no fuiste a la cafetería del 4 piso?
- ¿Hay una cafetería en el edificio?. No lo sabía. Suelto un suspiro antes de preguntar. ¿Tienen chocolate caliente ahí?.
- Sí. Hubieras ido por un bocadillo. No puedo creer que no hayas comido en todo el día.
- Bueno estuve nerviosa todo el día y discutí con mi novio así que... ¡Papas fritas, papas fritas, papas fritas!. Comienzo a canturrear como niña chiquita.
Suelta una sonora carcajada antes de decir.
- Eres increible. ¿Cómo cambias de humor así?. Su tono curioso es adorable.
- Pues.. ¿Hormonas?. Max solo niega con la cabeza.
Después de cantar ¡Papas fritas! durante todo el trayecto hasta el McDonald's. Estoy feliz comiendo mi comida. Max no ordenó nada para él pero no para de picotear mi comida. No me ha querido decir a donde vamos pero no insisto. Solo no quiero que me quite mis papas fritas. Dios. Ahora tengo ganas de un volcán de chocolate con helado de vainilla. Pero me quedo callada y disfruto de la música.
Llegamos a un lindo y ostentoso restaurante.
- Si me ibas a traer a comer te hubiera dado más papas para tener más espacio. Y acaricio suavemente mi estómago.
- No me quería meter en tu linda relación, no creas que no me di cuenta que para ti eran sagradas en ese momento. Su tono acusatorio me hace sonrrojar.
Sale del auto y lo rodea con su usual elegancia y abre mi puerta. Le entrega las llaves al valet que nos da la bienvenida, es un chico un poco más alto que yo y no disimula al mirarme. Max le hace mala cara pero sigue caminando hasta las puertas dobles. Al entrar hay una rubia curvilínea que por su aspecto debe ser la anfitriona. Estoy que le ofresco un pañuelo para que se limpie la baba. ¡Deja de mirar a mi hombre!. Los celos se apoderan de mí. Malditas hormonas. Miro de reojo a Max quien le sonríe con familiaridad a la mujer piernas largas.
- Señor Brown, es un gusto tenerlo aquí.
La muy descarada se pone más recta para sacar más pecho. Respiro profundo y repito una y otra vez en mi mente "No la mates".
- Hola Margot, sabes que me puedes llamar por mi nombre.
Contengo la respiración. Margot se sonroja y suelta una risita nerviosa.
- Mejor lo llevo al salón dorado.
Nos conduce por el lugar donde hay varias personas en torno a las mesas que nos miran con curiosidad y algunos reconocen a Max quien se detiene a saludar y me presenta como su novia. Veo que Margot tuerce el gesto y me mira como si hasta ahora notara mi presencia. Yo sonrío y me siento un poco mejor. Caminamos hasta el final lugar y abre una puerta que da a un largo pasillo, Margot camina delante de nosotros y se contonea a cada paso que da. Llegamos a otras puertas dobles que son doradas y están hermosamente talladas.
- El salón dorado. Anuncia Margot, antes de girar en sus altos tacones y salir por las puertas.
No tengo palabras. Parece irreal. Puede que no sea grande pero sus espejos crean la ilusión de amplitud, las molduras en las paredes y el el techo son doradas, tiene una pintura dibujada en colores pasteles en el techo, refleja un cielo y ángeles, todo es bello, magestuoso. Un gran candelabro colgante está en el centro del salón iluminando el lugar, sus bellos critales brillan por el reflejo de la luz. Todo parece oro. Bello. Antiguo y moderno. Hay una gran mesa con un gran arreglo floral en el centro. ¡Son mis flores favoritas! y tienen pequeños critales que caen en forma de lágrimas.
No puedo evitarlo. Comienzo a llorar. Nadie se ha tomado las molestias de ser tan lindo conmigo. De hacer todo esto para mi.
- ¿No te gusto? No llores pioja, por favor. Max me abraza y besa mi coronilla repetidamente.
- ¡Me encanta! Es hermoso... no tengo palabras.
Max seca mis lágrimas dulcemente y comienzo a reír.
- Lo siento, esto es perfecto. Lloro de felicidad.
- Quería disculparme contigo, no debí tratarte como lo hice. No sabía que hacer para recompenzarte pero por tu reacción creo que voy por buen camino.