Era un día como cualquier otro, escondernos de los enemigos se volvió rutina. Uno podría llegar a pensar que hasta el día de su muerte seguiría esta maldita pelea, pero todo se volvió tan normal que se nos es imposible imaginar otra vida distinta, una en la que no tengamos que angustiarnos por nuestro futuro, una vida llena de paz y felicidad sin temor o tristeza. Ahora vivimos nuestras experiencias como si fueran cosas de siempre, el miedo se desvaneció, aunque cabe aclarar que algunos siguen teniéndolo, las expresiones de terror y tristeza se hicieron cada vez más comunes en los rostros de las personas.
Pocas personas concurrían las calles, haciéndolo parecer al dia como uno de esos en los que llueve fuerte y la gentes prefiere quedarse en su casa. Los ruidos de disparos se volvieron un sonido común, uno igual al del canto de los pájaros.
Las noticias de que alguien muriera ya eran de costumbre.
En este lugar no existe la tranquilidad, solo reina el caos y la destrucción.
Caminando por la calle poco transcurrida, me encuentro atenta ante cualquier inquietud que me alertara de alguna señal de peligro, saludando por amabilidad a los que me cruzo en mi camino recibiendo el mismo gesto por su parte, solo que lo devolvían algo tímidos, cosa que no era extraña en nuestra situación.
Mis deberes del día arrancaban llendo a comprar algunos alimentos para preparar la cena de esa noche.
Me dirijo hacia la tienda de khalil ahmed, un viejo amigo de la familia.
Al llegar noto su tienda vacía, pero no era poco común, ya que todos había una cierta hora para salir y no sentirse presionado por llegar rápido a su hogar, que hasta ahora se volvió el lugar más seguro.
—Buenos días, señor Ahmed —saludé amable y temerosa.
—Buenos días, Aísha, ¿Cómo le va? —respondió gentil.
—Muy bien señor, ¿a usted? —respondí.
—Como de costumbre, ¿Su madre se encuentra bien? —preguntó.
—Ella se encuentra bien —le dije.
—Y dime ¿Qué llev..—fue interrumpido.
Se escucharon disparos, los soldados se acercaban y el peligro llegaba. Nunca estuve en una situación así, ya que cuando esto pasaba me encontraba en mi casa. Lo único que pude hacer por instinto es salir corriendo hacia mi hogar y esconderme.
Me despedí de khalil y salí de ese lugar lo más rápido que me permitieron mis piernas.
Los sonidos se escuchaban cada vez más cerca. Cuando pensé que llegaría a tiempo, logro divisar en frente mío a algunos soldados, las calles se habían llenado de personas gritando por su vida, aparentemente los soldados enemigos nos habían emboscado, y entraban a los hogares para sacar a las personas y llevarselas.
Sabía que yo no llegaría a casa ya que faltaba mucho que atravesar, pero tenía algunas esperanzas de poder refugiarme con alguna familia que se escondiera del ejército, pero era más probable que me atraparan a que llegara a esconderme.
Era todo un desastre, se escuchaban las voces de algunos soldados diciéndonos hacia donde ir y los disparos eran constantes. Como pude, fui junto con una muchedumbre; la cual era guiada por algunos soldados de nuestro bando.
Justo cuando mis esperanzas volvían y se hacian cada vez más grandes, llega una tropa de egipcios y empiezan a disparar, así empezó de nuevo la pesadilla, solo que esta vez era yo quien la vivía.
Sentí miedo y comencé a llorar miéntras corría sin rumbo alguno, no sabía que hacer, lo único que hacía era lo que todos hacían.
Corrí tan lejos como pude, escuchaba a los enemigos disparar hacia el cielo mientras gitaban:"¡ALTO!" para lograr tranquilizarnos, pero todo eso era en vano, me perdí entre las personas y logré esconderme en una casa que parecía que con un soplido se derribaria por completo. Pero en ese momento lo único que quería era sobrevivir como sea.
Me escondí en unos escombros mientras me tapaba los oidos, estaba temblando, lloraba y tenía miedo; miedo de lo que me pasara, de lo que le pasara a mi madre, de lo que le pasara a esas personas inocentes.
Lo único que oía eran disparos y gritos desgarradores de mi gente. Luego comenze a escuchar explosiones muy fuertes, sabía que eran bombas y eso solo provocó que me alterará aún más.
Me sentía sola y sin posibilidades de seguir con vida,seguí tapándome los oidos,intentando calmar mi llanto para no ser encontrada y ahogando mis gritos que querían salir de mi descontroladamente
Estuve así durante un buen rato, hasta que dejé de escuchar a esas personas y las bombas se detuvieron poco a poco, todo ese tiempo fue una tortura que parecía ser eterna, pensé que ya se habían ido y que volvería a ver a mi madre, me sentía feliz. Lástima que el momento de alegría no duró mucho tiempo, ya que para mi mala suerte, pasó lo que más temía.