Una melena rubia y otra cobriza asomaban de entre las montañas de nieve que se formaban en los terrenos de Hogwarts. Ambas hablaban bajo, cuidando que nadie las escuchase.
—...por lo que le mandé la carta —susurró la pelirroja.
—¡¿Sus padres?! Qué atrocidad —contestó Meryl.
—Pero no podemos hacer nada —comenzó Lily avergonzada.
Meryl tan sólo se encogió de hombros, se levantó de la nieve y se dirigió a la entrada del castillo para después ser seguida por Lilianne.
Tan solo faltaban unos cuantos días para volver al colegio, poder salir de aquella mansión entusiasmaba tanto a la pequeña Black que le costaba disimularlo. Bajó los blancos escalones para ir en busca de Severus, abrió la puerta de la mansión, pero fue detenida por una pequeña niña de ojos marrones.
—¿Tratando de escapar? —le espetó Bellatrix.
—Solo busco a Severus. Ahora, si te apartaras me alegrarías el día —le comentó la pelinegra.
—¿Es que tu mugrosa amiga comadreja se ha olvidado de ti y buscas con quien poder conversar? —hizo una leve pausa—. Como si realmente conocieras a Severus... —mencionó misteriosamente.
—Conozco a Severus incluso antes de que tú supieras pronunciar tu primer hechizo —la desafío Calynn orgullosamente.
—Al menos a mí me contó su gusto sobre lado oscuro —le respondió Bellatrix.
—No había necesidad de decírtelo, desgraciadamente tuvo que aguantar tu presencia diaria unos meses, ¿no es así?
Bellatrix sacó su varita furiosamente y la apretó fuertemente al cuello de su acompañante, Calynn pudo notar la forma rara y peculiar de la varita de su hermana, era torcida igual que su mente que tanto imaginaba crueldades; pero regresó a la realidad al sentir que era asfixiada por su propia hermana, trataba de escapar de su agarre, pero las yemas de los dedos de Bellatrix los sentía cada vez más unidos en su suave cuello.
—¿Cómo es que sabes eso? —le cuestionó mientras la azotaba contra el muro más cercano sin soltarla por un momento.
Como era de esperarse la pequeña Black no logró responder nada pues cada vez se quedaba con menos aire.
—Acabaré contigo, al fin y al cabo, solo has sido un estorbo para la familia —comentó Bellatrix aliviando un poco la fuerza con sus manos para sacar un pequeño cuchillo de su túnica—. Es tan aburrido cuando es tan rápido —suspiró melancólica con una sonrisa diabólica mientras acercaba el filo a su garganta, pero antes de poder a hacerle daño alguno, Calynn vio pasar un hechizo frente a ella para que después cayera al suelo y volviera a respirar. Trató de incorporarse y de abrir los ojos. De entre sus párpados pudo ver rayos de diferentes colores venir de ambas direcciones.
—¡Entra a la mansión ahora! —le ordenó una voz familiar que reconoció hasta que vio sus ojos color miel para reaccionar y ponerse de pie, pero se agachó al instante para poder evitar los hechizos que eran conjugados en ese preciso momento. Tomó la cerradura de la casa y entró sin pensarlo dos veces. Allí dentro comenzó a tratar de recuperar el aire y de regular su pulso, se recargó en la pared que estaba junto a la puerta, pero una ventana se hizo añicos junto a ella. Lo que no lograba entender era como nadie se había dado cuenta de lo que pasaba.
Por la ventana recién rota logró colarse el sonido que venía desde afuera.
—No porque seas mayor que yo serás mejor en esto —la desafío Bella.
—No solo debes guiarte por los conocimientos de una persona, sino también por sus valores y habilidades. —Ante este comentario todo calló de repente, la pelinegra se asomó ligeramente por la ventana y vio a una Bellatrix inconsciente en el suelo mientras que Andrómeda recogía la varita de su hermana y el cuchillo que tantos problemas había ocasionado. La castaña se volvió hacia la mansión dejando a su hermana en el suelo. Entró a la casa y se dirigió directamente a Calynn, ésta al ver que Andrómeda tenía un gran corte en la cara se lamentó mucho mientras la abrazaba fuertemente.
—¿Cómo es que nadie ha escuchado este escándalo? —preguntó la pequeña confundida.
—¿Que no lo han escuchado? Obviamente que sí, pero ya se han acostumbrado así que nadie interfiere —explicó Andrómeda mientras que con un pañuelo se limpiaba el líquido rojo de su cara.
Hubo un pequeño silencio antes de que Andy hablara.
Editado: 18.01.2019