Amores Dormidos: Will y Jessica

JESSICA 2

Hola, querido lector y querida lectora. Esta es una historia que se cuenta desde dos puntos de vista distintos: el del chico y el de la chica. Hay capítulo desde la perspectiva de "él" y hay desde la perspectiva de "ella". A continuación leerás el punto de vista de la chica: Jessica.

 

 

El juego de la botella. La adolescencia de toda persona no estará completa hasta que haya jugado “la botella”.

Es fácil. Hombres y mujeres──y sí, es importante que sean ambos sexos──, forman un circulo y en el epicentro se coloca una botella en forma horizontal.

La idea es ponerla a girar y al que señale la boca al detenerse, será el “marcado”, quien tendrá que obedecer a un reto o confesar una verdad según el penitenciado lo decida.

Por supuesto que cada quien quiere ser siempre quien ponga la penitencia o revele los secretos de los otros, pero nunca quiere ser el marcado.

Entre los que jugamos aquel sábado en la noche estábamos: Mi mejor amiga Carolain, mi hermana mayor Jennifer, su amiga Luisa, Vernie, su mejor amigo Josué Caleb y el divino papacito de Hans.

Me senté y tomé mi puesto al lado de Carolain, quien a su vez se sentó al lado de Jennifer. Yo estaba nerviosa y emocionada a la vez.

La botella comenzó a girar, cayó en Hans.

── ¡Quítate la camisa! ──gritó Carolain sin esperar siquiera a que Hans decidiera verdad o reto.

“¡Que se la quite, que se la quite!”, clamamos todas en coro.

Hans quiso verse como apenado y humilde, pero que va. Le gustó mostrar su vientre  sexy fuerte y plano. De esos que dan ganas de lamer toda la noche.

Las chicas aplaudieron y Hans dejó salir su vanidad para extender sus brazos y dar media vuelta como diciendo “contemplen mi hermoso cuerpo”. Y vaya que lo hicimos.

Hans se dispuso a colocarse de nuevo su camisa, pero Jennifer lo detuvo.

── ¡No, no! ──le dijo tomando la camisa y escondiéndola detrás de ella ──. Vas a jugar el resto de la noche así.

── ¡No inventes! ──dijo Hans.

── ¿Me apoyan, chicas? ──preguntó Jennifer.

Todas aplaudimos.

──  Si me da un resfriado las culpo a ustedes ──bromeó Hans.

──  Si te da uno, yo te cuido ──le replicó mi hermana.

La botella volvió a girar y cayó en Luisa.

──  ¡Uyy! ¿Luisa? ¿Verdad o reto? ──preguntó Vernie.

──  Mm…Verdad  ── escogió ella.

──   ¡Que aburrida! ──se quejó Jennifer.

──  Déjenla, si ella escoge verdad que sea verdad  ──la apoyé. En parte porque sabía que cuando me tocara mi turno, yo escogería verdad.

──   ¿Te gusta uno de aquí? ── preguntó Vernie.

──  Sí  ── respondió Luisa riéndose apenada.

──   ¡Uyy! ¿Quién? ── volvió a preguntar Vernie.

──   ¡No! Solo se vale una pregunta a la vez  ──aclaró Carolain.

──   Prepárate por que la próxima será esa pregunta  ──le advirtió Vernine divertido.

La botella volvió a girar.

«Que no me toque a mí, que no me toque a mí».

Se detuvo y la marcada fue mi hermana.

── Reto ──ni siquiera lo pensó.

── ¡Uyy! No pierde el tiempo ──señaló Vernie.

── Yo sé que es lo que quieres ── aseguró Hans.

── ¿Ah sí? ──preguntó Jennifer.

── Sí. Y te lo voy a dar. Vas a cerrar los ojos y con tu lengua vas adivinar que parte de mi cuerpo lames.

── ¡Listo!

Jennifer cerró los ojos. Y todos vimos encantados como Hans colocaba con dificultad sus pectorales cerca de los labios de Jennifer.

── Ya ──le avisó.

Jennifer sacó su lengua y lamió.

Hizo como si saboreara y luego volvió a lamer.

── Mm…No sé, todavía no la pillo.

Se rio y volvió a lamer.

── ¿Te está gustando? ──preguntó Hans con tono pícaro.

── ¡Es mentira! ¡Ella ya sabe! ──denunció Carolain──. ¡Lo está haciendo apropósito!

── ja, ja, ja. A ver…m…Son tus pectorales ──adivinó mi hermana.

── ¡Eso! ¡Bien! ──dijo Hans.

Jennifer abrió los ojos y se encontró con Hans a menos de diez centímetros de su rostro. Se puso roja como cuando yo me sonrojo.

La botella volvió a girar.

«Yo no, yo no, yo no».

Cayó en Luisa.

── ¡Sí! ¡Joder! ── gritó Vernie emocionado.

── Reto ──dijo Luisa.

── ¿Reto? ¡No! ¡Verdad! ──se quejó Vernie.

── Las reglas son las reglas ──la defendió Carolain.

── Dame un beso ──la retó Vernie.

── ¡No! Ya tú le hiciste una pregunta. Ahora le toca a otro poner el reto. Ponlo tú, Josué Caleb.




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