Queridos Mariana y Guillermo:
Sé que esta carta les sorprenderá, pero es que necesito informarles de una situación que se dio en casa después de que ustedes se fueran.
Guillermo tuvo la suerte de ir a la guerra junto a su hermano, pero Augusto no, ya que Gastón fue enviado a la colonia (como sabemos).
Pues bien, esto hizo que tus hermanos, mi querida Mariana, crecieran de manera diferente y por separado, por tanto tiempo y por primera vez en sus vidas.
¿Por qué les explico esto? Porque esto produjo enfrentamientos entre Augusto y Gastón desde que ambos volvieron, y solo amainó un poco, cuando se aproximó la fecha de vuestro enlace. Pero ahora que está la familia solamente en casa, sus discusiones se hicieron cada vez más profundas, más fuertes.
Esto me hizo decidir que Gastón acepte la invitación de Guillermo de visitarlos. Sé que es muy pronto, pero mi hijo menor ya está al día con las cuentas de la familia, por lo que les pido encarecidamente que me perdonen por enviarlo, pero la situación aquí no da para más.
¿Por qué Gastón y no Augusto? Porque él mismo pidió ir con ustedes.
Espero que esta visita no les genere problemas, y si así es, mil disculpas.
Saludos cordiales y buenos deseos de toda la familia para toda la familia.
Atentamente.
Elías Arévalo-Uribe. Señor y gobernador de Cosdiba
Pd: Gastón llegará una semana después de enviada esta carta.
Hacía tres días que los príncipes habían recibido esta misiva y, ese día, luego del aviso de la guardia del muro, ellos estaban junto a Victoriano, Pía y Úrsula, en las escalinatas del palacio, esperando que llegara el visitante.
Al llegar, Gastón fue directo a abrazar a su hermana, a quien hizo girar en el aire, mientras reía.
‒disculpe, alteza‒. Dijo a Guillermo, tendiéndole la mano‒. Pero es que, antes de ser su esposa, es mi hermana.
‒no hay problema‒. Sonrió el príncipe heredero‒. Pero tendrás que moderarte frente a mi padre.
‒lo haré, pero ¿Por qué la advertencia?
‒porque lo que vimos en casa de padre, fue una fachada‒. Intervino Mariana‒. Pero esas no son cosas para hablar aquí. Pasemos dentro y te contamos.
Mariana y Guillermo guiaron a los demás dentro del palacio, Gastón saludó a sus concuñados y siguió a los casados hacia dentro.
Detrás de ellos, avanzaron Frago y Banzo, quienes acompañaban a Gastón, uno por ser su valet y el otro, a pedido de Elías.
Los príncipes y sus invitados, se dirigieron al segundo piso, al ala norte (el ala de invitados), desde donde los sirvientes guiaron al ayuda de cámara y al preceptor de Gastón hacia el área de servicio, y donde los señores se sentaron a tomar y comer el tentempié.
‒ ¿y sus padres, los reyes?‒preguntó Gastón a Guillermo y Victoriano, cuando Mariana, junto a las princesas, se retiró en un momento, para ir a ver a su suegra.
‒mi padre está en reunión con los representantes de la iglesia‒. Contestó Victoriano‒. Y madre está indispuesta.
‒Mariana luego te contará lo que crea conveniente en ese tema, cuñado. Es algo delicado.
‒que solo incumbe a la familia real‒. Discutió el menor de los príncipes.
‒es el hermano de la futura reina con quien hablamos. Es hijo de la prima de la actual reina.
‒bueno, chicos. Ella decidirá qué me dice y que no, con respecto a su vida aquí‒. Intervino Gastón, incomodo‒ ¿Ustedes cómo van con la vuelta de la guerra? ¿Cómo es estar casado Guillermo?
‒bien, la vamos llevando bien‒. Contestó Victoriano, mientras Guillermo sonreía‒. Guille está haciendo proyectos para implementar cuando sea rey, aunque mi padre se agarra a la corona con uñas y dientes.
‒bueno, es que a mi padre no le gusta la idea de dejar de ser rey. Y con respecto a estar casado… tu hermana me hace las cosas fáciles, es como estar casado con mi mejor amiga.
‒ ¿y tú, Victoriano?
‒no. yo no tengo idea de lo que es estar casado.
Los tres rieron.
‒ ¡¿Qué para cuando el casamiento?!
‒ ¡Dios me libre y me guarde! ¡antes muerto que cazado!‒volvieron los tres a reír‒Pero, hablando en serio, ahora que Guille tiene a tu hermana, yo no estoy tan presionado para casarme y quiero disfrutar un poco más de mi soltería.
‒ ¿Cuántos años tienes?
‒veintisiete ¿por?
‒parezco más grande que tú. Tengo veinte y ya estoy harto de la soltería.
‒pasa que yo estuve en la guerra y no pude disfrutar de la mía. A tu hermano debe pasarle igual.
‒ ¿no lo viste en la fiesta de casamiento, o en el torneo? ¡Él ya eligió a quien será su esposa!
‒bueno‒intervino el mayor de todos‒. Eso no viene al caso‒. En ese momento, apareció Mariana y los príncipes se levantaron‒. Ahora, nosotros los dejamos, que tenemos que ir con padre, que ya debe haber terminado la reunión con la curia.