RYLEE BOLTON.
Estoy nervioso.
Muy nervioso.
No doy más de los nervios.
Calma, todo va a estar bien.
Calma, todo va a estar bien.
Calma, todo va a estar bien.
Calma, todo va a estar bien.
Hoy voy a estar a solas con Aspen en una cabaña.
Cada uno va a dormir en un cuarto distinto.
Pero igual.
Jamás estuve tanto tiempo a solas con ella.
Respira.
Ten calma.
Todo va a salir bien.
— Hace frío. —Tirito.
— ¿Prendí la chimenea?
— Si, por favor. —Tembló.
Agarre unos troncos, los arroje en la chimenea y la prendí.
Me senté al lado de ella.
Acerque la manta que estaba tirada en él piso y nos tape a ambos con ella.
Silencio.
Ninguno de los dos decía nada.
— Es hermosa la cabaña. —Hablo rompiendo el silencio.
— Si, es bastante hermosa.
— ¿La elegiste vos?
La mire.
Ella ya me estaba mirando.
Que lindo ojos tienes.
— Si, me dejó elegirla por la culpa que sentía por no estar para ninguno de mis cumpleaños.
De solo recordarlo me da impotencia.
— Me había olvidado que tú Mamá siempre está trabajando. La mía está como de vacaciones por luto.
Una lágrima resbala por su mejilla.
Se debe haber acordado de Samara.
Samara no merece las lagrimas de Aspen.
No merece nada de Aspen.
Se la limpio quitándose la del rostro.
Acarició su labio inferior.
Detengo mi mirada ahí por unos cuantos segundos.
Levantó mi mirada a la suya y veo que ella también tiene la mirada en mis labios.
Vuelvo mi vista a su boca.
Necesito besarla.
Deseo besarla.
No aguanto más.
Necesito hacerlo.
No puedo más de las ganas que tengo de probar sus hermoso labios.
Y no espero ni un segundo más.
La beso.
Me besa.
Nos besamos.
Al fin la estoy besando.
Sus labios son carnosos y suaves.
Encajan perfectos con los míos.
Siento una sensación de paz al sentir sus labios sobre los míos.
Es como haber encontrado mi otra mitad, la misma que pensé jamás encontrar.
Como estar en el mismísimo paraíso.
Lo que tanto había deseado al fin esta pasando.
Ahora.
En este preciso momento.
La tengo aquí conmigo.
Besándonos.
Algo que jamás pensé que pasaría se hizo realidad.
Y ahora no quiero, ni pienso separarme jamás de ella.
Pero luego de un rato me tengo que alejar lo suficiente para poder mirarla a los ojos.
Aspen envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y esta vez ella fue la que empezó el beso.
Su boca encontró la mía en un segundo beso que hizo temblar el mundo bajo mis pies.
Se siente tan calientes.
En un acto desesperado, enrollo sus piernas en mi cintura y me beso con desesperación.
Como si hubiera deseado esto tanto o más que yo.
Primero me pilló desprevenido, pero luego le devolví el beso con pasión, con urgencia.
Con la misma desesperación.
Mientras nos besábamos nos lleve hacia la pieza en la que iba a dormir yo.
La depósito con suavidad sobre mi cama.
De verdad deseo hacerle el amor toda la noche, solo a ella.
Por qué era ella la persona a la que le quería y quiero que sea mi primera vez.
Me despegue de sus labios y los lleve hasta su cuello, dejando suaves besos sobre su piel, mientras le bajaba el cierre de su vestido. Pude sentir el calor de su vagina contra mi miembro, y eso me excitó aún mas.
No dije nada.
Tenía miedo de que si hablo se arrepienta y no lo hagamos.
Y yo deseo hacerlo más que a nada.
Me apresure en bajar el cierre de su vestido, dejándola en ropa interior.
Me separé de ella y la mire con dulzura.
Le repase todo el cuerpo con la mirada ya que no sé si esto se volverá a repetir.
En un movimiento ya me encontraba debajo suyo.
Comenzó a desprenderme la camisa botón a botón, para luego quitármela por completo.
Beso mi torso descubierto, mientras su mano derecha se posaba sobre mi masculinidad para luego bajar el cierre de mi pantalón.
Una vez ya desvestidos ambos introdujo mi masculinidad en su interior.
Siento una pequeña molestia al principio pero luego de un rato desaparece.
Soltó un breve gemido.
Eso hizo que se me ponga aún más dura.
Me moví en su interior con más intensidad.
De tanto en tanto acariciaba sus abultados pechos, lo cual hacia que mi sensación de placer fuese incrementando, al punto de llegar a la cumbre.
— ¡Dios mio! —Gemí, aumenté las embestidas sabiendo que estaba a punto de experimentar un orgasmo.
Y pronto ambos nos derramamos en un delirio de placer.
Salí de su interior y me recosté al lado suyo.
Tranquilize mi respiración.
Aspen se acomoda en mi pecho desnudo y así me quedo dormido.
Después de haber hecho el amor con Aspen Finnegan, la persona que amo y siempre ame.