La vida le sonreía, las cosas estaban tomando el curso que ella había deseado, el día anterior fue fantástico, Alejandro había esta atento y muy cariñoso, le había hecho el amor como nunca, casi como si fuera otra persona, se detuvo un momento ¿seria Leonardo? No, imposible, ella se habría dado cuenta de inmediato, a ella no la podían engañar, el se lo había prometido.
El objeto de sus amores y pensamientos estaba en la cafetería de la escuela, se acercó a el sonriendo
Alejandro sintió que su corazón se aceleraba ¿Qué estaba pasando?
El chico sintió que una mano invisible estaba cerrando su garganta, no podía creer que Leonardo se hubiera atrevido a tener sexo con Paola, tenia que aclarar ese punto inmediatamente con su gemelo
Lo dejo solo, no podía presionarlo, debía dejar que todo siguiera fluyendo, por su parte, Alejandro no veía la hora de estar a solas con Leonardo, en el resto de la jornada de la escuela no pudo hacerlo, así que espero hasta llegar a la casa, inmediatamente entraron a su habitación lo encaro
Alejandro sintió que la sangre le hervía, tomo del cuello de la camisa a su hermano
Fernando salió furiosa a buscar a su otro hijo, lo encontró en el garaje con uno de sus autos
Se fue, no quería estar en el mismo sitio que su madre, en ese momento solo deseaba estar solo, su cabeza daba vueltas, se sentía traicionado, decepcionado, su vida era una mierda y el era el único culpable.
Los siguientes días evito a su hermano, se cambio de habitación, iba y regresaba solo a la escuela, hablaba con Sofia lo necesario, al igual que con Paola, lo hacia para que no estuvieran cuestionándole por su actitud, si preguntaban algo les salía con el cuento que estaba concentrado en los deberes de la escuela, que quería sacar buenos promedios de notas para la universidad o cualquier tontería que se le viniera a la cabeza.
Una semana había transcurrido y sentía que le faltaba una parte de si, siempre había sido unido con su hermano, pues era la ley de la naturaleza, se habían creado al mismo tiempo, podía ser una bendición o una maldición tener otro yo, otra persona igual a ti, pero en este momento lo sentía como una maldición, que ironía que todo su juego se le hubiese venido encima, como quien escupe para arriba.
Ese día estaba en su nueva habitación, su madre ya le había cuestionado diez mil veces por el cambio y como las nueve mil novecientas noventa y nueve veces anteriores, la había dejado con un palmo de narices, no le contesto nada y la trato despectivamente, odiaba que su madre se las diera de la super mama tardíamente, cuando era un hombre ya, como si pudiera olvidar todos los años atrás cuando verdaderamente la necesito y ella nunca estaba para el ni para su hermano, no la odiaba, pero realmente no la sentía como su madre.