Amos del desierto

  VII. El encuentro de las dos tribus 

Los druidas del desierto y los druidas negros, ambos perdidos por la arrogancia del desierto, no encontraban a los suyos quienes seguían moviéndose a través de él, los druidas del desierto montando a sus hormigas león y los druidas negros moviéndose a contra viento.

Los druidas del desierto aún seguían en grupo pero el desierto les jugo una broma, cada miembro de la tribu comenzó a tornarse invisible,

-¿Qué clase de espejismo es este que afecta a los seres individualmente?- se decían entre ellos, hasta que por completo no se pudieron ver más, solo se miraba atrás una nube de polvo, eran los mercenarios en motocicletas todo terreno.

Detrás de la nube de polvo de las motocicletas se aproximaba una tormenta de Arena, esta fue el motivo de la velocidad del grupo de mercenarios, quienes huían despavoridos de ella para ponerse a salvo.

Ya no llevaban la delantera los druidas negros, se vieron forzados a seguir con cautela pues el desierto del Sahara estaba hechizado por el poder de Dios para ser uno de los lugares más peligrosos del mundo.

Se cuenta entre los historiadores que los lugares que sufren fenómenos naturales extremos, en algún momento se descarriaron y practicaron las ciencias prohibidas, lo que les llevo a ser malditos por constantes azotamientos naturales debido a la ley divina que dice; “Pagaran los pecados que cometas, tus hijos y los hijos de tus hijos hasta la cuarta generación”, azotando de esta manera a toda civilización impía.

 

Se encontraron las dos tribus con aires de competición, sus miembros, algunos caídos otros perdidos en la incertidumbre de lo que ahora parecía una batalla contra el desierto, un paso el cual ya no era considerado una travesía, ahora se jugaban las vidas por el sendero de la muerte, victoria o defunción era el título que llevaban sobre los hombros y el desierto era el desafío.

Los mercenarios, y los  caza recompensas armaron sus tiendas para pasar la tormenta de arena, junto a ellos los druidas del desierto y los druidas negros.

Paso un día completo, llegada la noche partieron, un frio que daba patadas a los pulmones de los contendientes quienes optaban por cubrir sus narices con velos que parecían bufandas, los detenía.

El historiador Axander Barquer tenia un gorro de cuero en la cabeza y unos lentes redondos, parecidos a los que usan los pilotos de aeronaves, una bufanda café y una chaqueta de cuero era el motivo de ayuda para seguir su camino, sin detenerse.

Todo el grupo al que pertenecía también querían adelantarse y dejar atrás a los contrincantes.

-Esta aventura será la mejor de nuestras vidas- pensaba Axander.

-Seguro y cada vivencia relatada sea un poco de experiencia para los que osan pasar por los desiertos-.

Axander Barquer bebía ron y se pasaba la botella con sus otros amigos ellos se mantenían calientes de esa manera y brindaban por la nueva aventura.

Pasados los cinco mil kilómetro el camino irregular los detiene y los obliga a examinar el territorio en el cual se encontraban, cientos de agujeros les rodeaban ellos creían que eran simples huecos y se aproximaron a indagar sobre aquello, al acercarse cada vezmás a los agujeros una sorpresa les hace tener precaución, veían con asombro unas criaturas con ocho ojos, la arena se corría hacia los agujeros, el espanto los llevo a apartarse lentamente pero uno de ellos cae accidentalmente en un agujero mientras caía gritaba con un terrible pánico.

-¡Auxilio, auxilio!-.

Un profundo grito de vacío  se escuchó y no tardíamente se oyó el golpe final, luego del grito comenzaron a salir las criaturas que sacaban primero sus zancas y luego sus cuerpos, eran arañas gigantes.

Ante la presencia de estas criaturas los mercenarios y caza recompensas sacaron sus armas y comenzaron a disparar, gritos y disparos por doquier, los mercenarios retrocedían mientras lanzaban granadas y las arañas con hambre se las tragaban, luego estallaban haciendo volar por todas partes las vísceras.

Las arañas gigantes capturaban a los competidores y se los tragaban rápidamente, no les daban opción a intentar salvarse, se movían tan rápido que ante los ojos de los mercenarios era difícil disparar, ellos descubrieron que el punto débil de estas criaturas eran las granadas y comenzaron a disparar granadas con lanza granadas, al sentir el fuerte impacto de las granadas, las arañas se fueron apartando poco a poco y comenzaron a arrojar telaraña tenían un golpe tan preciso que de una, arrastraban a los mercenarios, fueron cuatro víctimas las que se cobraron ya solo quedaban diez mercenarios, luego solo se miraban cuando las arañas les arrastraban hasta sus nidos.

Después de que la última araña se metió en el nido se oían los gritos diciendo;

Retirada, lo mejor será rodear este sector para evitar las muertes innecesarias.

 

Rodeando estaban aquella morada de arañas cuando se escuchó un grito;

-¡Auxili!, Ha! ¡Haaaaaaaaaaaa!, un grito desgarrador se escuchó, las arañas le comían desde los pies hasta el vientre, poco a poco iban devorando, saboreando aquel manjar que probablemente no volverían a probar y se peleaban por el como animales carroñeros despedazándolo para poder tragar un poco de aquella delicia.



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En el texto hay: fantasia, carreras, mistica

Editado: 23.07.2019

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