Venecia 1623
—Ángela, Ángela— Cada grito o voz que ronda a mi alrededor, se asemeja a la vos de Jordi llamándome. A cada instante vuelvo la vista hacia atrás, me parece ver a Jordi siguiéndome a la distancia, pasando entre medio de la gente. La lluvia cae copiosamente, no me permite ver bien. De golpe, tropiezo con algo.
—Señorita, tenga cuidado, así caerá dentro de un agujero cualquier día, venga, tomé, pruebe un tómate recién traído—. Reponiéndome aún del impacto, me doy cuenta que se trata de un puestero del mercado. A lo que respondo.
—Cuanto lo siento, no lo he visto, es que llevo mucha prisa—. Forzando mi vista por medio de la lluvia, puedo divisar un hombre de tés morena, mirada profunda, una gran nariz aguileña y un bigote bien peinado terminado en puntas. Tenía su brazo extendido hacia mí con un tomate rojo en su mano. Negando con mi cabeza, aludí.
—No gracias, llevo mucha prisa —. Volví al camino y retome mi fuga. El comerciante seguía hablando.
—Pero señorita, venga, pruebe, no se arrepentirá. Esto es lo mejor...—. Apenas podía oír sus gritos a la lejanía que ya nos separaba.
Mientras proseguía mi escape, mi mente se volvía hacia Jordi. Mi corazón se apretujaba dolorosamente por el acto que acaba de cometer. Como podría seguir viviendo de ahora en adelante. Mis ojos derramaban lágrimas sin cesar, a lo que la lluvia rápidamente se encargaba de lavar, lo cual, estaba agradecida, ya que ayudaría a esconder mi débil estado frente a las demás personas. Seguí corriendo por medio del mercado, mis pasos salpicaban grandes chorros de agua fangosa hacia los costados.
El gran mercado de Venecia, se encontraba casi vacío aquel día por la torrencial lluvia. Los puesteros permanecían resguardados bajo los techos de sus tiendas. Cada tanto veía a alguno refiriéndome con señas de que me acercase. No podía desviarme, ya que mi destino se encontraba sobre el agua. Ya podía divisar las grandes velas del barco que me llevaría muy lejos de allí, hacia el nuevo continente.
Cuando hube llegado al barco, podía leerse en su costado con grandes letras, "Colonia Marríe". Una fila de personas aguardaba en la rampa para subir.
Me abrí paso entre estos rápidamente y acercándome hasta el marinero recibidor, le hablé.
—Hola, aquí tengo el pasaje para abordar—. Sacando de mi bolsillo, el boleto, se lo entregué. El recibidor lo miró cuidadosamente, para certificar su autenticidad. A lo cual respondió.
—Muy bien señorita, diríjase hasta el comandante de abordo. Él le entregará la llave de su camarote, que tenga buen viaje—. Me devolvió una parte del boleto, le agradecí e inmediatamente me dirigí hacia el hombre que me había referido. Una vez que estuve sobre el barco dirigí una última mirada rápida hacia el puerto, para ver si encontraba algún rastro de Jordi. Mi desolación era inmensa, solo deseaba verlo allí llamándome y correr hasta sus brazos, hundirme en su pecho, rodeada por sus brazos y olvidar este amargo y terrible dolor. Deseaba poder seguir despertando cada día a su lado. El aire apestaba a nostalgia, el viento susurraba risas burlonas de espíritus oscuros, que me hacían apabuyar aún más. La lluvia aplastaba mis pensamientos sin dejarme concentrar en nada. Volviéndome hacia el mar, pude verlo tan basto e impenetrable, asemejándose a un mounstro el cual esperaba para devorarme, como si en realidad se tratase de la boca disfrazada del leviatán, quien luego de tragarme volvería a arrojarme en otro mundo desconocido.
Las lágrimas me hicieron pestañear convulsivamente, sentí desfallecer en aquel momento; el aire me falto y sentí marearme como si fuera a perder la conciencia. Por qué mi vida tenía que ser tan cruel, y tener que abandonar a mi verdadero y único amor para siempre. <<Me pregunte, una vez más>> Sabiendo que el moriría y yo seguiría sufriendo eternamente. Me maldije mil veces...
_Todo se volvió oscuro y me desperté sobresaltada._
New York 2019
Me encuentro en medio de la oscuridad; agitada, temblando; gotas frías ruedan por mi frente. Por un momento desconozco el lugar dónde me encuentro. Cuando mi mente reacciona, logro reconocer mi cama.
<<Una pequeña brisa, pareció perdurar con fragancia de aquella época y lugar, mezclándose, por un instante, con la de mi habitación. Dándome una sensación de realidad. >>
Mi cuerpo está muy acalorado, como un fuego, aunque estamos en invierno. Tomo grandes bocanadas de aire y me quito las frazadas para descubrir que estoy empapada con transpiración de pies a cabeza ¿Qué me está sucediendo? Me quedo un instante perpleja, el miedo se apodera de mí. Siento estremecerme. Tienes que calmarte me digo. Aún debe ser de madrugada. Estirando mi brazo izquierdo, trato de tantear en la oscuridad; buscando mi celular en la mesita de noche, situada al lado de mi cama. En dos o tres manotazos puedo sentirlo en mis manos. Agarro mi celular, toco la tecla para encenderlo y espero su largo proceso de encendido. Mientras pienso, debería de comprar un reloj despertador. En aquel momento parecen horas, los minutos que demora en encender aquel aparato, a pesar de ser de última tecnología. Estoy verdaderamente aterrada, el celular muestra por fin la hora. Son las tres de la mañana.
Hace días que me está pasando lo mismo. Me despierto a la misma hora, toda transpirada. Ahí estaba devuelta, aquel recuerdo en forma de sueño, tan real que podía sentir mi dolor tan vívido como en aquel tiempo, por más que haya ocurrido hace cientos de años. Como puede el amor durar tanto y al mismo tiempo doler tanto sin remedio alguno.
<<Una y otra vez aquellas preguntas rondaban mi mente>>
Me siento muy cansada aún, intento volver a dormir, pero no lo logro. Fuertes puntadas en mi estómago me obligan a levantarme. Me siento rápidamente en la cama. Mi cabeza parece latir, paso mi mano por mi frente bajándola hasta mi barbilla. Dirijo mis pies hacia fuera de la cama, al apoyarlos sobre el piso, me doy cuenta que está frío este, y por ende toda la habitación. Salgo corriendo hacia el baño sin pantalones, me lavo la cara con agua fría y recojo mi pelo. Abro la canilla de la ducha, dejándola abierta me siento en el inodoro y trato de perderme en el ruido del agua, para relajarme.