Ya pasaron varios días del suceso en la universidad. Hoy vendrá Susan e iremos juntas de compras para nuestra cita grupal, aunque no es tal cosa, en realidad solo vamos a hacerle el aguante a Abby. Solo buscaremos alguna blusa nueva o algo sencillo para estrenar esta noche.
Espero no arruinar la noche, ya que estoy un poco sensible y quizás hasta deprimida, no sé bien a que se debe, por más que haya aprendido tantas cosas en mi vida, como a vivir solo en el presente, sin preocuparme por el futuro o el pasado, por más que sepa miles de técnicas de yoga y relajación. Simplemente hay días en que nada de eso funciona, mi mente parece obsesionarse con las ideas y no logro distraerme con nada o alegrarme con nada. Una pesadez interna de tristeza y amargura se apoderaron de mí. La verdad no tenía ganas de ir a la cita grupal.
Estuve pensando en alguna excusa para no ir a la cita grupal de esta noche, aunque solo por el aprecio que le tengo a Abby y a las chicas no quiero fallarles. Solo porque la quiero de verdad haré un esfuerzo y dejare mi malestar para otro día, hoy ellas me necesitan. Quizás no sea un asunto importante para mí, en realidad, no lo es en lo más mínimo, pero sé que para Abby si lo es y para todas será algo bueno.
Inmediatamente me dispuse a elegir y pensar en cómo me vestiría esta noche, quería estar realmente bella y radiante para que Abby se sienta feliz.
Susan llego para la hora del almuerzo.
—Hola Mery, ¿Ya preparaste los tobillos para los tacos altos?. Bromeando como siempre se me acerco y nos dimos un abrazo.
—Hola Susi, mis tacos serán los más altos y puntudos que veras en tu vida, seré un peligro para cualquier pie que se atraviese. Reímos juntas, interiormente recordaba lo bien que sabía caminar con tacos, lo cual aprendí en mis épocas de modelo cuando vivía como burguesa, si lo supiera Susan se moriría de risa seguro, lástima que no podía rebelárselo. Mi alegría volvió a apagarse.
Aunque ella pudo notar en seguida mi cambio de humor, el cual olvide disimular.
—¿Te encuentras bien nena?. Y claro tuvo que preguntarme.
—Si Susi, fue solo una pequeña frustración, sobre el día que nos espera, ya que estaba pensando en todo lo que tenemos que hacer. Susan meneo su cabeza en forma dubitativa y agregó.
—Bueno, la verdad es que nosotras no tenemos tantas obligaciones, en esta cita, ninguno es nuestro pretendiente elegido, solo vamos por Abby. Rascando mi ojo en forma meditativa, seguí.
—Si claro que no, pero no nos vendría mal un arreglo profundo y completo, para estar más hermosas o más diosas, ¿Verdad?. Reímos juntas nuevamente.
—Tú sí que eres vanidosa nena, me llevas por mal camino.
Luego de tantos preparativos y dejando atrás un desorden tal de un equipo de fútbol, aun siendo dos simples chicas, partimos hacia el Punto de encuentro.
Fuimos al restaurant Tbourn, el cual era uno de los mejores de la ciudad. Llegamos en taxi, unos diez minutos antes de los establecido, quisimos ser las primeras en llegar, sabiendo que por lo general los hombres siempre son los que llegan tarde. Para nuestra sorpresa, los chicos ya se encontraban en el interior del restaurant. El amigo o pretendiente de Abby <<reí pensando en esto>> se levantó inmediatamente al vernos llegar, se encontraba muy bien vestido. Llevaba zapatos de última moda, pantalón de jeans azul de última moda, una chaqueta de cuero negra, con el cierre abierto, la cual dejaba ver una remera negra. Llevaba su pelo bien engominado, así era como se le llamaba en esa época, al pelo peinado con gel y bien achatado. La mayoría de los muchachos mas populares entre las chicas llevaban este estilo.
Se acerco rápidamente hasta la entrada para recibirnos y acompañarnos hasta la mesa.
—Que caballeroso. Le murmuré a Abby en el oído. Al tiempo que soltaba una risita pícara y apoyaba mi codo en su brazo con gesto burlista, en el buen sentido claro. Abby solo soltó una pequeña carcajada y girando su cabeza un momento hacia mí me hizo una mueca graciosa a lo que volví a reír. Susan venia caminando tras de mi separada apenas por un paso hacia mi derecha. Me gire para verla y pude notarla abstraída e inquieta, mirando hacia donde se encontraba el resto de los muchacho. Rápidamente me frene y acercándome hacia ella le dije.
—Tranquila hoy no será tu boda con ninguno de ellos. Le mostré una pequeña sonrisa burlista. Echándome una mirada furiosa dijo.
—Sí, tampoco será tu funeral hoy. Volvió su mirada hacia el frente y apretó sus labios, formando una boca de pato. Yo seguía riendo, sabiendo que Susan aparentaba enojo. En el último momento antes de llegar hasta la mesa, le dije.
—Ya tengo preparado los anillos, mira que las más reacias, con un par de tragos son las más enamoradizas. Sin cambiar su postura respondió.
—Sí, yo para las boconas tengo listo el ataúd.
Volví a reír. Ese era sin dudas el mejor momento para molestar a Susan. A ambas nos gustaba bromear en momentos complicados. Y aquí ayudaba a romper el paradigma hasta la presentación con los muchachos.
Al acércanos a la mesa, los demás muchacho se levantaron y nos recibieron con un saludo. Mike quien antes nos había saludado, hizo de presentador de sus amigos.
—Bueno chicas, aquí pueden ver a los mejores candidatos de la ciudad, no lo lamentaran—. Mike bromeaba al presentar a sus amigos, y continuó.
—Bien él es Scott, hijo de uno de los mejores abogados de la ciudad, no se asusten por su vanidad. Guiñando su ojo izquierdo nos miró, mientras Scott quien parecía un joven de comportamiento refinado, vestía más formal con un saco gis oscuro tipo sport y una remera bajo este, también pantalón de jeans azul oscuro y zapatos beige. Era de cara pequeña, nariz respingada y ojos celestes, cuerpo esbelto, aunque delgado. Me imagine a Susan como pareja perfecta con Scott. Scott meneo su cabeza en forma negativa, en consecuencia del comentario de Mike, esbozando una pequeña sonrisa, bajo su mirada dando un aire más humilde, pero no pareció molestarle la broma de Mike.