New york 2019
Paso horas sentada en la cama, sin ganas de hacer nada, estoy deprimida, lo sé. Me siento vacía, sin rumbo. Tengo miedo de estar volviéndome loca, viendo cosas que no existen. Debo cambiarme para ir al mercado. Solo me pondré una calza estampada, una remera, un buzo y mi tapado favorito. Que cómoda es esta ropa, las mujeres de hoy no tienen ni idea de lo que era vestir esos grandes corsés de épocas coloniales; tan ceñidos a la cintura que casi no te dejaban respirar, polleras largas la cual pisabas siempre, con visos y enaguas. Todavía recuerdo la época que estaba de moda cambiarse de ropa hasta seis veces por día, ni siquiera podías estar relajada en tu propia casa. Ahora podemos usar calzas, faldas, mallas, remeras. Cuanta libertad, eso si me encanta.
Antes de salir veo a mi gato regresar todo enmarañado.
—Hay pelusa te estuviste metiendo en líos devuelta, eres todo un playboy allá afuera. Entrá, después te voy a dar un baño—. Le abri la puerta para que entre. Hacia varios días que no volvía, ya creía que nunca iba a regresar, este gato sí que le gusta la joda.
Mientras camino por la vereda, mi mente divaga constantemente, pensando en Jordi, me pongo triste. Veo autos y personas caminar apurados hacia sus trabajos y quehaceres. Si supieran que están repitiendo lo mismo que hicieron sus abuelos, solo para matar el tiempo.
La vida se vuelve extraña cuando vives tanto. Yo me siento como un Monge tibetano que vive en New York. Camino tranquilamente sin ningún apuro, nunca estoy apurada, ya que no hay metas, ni sueños por cumplir. Todas las cosas que he hecho, las hice para matar mi aburrimiento de la vida. Veo tantas chicas con aires de sueños.
Recordando que fui modelo, bailarina, estudie varias carreras universitarias hasta graduarme, trabaje en empresas, viaje por todo el mundo, estuve con miles de hombres. Y hoy después de tanto me siento vacía, solo quisiera morirme. Solo quisiera haber tenido una familia, un esposo e hijos. Verlos crecer, y hacerme anciana, hasta morir.
Veo tanta gente sufrir por la vida, si supieran que vivir mucho no tiene nada de especial, morirían felices. Veo tienda tras tienda. La verdad estoy cansada de comprar ropa, en una época fui muy rica y me canse de comprar todo lo que había. Luego regale todo, ahora solo vivo de forma sencilla, en el centro de New York, ya que aquí paso más desapercibida, porque la gente no se queda a vivir permanente. Solo cambio de barrio cada un par de años.
Luego de un paseo por High Line Park, fui en dirección al mercado. No tenía ganas de ir realmente, pero tenía que averiguar más sobre el sospechoso Jordi, tenía que saber quién era ese joven.
Caminando entre las tiendas del mercado Gansevoort Market, nada llamaba mi atención, solo caminaba de un lugar hacia otro hasta llegar al lugar donde vi a Jordi la última vez. <<bueno ese joven parecido o alucinación, no estaba segura>> me encontraba muy ansiosa sobre que era lo que sucedería cuando lo viera devuelta.
La vez anterior había quedado pasmada, no supe cómo reaccionar, tendría que haberlo seguido aquel día. También puede ocurrir que hoy no pasara por el mercado, o que simplemente haya sido solo un joven parecido que estaba de paso. O quizás una alucinación.
Constantemente emergían recuerdos y sobre todo en el momento cuando abandone a Jordi en aquel tiempo pasado. Me sentía terriblemente mal y culpable. Lloraba desconsoladamente todos los días. Estaba obsesionada con volvérmelo a cruzar. Creía verlo en cada esquina. Me vivía escondiendo y cuando veía a un joven similar me alejaba rápidamente sin saber si era o no. Solo esperaba nunca cruzarmelo. Su recuerdo me torturo por años. Con el tiempo aprendí a superarlo, viaje a lugares muy distintos del mundo. Incluso me fui al bosque por algunos años, aislada del mundo. Cuando pasó bastante tiempo y suponiendo que Jordi ya habría muerto, volví a la sociedad y seguí viviendo de manera normal. Solo que después no estaba obsesionada con ver a Jordi. Cuando veía a alguien similar me fijaba bien y me daba cuenta que no era él. Lo amé tanto que podría reconocer su alma y esto es lo que me pareció extraño en este joven. Fue como volver más de cuatrocientos años en el pasado y verlo ahí.
De repente algo me sacó de mi estado reflexivo, era él devuelta. El supuesto Jordi, quedé atónita nuevamente. Solo que esta vez pude ver su cara y estaba segura que era él.
Miles de sentimientos volvieron a florecer, me sentí agitada y nerviosa. Algo en mi interior dijo: reaccioná. Ya había comprado y se estaba marchando. Decidí seguirlo sigilosamente por la vereda opuesta. Un par de veces miró hacia atrás, así que decidí sentarme y fingir que esperaba el bus en una parada. Apenas se giraba continuaba mi persecución. Quizás solo se giraba para mirar otra cosa, pero ante la duda lo seguí cuidadosamente. Tenía que saber dónde vivía y quien era.
Luego de caminar más de diez calles por la séptima avenida, llegué hasta la entrada del hotel Pennsy, un hotel muy lujoso de Manhattan. Decidí esconderme en un callejón frente al hotel. Esperaría allí hasta que saliese devuelta. Quería ver si salía con alguien más. Me escondí tras unos botes de basura y aguarde pacientemente. En ese momento mi estómago comenzó a rugir.
—O rayos. Recordé que había olvidado desayunar. Bueno luego tendré una grandiosa cena, con mucha comida a la hora de la merienda <<reí para mis adentros>> ¿Qué acaba de pasarme? Volvió mi apetito, como hacía mucho lo no tenía. Será por Jordi. Ya me siento más relajada. Hasta siento que estoy de mejor humor. Bueno tranquilízate no te ilusiones demasiado, todavía no tienes ni la menor idea de quién es este joven, solo es parecido a Jordi. Solo eso, nada más.