Anástasi: El precio de la libertad

Capítulo XVIII

— ¡Sorpresa! —Muchas voces se unieron a lo que, evidentemente, si fue una gran sorpresa para mí.

Al encender las luces de la entrada de mi departamento, fui recibido con confeti y un escándalo que me dejó sin habla ni reacción por unos segundos.
Después de mirar el rostro feliz de personas conocidas, y saborear mentalmente un enorme pastel en el centro de la mesa, me hizo recordar a Elizabeth una vez más.
Ella era experta en organizar ese tipo de eventos; le fascinaba consentir a los suyos con verdaderas sorpresas. Muchas veces, por amor a ella, no me importaba ser parte del equipo que recibía con entusiasmo y felicidad a otros.
La mejor fiesta sorpresa fue cuando reunió a mis dos hermanas, mi hermano y a mi madre. A todos les pagó sus boletos de ida y vuelta para que estuviéramos juntos en mi cumpleaños. Elizabeth era así, se deleitaba en hacerme feliz con acciones sencillas, pero grandes como estás. Aunque las fiestas sorpresas no eran de mi agrado, mi deleite era consentirla en sus deleites.

Antes de poder decir nada, Sara corrió hacia mí y me abrazó fuertemente. Me dolió hasta el alma, pero resistí para no hacerla sentir mal. Rápidamente miré a los demás, estaban vestidos de otra manera, sin material deportivo, pero sin lujos innecesarios para una pequeña fiesta. Todos y cada uno de los miembros del grupo de Will estaban allí; aplaudiendo, chiflando y felicitándome como si fuera mi cumpleaños. Colgado, en medio del pasillo, había un letrero de cartón atado a unos hilos que decía: Felicidades.
Era por lo de mi prueba inicial, que aunque no la aprobé ante los ojos de Will, festejaban el verdadero inicio de aquel proceso. Aquel acto no fue desagradable después de todo, pero hubiera preferido otro momento, pues me sentía hecho trizas en todos los sentidos y quería seguir descansando.

De pronto comencé a escuchar gimotear a Sara, que luego de un rato de tener su cabeza sumergida en mi cuello, comenzó a llorar. Sentí como sus lágrimas comenzaban a empapar mi camisa y como dejaba de apretarme para llevarse las manos a su rostro.

— Lo siento. —La escuché en un débil susurro— Lo siento tanto... yo... yo no quería hacerlo.

Sara se disculpó y soltó en llanto como nunca la había visto. Estaba afectada emocionalmente, pues fue obligada a tomar ventaja de un adulto inexperto en combate que acababa de volver de las calles.

— Sara, cariño. Sabemos que no era tu intención lastimar al señor Johnson. Muchos de nosotros hacemos cosas que no queremos para aprender. Está bien. —La señora Sophie, que estaba justo detrás de Sara, se acercó y la acorrucó entre sus brazos diciéndole justo lo que yo estaba pensando, pero no sabía cómo expresarlo.

Sara lloraba amargamente mientras cubría su rostro. Varios más, incluyéndome, nos acercamos y rodeamos a Sara.

— No te preocupes, estoy bien. — Tomé la iniciativa y toqué suavemente uno de sus hombros.

— Lo hicieron bien, ambos. Pero no es momento de lágrimas de tristeza. —Max fue un poco duro, pero tenía razón.

Su hermana, Johana, le dio un codazo en forma de reclamo y luego habló.

— A los dos los felicito. —Sonrió y tomó nuestros hombros— Los inicios suelen ser duros, Mike, pero no te sientas mal. Todos fallamos en algún momento. De igual manera, lo hiciste bien. Felicidades. Y tú, Sara. —Johana se acercó más a Sara y la tomó por ambos hombros— Eres muy valiente por hacer lo que haces. Cualquiera en tu lugar, no soportaría tanto y ya hubiera renunciado. Eres grande y por eso te admiro. Anímate, ¿sí?

Johana, en comparación a Max, era muy elocuente y hábil con expresar sus sentimientos. Lo que dijo tuvo un efecto inmediato en Sara, y por ende, dejó de sollozar y se calmó un poco.

— Tienen razón, chicos. —Sara habló con la voz quebrada y temblorosa— Esto es una fiesta y vamos a celebrar. Perdón por arruinarlo. —Dicho eso, sonrió forzadamente y comenzó a secar sus lágrimas con sus muñecas.

— Pues hay que partir el pastel, entonces. —Sophie sugirió entusiasta— Pero antes, alguien se merece un fuerte aplauso. —Comenzó a aplaudir mientras me miraba y todos la imitaron.

Uno a uno me fue dando sus felicitaciones y comenzaron a abrazarme. Algunos no decían nada, pero se esforzaban por ser empáticos. Otros me demostraron que eran más humanos que lo que sus rostros tristes expresaban. Al final, Jerry, como instructor y segundo al mando después de Will, me dijo algo que me dejó helado después de felicitarme.

— Sara lleva peleando desde que era una niña, por eso es tan fuerte. Es una gran candidata para el sendero, pero como podrás ver, le falta fortaleza mental y emocional. Todos y cada uno de nosotros hemos trabajado duro para estar aquí... y algún día firmar el contrato.



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En el texto hay: accion, suspenso, venganza

Editado: 24.06.2019

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