Anástasi: El precio de la libertad

Capítulo XIX

¿De qué manera se puede expresar esa sensación tan definitiva y fugaz que la muerte proporciona? Yo, que morí cientos de veces en el valle de la muerte, debería poder hacerlo, pero no era así.
En el último mes, había pasado por los dolores más aterradores que cualquier hombre pudiese imaginar y sentir. Y después que toda mi existencia fue humillada, pisoteada, torturada y puesta a prueba en todos los sentidos y de maneras extremistas, miré, toqué, respiré y viví ese lugar pleno de bellezas y placeres sin precedentes.
La muerte es así: Un paso a lo desconocido; efímero y sin sentido... y es todo lo que podría decir al respecto.

Sentado en mi sofá, recordaba algunos de los escritos de Hawkins respecto a algunos de sus antiguos pupilos y aspirantes a la libertad absoluta; muertos por su propia soberbia y avaricia, a pesar de su gran talento y potencial. Muertos por su propia debilidad, a pesar de tener las aspiraciones más nobles. Muertos por su egoísmo, luego de llenar sus manos a más no poder. Así de injustas eran las cosas para algunos.
Por otro lado, Hawkins era un tipo admirable y aterrador a la vez, por lo tanto, quería aprender a ser más como el: Desalmado, frío, seguro y con mucha convicción en cada palabra, gesto, postura y acción. Esa misma personalidad me hacía pensar en lo idiota que habría que ser para traicionar a alguien así. A alguien que no es un hombre, pero que no se proclama así mismo como ningún dios.
Yo no tenía la intención de traicionar a Hawkins, mucho menos si era el único capaz de llevarme a través del infinito espacio para encontrarme con mi todo. Con lo que alguna vez fue mi todo.
Allí mismo, mientras escuchaba Vivaldi por recomendación de Max, meditaba y trataba de adivinar qué clase de pasado oscuro tendrían todos y cada uno de mis compañeros. Will: Arrogante, fuerte y rico, pero firme y seguro de toda su persona. Sara: Dulce, amable y noble, pero marcada físicamente por un pasado misterioso. Misterioso y doloroso. Pensaba en Hawkins también. ¿De dónde provenía? ¿Cuál era su edad? ¿Cuál era su propósito como mentor absoluto del sendero?

Habían pasado diez días desde la última vez que miré a Hawkins. Después de saltar del edificio, pude mirar nubes; premio por arriesgarme a apostar mi vida por algo incierto.
Pero después de todo, había sido una estupidez haber saltado, pues sabía dónde estaba Elizabeth y lo que tenía que hacer para tenerla. Pero quería demostrar valentía, aun cuando las probabilidades estaban en mí contra; cuanto más si se trata de creer en lo improbable.

Después de atravesar cada una de las blanquecinas nubes, y mirar que no había nada más que una larga caída, todo se tornó oscuro. La tonalidad de las nubes cambiaron, y una prueba más asechaba dentro de ellas.

— Entonces dímelo. —Una voz siniestra se escuchó en todos lados— ¿Cuál es la diferencia de saltar al abismo, aun sabiendo que la muerte aguarda al fondo, al de aguardar en la seguridad de las alturas con las manos vacías?

Ya no me escandalizó la voz, pues después de tanto escucharla en el valle de los perdidos, me acostumbre a ella; como si de mí alarma personal para el inicio de mis pesadillas se tratara.
Sabía a qué se refería con su pegunta.

— La diferencia es el destino. —Contesté seguro y en un susurro, pues no era necesario gritarlo. Esa cosa me escuchaba y podía mirar a través de mis pensamientos.

— ¿Por qué?

— No es lo mismo saltar al vacío en busca de la muerte, que desafiar la muerte en busca de un sueño.

— ¿Y qué es lo que tu buscas, caminante?

— Lo sabré al final de la caída.

Después de que aquella voz callara, y las nubes oscuras se disiparan por completo, azoté en el duro concreto.
No morí al instante, sino que un intenso dolor recorrió mi cuerpo de pies a cabeza por unos segundos. Después, escuché a un grupo de personas murmurar a mí alrededor. Las ignoré a todos, pues ante mi vista, ante la inminente pérdida de la conciencia de un cuerpo que agonizaba, una hermosa dama se acercaba hacia mí.

— Lo que buscas no está aquí. —Dijo aquella mujer de melena dorada, ojos azules y de vestimentas blancas— Pero bien hecho por intentarlo. En la otra vida, seguirás tras aquello hasta encontrarlo... o desaparecerás en el intento. Mientras no tropiece tu pie en el sendero, yo te llevaré de la mano hasta que encuentres tu hogar.

Mi vida terminó tras aquellas palabras, y luego desperté aquí, justo en la misma habitación de siempre.

¿Qué habrá sido todo aquello? ¿En verdad salí a encontrarme con Hawkins y me lancé del edificio? ¿En realidad morí una vez más para encontrarme con otro destino?
Cuando desperté en la cama de mi departamento, el mismo dolor en mi cuerpo de la paliza que me propinó Sara, seguía conmigo. El reloj marcaba las nueve de la mañana, la fecha era correspondiente a la del día siguiente y el frío se sentía fuerte sobre mi humanidad.
Todo seguía igual, excepto por los recuerdos.



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En el texto hay: accion, suspenso, venganza

Editado: 24.06.2019

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