Anástasi: El precio de la libertad

Capítulo XXXII

Abdelmoumene Brahim estaba muerto. Después de que se retorciera un momento en su agonía, finalmente quedó inmóvil y con la mirada perdida.
Hubo silencio absoluto por un momento. El señor que estaba sujetado no lo podía creer. El niño que, después de que recibiera un par de disparos en su humanidad, miraba con recelo el cuerpo de Brahim. Caminó hacia el cadáver, y una vez allí, lo dijo.

— Te di la oportunidad de re indicarte, pero la tiraste por la borda. Abdelmoumene Brahim, estás despedido.

El niño, o mejor dicho Hawkins, mirada con desprecio y lastima el cadáver de Brahim.

— No puedo creer que valla a salir de aquí. No puedo creer lo que estoy viendo. Yo… no sé. Si estoy soñando, por favor… despiértenme. —Mauro estaba impactado sin creer lo que pasaba.

— Tienen que irse de aquí. La policía viene en camino, y si están aquí para cuando lleguen, la van a pasar muy mal. ¡Rápido! ¡Salgan!

Hawkins, con su cuerpo y voz de niño, ordenó con voz de mando e imponente.
Al instante desaté a Mauro con la navaja y lo ayudé a salir de allí.

— Trata de no tocar nada, y malten la calma, por favor. —Le dije mientras cortaba las cuerdas de sus pies.

Mauro apenas y podía asimilar la realidad, estaba confundido de remate. No lo culpaba: los asuntos que involucraban a seres inmortales del más allá, no eran fácil de digerir.

Al salir, nos encontramos que estábamos encerrados en una tráela en medio de una especie de granja. Afuera, todo estaba verde y el sol brillaba con intensidad. Debían ser como las dos de la tarde aproximadamente, y a lo lejos, tal vez en una carretera, unas sirenas se escuchaban en aumento.

— Hay que irnos. —Le sugerí a Mauro.

Solo asintió mientras seguía apoyado en mi hombro.
Comenzamos a caminar en contra del sonido de las sirenas en busca de algún camino o alguna salida.

Dentro de mi mente, aun había una decena de preguntas. ¿Qué pretendía Hawkins al hacerme pasar todo eso? ¿Por qué Brahim me confundió con alguien quien no era? ¿Y sus guardaespaldas donde estaban? Si andaban por allí, y se daban cuanta que su jefe estaba muerto por nuestra causa, no saldríamos en una sola pieza.

—  ¿Y el niño? ¿Se va a quedar allí? ¿Y si necesita nuestra ayuda? ¡Le dispararon!

Mauro estaba impactado, y el haber salido sin el infante, lo dejó aún más desconcertado.

— Para empezar, esa cosa no es un niño. El estará bien, no te preocupes. Podrán pasar muchas cosas, pero no morirá.

Era la primera vez que miraba en acción a Hawkins. ¿De verdad estaba bien después de interponerse sobre mi ante esos disparos? Sospechaba que sí.

Caminamos unos treinta metros y vimos un camino de terracería. Una camioneta estaba estacionada allí, y con mucha cautela nos acercamos. Cuando estuvimos cerca, miramos que alguien estaba cuidando la camioneta.
Le hice una señal a Mauro de que me acercaría.

— ¿Escuchan eso? —Una voz conocida hablaba por su móvil— La policía se acerca. Un soplón nos delató. Sugiero que se apresuren o abortemos la misión.

Era Jerry, y seguramente le notificaba a Will sobre la policía.

— Está bien. Me acercaré a la traila.

Will seguro acabó con todos los guardias y ya habían averiguado donde se suponía estaríamos.

— ¿Jerry? —Me acerqué con cautela a sus espaldas y con las manos levantadas.

De inmediato, Jerry se dio la vuelta y me apuntó con su arma.

— ¡Maldición! Me asustaste, Michael. —Jerry suspiró aliviado de la impresión— Estuve a nada de dispararte, hombre. ¿Estás bien?

— Sí, sí. Estoy bien. Hay que largarnos de aquí.

— Seguro.

Jerry volvió a llamar a Will y luego, después de ir por Mauro, nos subimos a la camioneta.

— ¿Quién es él? —Preguntó Jerry mientras arrancaba al punto de encuentro.

— Estaba conmigo en la traila; atado y aprisionado igual que yo.

— ¿Es de fiar?

— No lo sé, pero si hace algo raro, lo duermo sin pensármelo.

— No haré nada raro. —Contestó Mauro con la mirada cabizbaja.  

Llegamos al punto de encuentro y recogimos a los demás. Rostros conocidos: Jack y David… y Will, por supuesto.

— Así que lo lograste escapar, ¿he? Creí que te encontraríamos cagado del miedo. —Will sonreía con malicia y divertido, pero desde luego se alegraba de verme.

— Hola, Will. Buenas tardes colega. ¿Cómo has estado?

Will carcajeó por mi saludo cargado de sarcasmo.

— Nunca entenderé como funcionas, Johnson, pero que bueno que estás bien. Bienvenido a casa.

Salimos a toda prisa de lo que parecía ser un rancho aislado de la urbanización. Jack conducía como loco en esa RAM que de seguro robaron por ahí.

— Oye, Jack. No estás en una misión de rápido y furioso. Y si fuera así, debes de ser el conductor más estúpido del mundo. ¿Si sabes que vas en sentido contrario, cierto? Acelera más y nos encontraremos a la policía de frente más rápido y de manera furiosa nos llenaran de balas. —David miraba fijamente a Jack mientras este se divertía al volante.



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En el texto hay: accion, suspenso, venganza

Editado: 24.06.2019

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