Anastasia y el mundo de ella

Capítulo 40

    Cuando ella nos deja a solas Keith abre su mochila, es la misma que usa para ir al liceo.

    —¿Ahí traes todo lo que necesitaremos para acampar?

    —Sí, aunque sólo conseguí una carpa, tranquila, es para dos, pero tendremos que dormir en la misma —Me observa para ver si me molesta, no sé por qué debería, por lo que me encojo de hombros, restándole importancia.

    Él sonríe y mete el brazo dentro de la mochila, la cual mide más o menos tres cuartos del mismo y aun así lo entierra todo en su interior.

    Luego de rebuscar bien saca el bruto bulto que es la carpa y me la da. Mientras yo la armo él saca los sacos de dormir y un par de cosas más, al acabar me ayuda a armar todo.

    Cuando ya está todo más o menos organizado vamos con los demás a comer.

    —¿Cómo hiciste para que todo quepa allí dentro?

    —Un hechizo, le pedí a Cara que lo haga, a ella le sale mejor.

    —Genial, quiero aprenderlo.

    —Bueno, cuando estemos de regreso vamos a casa y le pedimos a ella que te lo enseñe.

    Suspiro y le ignoro, él sabe bien por qué no voy a su casa, sabe que no quiero encontrarme con mis ex hermanos, no creo poder soportar ver la decepción en su mirada, que me vean como el monstruo que sus padres les pintaron ya es bastante con verlo en los ojos de Ema a diario.

    —Hablando de eso... ¿Han vuelto a hablar de Yves?

    —No, las cosas siguen mal entre los mayores y tu ex, además Gonza pasa casi todo el tiempo fuera y cuando está en la casa está durmiendo, así que Santi no ha investigado nada más, se la pasa entrenando.

    —Wuay, así que ya no acosan a mi madrina.

    Me mira sorprendido unos segundos, luego comprende y sacude la cabeza sonriente.

    —Sí, tranquila, además, aunque la encuentren dudo que vayan tras ella, no te harían ese daño si no es necesario.

    —Estarían vengando la muerte de su hermano mayor, creo que sí irían tras ella, es la única forma de hacerle justicia a Yves.

    —La venganza no sirve de nada —La voz de Keith cambia, se vuelve... extraña, por eso lo observo, puedo ver cómo su mirada se enturbia, cómo su respiración se entrecorta y estoy segura de que está pensando en algo que no le agrada mucho—, por unos minutos, tal vez con suerte unas horas, te sentirás mejor, pero al final, te darás cuenta que eres tan horrible como ellos...

    —¿Ellos? —Le detengo y hago que me mire, su mirada sigue turbia, ida— Hace rato que ya no hablas por tus cuñados ¿En qué piensas?

    —En que... —Recién en ese momento me mira, sus ojos se centran en los míos y toda la nube de sentimientos que los opacaban desaparece, su mirada se dulcifica y sonríe— Eres muy hermosa ¿Te lo he dicho antes?

    Bufo, molesta porque cambió de tema, aunque al ver que ya está normal sigo mi camino.

    —Cambiaste de tema.

    —Pues no te pongas frente a mí si quieres que siga distraído en idioteces, es imposible que me concentre en algo que no seas tú si te tengo frente a mí.

    —Keith...

    No puedo evitar sentir que algo se rompe dentro de mí, sus palabras son muy dulces, sinceras, realmente él cree lo que dice, realmente cree que puedo ser su ancla incluso en los momentos más difíciles. El problema es que yo no puedo devolverle el sentimiento, ni siquiera soy capaz de inventarme algo lindo para devolvérselo.

    Probablemente sea porque si digo algo así de bonito sería mentira y no quiero mentirle, no quiero hacerle creer que también le veo del modo en que él me ve, no puedo hacerle eso. Realmente me importa y es por eso que no quiero mentirle, ni mucho menos darla falsas esperanzas.

    Tal vez ya sea tarde, tal vez le estoy haciendo creer que sí me gusta al corresponder sus besos, no lo sé, sólo sé que no quiero dañarle, no quiero...

    —No —Su tono es tan frío y cortante que me obliga a traer mi mente al presente—, no quiero escucharte —Da un largo paso por delante de mí y se detiene, obligándome a detenerme, aunque por detrás de él, de tal forma que no puedo verle el rostro—, tu madre fue feliz con Daniel hasta el final, dame la oportunidad de hacer lo mismo que él hizo por ella... Además, tú ya caíste, sabes que ya no tienes oportunidad con él y nosotros no somos tus padres... Tú sí me dirías que las cosas ya no funcionan, pero para eso creo que primero deberías darme una oportunidad, piénsalo, no quiero una respuesta, sólo es una idea.

    Como dijo, no espera mi respuesta, simplemente sigue caminando los pocos metros que nos separan de donde Regina nos espera. Ella nota que hay algo mal entre nosotros y aun así lo ignora, nos sonríe a ambos, nos muestra dónde sentarnos y le pide a alguien que nos sirva una porción.




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