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Octubre de 2006. Hope Valley, Castelton, Inglaterra.
Siempre me consideré una chica de ciudad. A diferencia de muchas personas no odiaba mi ciudad natal, Londres era una ciudad estupenda con mucho que ofrecer y demasiada historia. Muchos de mis amigos buscaban vivir en otros lugares, mudarse a otra ciudad, país, incluso otro continente. Pero siempre había creído que se podía encontrar novedad, pasión y aventuras donde sea y la vida me había demostrado que es así. ¿Quién iba a decir que viviría tantas locuras y conocería a personas como estas en un pequeño pueblo al norte de Inglaterra?
—Llevare esta.
La voz profunda de Caelum me hizo apartar la vista de la ventana y regresarla al mostrador con listones coloridos y envolturas de regalos. Mientras el hombre mayor terminaba de decorar el regalo de Elara, el impresionante rubio con ojos grises puso su atención en mí.
—¿Qué miras?
Se aceró con pasos elegante colocando sus manos en mi cintura.
—Nada en especial —dije girando un poco la cabeza para poder verlo.
—Parecías muy pensativa hace un momento, como de película —murmuró con humor.
—Creí que estabas concentrado buscando la tarjeta perfecta.
Le regalé una sonrisa repitiendo las palabras burlonas que Enzo había dicho antes de dejarnos.
—Soy bastante quisquilloso. —Se encogió de hombros.
—Obviamente.
—Sin embargo —susurró en mi oído—. Siempre tengo los ojos puestos en ti.
No sabía si fue el tono de su voz, su aliento golpeando mi piel o la cercanía de nuestros cuerpos. Pero definitivamente podría dejarlo aplastarme contra la ventana y meter su…
—Todo listo, joven. —El hombre del mostrador anunció avergonzado.
Mis mejillas se sonrojaron sintiendo que había leído mis acalorados pensamientos. Caelum apretó mi cintura un poco antes de soltarme. Luego de desearle una buena tarde al señor y salir de la tienda, Caelum y yo caminamos por la acera apedreada decidiendo que hacer.
—¿Quieres ir con los demás? —pregunté.
—Aun no. Prefiero solo tu compañía por el momento.
Sonreí como una boba sin poder evitarlo. «¿Qué tiene este chico que me hace tan idiota?»
—Tengo ganas de un café ¿Qué dices? Yo invito —propuse rodeando su brazo con mi mano.
—Vamos. —Sonrió un poco antes de tomar mi mano y hacernos cruzar la calle.
—¿Nervioso por el juego de mañana?
Hablé una vez que estábamos entrando a la cafetería. Ambos colocamos los regalos de Elara nuestras sobre una de las mesas y nos acercamos al mostrador para ordenar.
—No —contestó con simpleza—. No tengo porque estarlo.
—Es normal, es tu primer juego como parte del equipo, creo que lo amerita ¿no?
¿Todos los Orionis “originales” gozaban de confianza desbordante o solo los que conozco?
—Ni siquiera la primera vez que jugué en el equipo de Fallenbelt. Temo más que no le gusten los libros a Ela.
Caelum me dedicó una sonrisa ladina antes de ordenar por los dos. ¿Sabía mi orden?, Caelum sabía cómo ordeno mi café.
—Yo invito ¿recuerda?
Caelum alzó una ceja. Cuando encontré mi billetera, el chico de la caja le estaba regresando su tarjeta y un recibo.
—Antes de que reniegues. —Tomó mi mano llevándonos a nuestra mesa—. Nunca acepte que tu invitaras.
—Muy astuto —bufé tomando asiento.
—Lo sé. —Sonrió.
Rodé los ojos irritada por el efecto que tenía su sonrisa sobre mí.
—Entonces —comenté mientras nos entregaban la orden—. Escuche que tu padre viene al juego de mañana.
Caelum dejó de revolver su té golpeando una de las paredes de la taza con la cuchara. Un segundo después, él continuó revolviendo con sumo cuidado; debía admitir que lo he observado bastante. Se que prefería el té de menta sobre el café y que sus modales en la mesa eran dignos de la realeza.
—¿Dónde escuchaste eso?
—¿Recuerdas él día que te confronte por haberme ocultado que tu padre andaba detrás del diario y todo eso?
—Recuerdo que intentaste desnudarme —dijo con una sonrisa arrogante.
Negué rápidamente.
—Nunca te dije como lo supe. —Caelum se enderezó con mirada atenta—. Antes de ir a los vestidores contigo, lo escuche hablando con el rector Sackville en el vestíbulo cuando yo iba en busca de Brad. El rector menciono que esperaba ver a tu padre en el juego y el respondió que no se lo perdería.