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…c…
Me entregó el móvil sin usar que he guardado. Solo Enzo y Lena sabían el número.
—Vayamos por tus cosas y las de Ara.
—¿Qué hay de mamá?
Decidí no responder y mejor entre en la habitación de Ara.
—Cael —insistió detrás de mí.
Entré en el armario tomando una mochila floreada y metiendo cosas necesarias. No puedo olvidar su manta.
—Cael, responde.
—Busca tus cosas, no podemos perder más tiempo.
—No pienso dejar a mamá sola —protestó con voz ahogada.
Mi garganta se cerró y apreté la quijada. No es su culpa, no es mi culpa.
—Ella se queda.
—¿De verdad no te importa?
Giré con violencia intentando no explotar contra ella. No es su culpa.
—¿Crees que a ella sí? —cuestioné con acidez—. Ella nunca va a dejarlo.
—Ella también le tiene miedo, Cael. También ha sufrido y ahora que se lo que es capaz de hacer, no puedo…
—¡Es nuestra madre, Lyra! ¡Ella debería cuidar de nosotros, no al revés!
Sus ojos se humedecieron.
—No quise gritarte —suspiré con lamento—. Pero ya es tiempo que entiendas las cosas. Mamá lo ama. Ella nunca lo dejara, ni siquiera por nosotros.
Lyra dejo salir unas cuantas lágrimas abrazándose a ella misma.
—Iré por mis cosas, deberías ir por Ara. Esta con mamá en la cocina.
Su voz era débil y ni siquiera esperó a que respondiera, salió de la habitación dejándome parado entre vestidos y osos de peluche. Tomé la manta de mi hermana y me dirigí a la cocina.
Necesitaba buscar una salida que los vigilantes no conocieran. Pensé en los pasadizos que había cuando esta casa era del abuelo, pero mi padre mando a sellarlos.
Los ojos de mi madre cayeron sobre mí en cuanto pisé la cocina, Ara corrió hacia a mí abrazándome con cuidado. Niña astuta.
—Pensé que morirías —dijo con preocupación.
—Estoy bien. —Sonreí—. Los tres lo estaremos.
Ara asintió con una sonrisa, ignorante de que había dejado fuera a mamá.
La última miró con atención las mochilas en mi mano.
—Josephine —llamé su atención indicando que saliéramos de la cocina—. ¿Sabes si alguno de los túneles sigue en función?
Se quedó pensativa.
—Me parece que solo el que lleva al pozo, cuando la presión del agua es baja, los de mantenimiento lo utilizan para aumentar la presión. Es el más pequeño y tiene un sistema de tubería que reduce el espacio, pero creo que puede pasarlo gateando.
—¿Puedes indicarme donde esta?
Ara apareció en el pasillo mirando su mochila del instituto en mis manos.
—¿A dónde vamos, Cael? —preguntó con inocencia.
Como envidio que aun la tenga. Sonreí con tristeza regresando con ella a la cocina.
—Caelum.
Madre se puso de píe mirándome con el labio partido y un lado de su rostro inflamado.
—Si escapas, él va a buscarte y no quiero que…
—¿No quieres que? —pregunté sarcástico—. ¿Qué me haga daño? Solo hay una cosa que no me ha hecho, madre. Matarme, y prefiero eso a quedarme aquí.
El silencio envolvió el lugar, Josephine agachó la cabeza con tristeza y los brazos de mi hermana se tensaron a mi alrededor.
—Cariño, yo solo…
—¿Tu qué? —resoplé con amargura—. Tu nunca haces nada. Si tú quieres quedarte, ese es tu problema. Nosotros nos vamos.
Los ojos de mi madre se abrieron atónitos mirando a mi hermanita.
—¿Crees que voy a dejarlas aquí con él? ¿Para qué las use contra mí y las lastime en el proceso? Ni loco. No soy como tú, madre. No puedo quedarme en silencio y observar como hacen mierda a las personas que amo.
Lyra entró en la cocina con una mochila y ojos rojizos. Miró entre madre y yo, como si supiera lo que pasaba.
—Josephine ¿nos ayudaras? —pregunté con incertidumbre.
Tal vez no quería involucrarse y meterse en problemas. No la culpo.
—Claro —aseguró dejando su mandil y buscando algo en un mueble.
—Mamá. —Lyra habló con desesperación—. Ven con nosotros, no puedes quedarte con él.
No quise mirar la escena, yo había estado en la misma posición de Lyra años atrás. Rogándole a mamá que dejara al monstruo de Arneb Hannover. Así que ya sabía la respuesta, ojalá pudiera evitarle ese dolor a mi hermana. Me concentré en Ara, la cual estaba temerosa y confundida.
—Toma. —Le di su mochila ayudándola a colgarla en su espalda—. Creo que debes despedirte de mamá, nos iremos a un lugar seguro. Estaremos bien, lo prometo.