**Capítulo 22: Promesa**
No podía dejar de leer la nota que Emery me entregó hace un par de noches. Había estado evitando este pedazo de papel hasta que, anoche, decidí enfrentarlo tumbada sobre mi cama. Fue una pésima idea. Las palabras grabadas en esa hoja se habían incrustado en mi mente como una pesadilla, una que no me dejó pegar ojo en toda la noche. Mis dedos temblaban y arrugaban el papel, el miedo volvía a apoderarse de mí. Y aunque releerla no hacía más que empeorar las cosas, no podía evitarlo. No lograba asimilarlo del todo.
La nota decía:
"Eres la mensajera, querida Emery. Tu deber es dársela a Andrea sin cuestionar, aunque sé que leerás de todos modos.
Ahora, Andrea, lamento mucho que tu noviecito haya acabado así de mal. Fue culpa tuya por no haberme respondido cuando te envié la primera nota. Hoy fue Jackson, mañana puedes ser tú o... Kira, esa amiga tuya. El destino de los que te rodean está en tus manos. Una semana, Andreíta. Tienes una semana para dármelo, o me entregas lo que te pedí o descubrirás de lo que soy capaz de hacer con tal de conseguir lo que quiero.
Y, si te sirve de consuelo, tu noviecito se arrepintió de ponerte los cuernos con tu amiga, me imploró no matarlo porque quería enmendar sus errores pidiéndote perdón. Ah, qué amor más estúpido.
Recuerda, el tiempo corre y paciencia no me queda."
Un frío indescriptible recorrió mi cuerpo al terminar de leerla una vez más. Era una amenaza, una condena en palabras. La primera parte estaba dirigida a Emery, claro, pero el resto era para mí. Mis pensamientos se atropellaban en mi mente: ¿Primera nota? ¿Qué primera nota?. No tenía idea de a qué se refería, jamás había recibido nada de ese maldito. Y ahora me exigía que le entregara algo, pero... ¿Qué? ¿Qué demonios quería?
No pude evitar recordar la conversación pendiente que aún tenía con Cristina y Fabricio. Sabían más de lo poco que decían, y aunque mi confianza en ellos había disminuido con cada día que pasaba, debía enfrentarles. Fabricio no mencionó nada, sin embargo Emery me dijo que él había sido quien recibió a la policía que buscaba a Jackson en esas dos semanas que despareció. ¿Por qué Fabricio no me dijo nada? ¿Siquiera lo sabe Cristina? ¿Se relaciona con esto que estoy enfrentando a día de hoy? Todo me parecía una maraña de mentiras y secretos que apenas comenzaba a desenredarse. Me vino a la mente el sobre que había escondido en mi habitación, ese sobre que saqué del despacho de Fabricio y que tanto él como Cristina buscaban incansablemente, mas no lo obtendrían hasta que decidieran hablar conmigo. ¿Podría estar relacionado la nota de ese maldito con el sobre del despacho? Era una idea absurda, pero ya no podía descartar. Carajo, que hasta ese sujeto o alguien que trabaje para él pudo colarse dentro de casa y matarnos mientras dormíamos, pero en cambio, solamente se coló al despacho para dejar un sobre y luego irse.
Volví a mirar la hora en mi celular; el tiempo seguía corriendo. Me quedaban solo unos días. El plazo que me había dado era de una semana, y eso fue el martes, ya era viernes. Tres o cuatro días, y no sabía qué hacer. No sabía qué me estaba pidiendo ese monstruo. Y Emery... Emery había desaparecido después de esa noche en la fiesta de Isabella. La había ignorado, era cierto, pero ahora no podía evitar sentir una punzada de preocupación. ¿Y si le había pasado algo también?
Suspiré nerviosa, me encontraba sentada en la biblioteca del instituto, en una de las esquinas más apartadas, lejos del bullicio de los demás estudiantes. La sección de historia estaba vacía a esa hora, y me daba un respiro para pensar.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que no sentí la presencia de Leonardo hasta que su mano tocó suavemente mi hombro, pero inevitablemente me asusté y solté un grito, tan alto que llamó la atención de varias personas alrededor que se asomaron a esta sección a ver qué sucedía. Me sonrojé de inmediato, sintiéndome completamente expuesta.
—Lo siento, no quería asustarte. —Leonardo se disculpó enseguida, con una expresión de preocupación, mientras tomaba asiento a mi lado.
—No, no... —Intenté sonreír para tranquilizarlo, pero apenas logré esbozar una mueca—. Fue culpa mía, estaba... distraída.
—Igual, debí haberme anunciado antes —Dijo, pasando una mano por su cabello—. ¿Estás bien?
Quise decirle que sí, que todo estaba bien, pero no pude. En su mirada, supe que notaba que algo iba mal. Sus ojos se posaron en la nota arrugada que sostenía en mis manos, y su curiosidad fue evidente.
—¿Qué es eso? —Preguntó, inclinándose un poco para ver mejor.
Suspiré, sintiendo un peso en mi pecho. Sabía que no podía seguir ocultando lo que estaba pasando, no a él.
—Léelo. —Le dije, pasándole la nota.
Mientras la leía, observé cómo su expresión iba cambiando, de sorpresa a incredulidad, luego a algo más oscuro. Había rabia en sus ojos, pero también preocupación.
—¿De dónde salió esto? ¿Quién te lo envió? —Murmuró, solamente para nosotros.
—Me lo dió Emery —Respondí, pude ver la molestia en su semblante cuando menciono a mi ex mejor amiga, y es que, él, Kira y Zafiro son los únicos que sabían completamente la traición de ella y Jackson hacia mí—. Fue el martes, en el cumpleaños de Isabella, cuando salí a hacer una llamada a mi mamá.
Frunció el ceño, pareciendo pensativo. Luego asiente, como si se hubiera acordado de algo.
—Según Emery, alguien le dejó esta nota en su casa para que me la diera a mí cuanto antes y... mataron a Jackson, Leo —Mi voz tembló al pronunciarlo—. Tal vez... No. Estoy segura de que lo mataron por mi culpa, ese maldito monstruo lo dijo en la nota y muchos más morirán si no le doy lo que quiere.
—No te culpes, porque la realidad es que no eres culpable de nada, Andrea.
Resoplo, temblorosa.
—La verdad es que no tengo ni idea de que es lo que busca, porque habló de una primera nota y si no lo menciona en esta —Señalo la nota—, jamás sabría de la existencia de la primera. No sé si esto tiene que ver con el laboratorio o con todo lo demás, pero ya no sé en quién o qué confiar. Solo hago teorías en mi cabeza, pero no tengo respuestas.
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Editado: 05.12.2024