Andrómeda-Los Seres Celestiales

Capítulo 24

 

Es inútil. Por más que me esfuerce, jamás voy a hacerle entender. A veces pensaba que no había mucha diferencia entre los ángeles y los humanos, pero me equivoqué; lo cierto es que tenemos mentalidades distintas. Me puedo quedar aquí discutiendo sobre el tema y él nunca lo entenderá. Para él, el beso que le di fue un acto de pura manipulación. Se le ha implantado esa idea en la cabeza y dudo que sea fácil de quitárselo, aparte tiene a Garsemeo detrás de él, empeorando la situación.

No consigo asimilar nada de lo que está aconteciendo: Abigael, él ángel que le entregué mi confianza, es un traicionero que nunca dejó su resentimiento y envidia hacia los humanos. El ángel que me sujeta con fuerza los brazos hacia atrás, es Sarahí, un ser al que hace pocos días yo le tenía una gran admiración. Me siento tan defraudada, como si ya no pudiera confiar en nadie. Agacho la cabeza, ya rendida. Elian y yo estamos atrapados, Garsemeo tiene los espíritus: el plan ha fracasado, he decepcionado a los humanos, a mi madre, y de seguro a Dios si aún estuviera con nosotros.

—Muy bien queridos hermanos y hermanas—comienza a decir Garsemeo con un tono triunfal en su voz—. Tenemos los tres espíritus, tenemos a los humanos cuyas sangres almacenan parte del “Espíritu de Dios”, por lo tanto, estamos listos para ejecutar “El Hechizo del Todo”.

“El Hechizo del Todo”. Al parecer, la teoría de Badrud era cierta, y por mala suerte, voy a ser espectadora de eso. La incógnita de esto es: ¿Exactamente que quiere hacer? Garsemeo voltea a ver a su ejército de ángeles y demonios, estira sus hombros y saca pecho; como una pose de máxima autoridad.

—Al fin, el día que tanto estábamos esperando—prosigue Garsemeo. De vez en cuando desvío la mirada hacia Elian que me dice algo gesticulando sus labios. Es fácil distinguir sus palabras: “Todo va a estar bien”—. Por fin ustedes hermanos, serán testigos de la creación de un nuevo universo, en el que solo los ángeles y demonios convivirán como una sola especie, en paz y armonía, eliminando cualquier otro ser. Este universo por fin será como debió haber sido desde el principio, sin el mayor error de Dios: los humanos.

Hay unos gritos de euforia que se extienden por todo el lugar provocando un eco que retumban mis tímpanos. Era de esperarse. No querían resucitar a Lucifer, estaban planeando algo mucho peor: El fin de este universo y crear uno nuevo, en el que los ángeles y demonios serían una sola especie; sin la humanidad.

—No más humanos, no más cuerpos glorificados y mucho menos las almas pecadoras—prosigue Garsemeo—. La humanidad jamás existió, el planeta Tierra tampoco, crearemos uno mucho mejor, más hermoso, con ciudades y calles preciosas que ni el Paraíso alguna vez tuvo. Será el lugar de nuestros sueños, el cual nosotros gobernaremos y seremos nuestros propios líderes, sin nadie que se nos interponga, sin la obligación de depender de una especie despreciable y repugnante—dice Garsemeo dirigiéndose a mí.

Ya no puedo seguir soportando esto. Prefiero morir ahora en vez de seguir viendo su victoria y sus gestos de satisfacción de haber triunfado. Y lo peor, es que yo lo ayudé de una u otra manera. Mis acciones estúpidas llevaron a esto. Nunca debí besar a Elian, ni siquiera tuve que confiar en Abigael desde el principio. Tendría que haberlo entendido en el momento en que él me golpeó la cabeza para que no huyera, y cuando me confesó del resentimiento que guardaba a los humanos cuando aún Dios se hallaba vivo.

Garsemeo camina despacio y me analiza de pies a cabeza. Espero que su forma de asesinar sea rápida; al fin y al cabo, si no fuera por mí, jamás habría conseguido los espíritus. Por mas que me odie, tiene que admitir que he sido de gran ayuda.

—Sin embargo, antes de hacer el hechizo, me gustaría comprobar algo—sus ojos rojos penetrantes me causan un leve escalofrió—. Queridos hermanos, como sabrán, la niña que está con nosotros—me señala con el dedo índice—, no es una humana común y corriente. Resulta que Dios la había profetizado, diciendo que solo un humano podría ser capaz de recolectar los tres espíritus si es que llegara a ser destruido. Al principio, la profecía se consideraba una farsa, debido a que después del fallecimiento de Dios, los humanos fueron destinados a vivir en una aldea en la cual ninguno de ellos podría salir de ahí sin ser convertido en polvo. No obstante, tenemos presente a la única humana que ha logrado atravesar las fronteras, en cruzar los mundos como si nada, la que recibió la ayuda del mismo “Espíritu Santo” como si este mismo quisiera que ella fuera la que tuviera en su poder los tres espíritus.

La multitud comienza a murmurar entre ellos mientras que intento saber a dónde quiere llegar Garsemeo sobreestimándome frente a todos. ¿No se supone que él deber ser el alagado?

—Esta humana, tiene algo especial dentro. Por lo tanto, su sangre nos podría servir de mucha utilidad—escucho a varios afirmando a lo que dice Garsemeo, Abigael sigue sin mirarme, Elian arruga la frente de lo tenso que está. Garsemeo se acerca, me coge del cabello y me lo jala hacia atrás con fuerza. Suelto un gemido de dolor al tanto que siento su respiración sobre mi cuello—. ¿Qué cosa eres maldita perra?




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