Añeja Fantasía: Evocación del orbe

Capítulo 18. Lágrima demoníaca

Edelina quién había hace apenas unos segundos salido de la ducha camino extasiada por el calido sentimiento de un baño, estaba tranquila y con ese pequeño detalle de ingenuidad y felicidad. Para cuándo vio a Roland a la orilla de su adorado puente le alcanzó hasta sentarse en el borde y dejar humedecer una vez más sus pies en el agua ahora helada.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó con dulzura mientras jugueteaba con el agua en sus dedos dando salpicaduras por aquí y por alla. 
- Nada- respondió secamente rompiendo su posición y caminando de vuelta al establecimiento.
- ¡Espera!- le detuvo humedeciendo su manga y mirando su error se disculpo con un gesto extraño y juguetón. Y entonces utilizo las palabras que menos deseaba escuchar Roland- ¿Por qué aún no me dices toda la verdad? 
- Porque hablas mucho
- Tengo derecho, además no haces mucho a estas horas... siempre estas vagando por allí en la noche.

Las dudas sobre su misma existencia volvían loco a todos pero especialmente a Roland, se sentía con un perico pegado a su hombro repitiendo su nombre "Roland, Roland, Roland" pues era la única estúpida palabra que se sabia y el colmo llegó a su cabeza haciéndolo explotar después de la vil escena que había pasado hace unos segundos; disgustado y menospreciado alzó sus manos a su cabeza de manera  impúdica.

- ¡Eres una falla¡- gritó molesto. 
- ¿Disculpa?- su sonrisa se borro e inmediatamente su rostro palideció de forma afligida, pues aquello le había dado tan duro que ni siquiera encontraba las razones correctas como por lo cual evitar aquel sentimiento, habia sido duro, demasiado duro.- ¿A que te refieres con eso?
- No quise… 
-No, ¡ya entiendo! ¿Siempre he sido una jodida niña rara para ti no?, y para todos como veo. ¿Acaso parece que me divierte perder mi vida en este lugar? 
Las lágrimas escaparon de sus parpados, pero ahora expiraba más ira que dolor. Roland intento acercarse pero esta inmediatamente  retiro su contacto y comenzó a correr directamente a su habitación, las puertas no tenían llave por lo que no se retrasaría allí pero antes de que girará la manija Roland se apego a su cuerpo.

-Lo siento- recalco abrazándola- lo siento, lo siento. No quería lastimarte… 
Se quedó allí, parada sin realizar ninguna acción o movimiento, solo agachado su cabeza pensando nuevamente "¿Qué fue lo que hice mal?"
- Eres un idiota- susurro Edelina aceptando su abrazo, pero aun sin mirarle giro su cuerpo para encontrarse con su cuerpo feente a su rostro y con un cuidado exagerado escurrió sus manos entre su cintura hasta engancharlas ambas por la espalda, se acerco a su cuerpo y recargo su mejilla en su pecho el siempre había sido más alto que ella pero hasta ese momento nunca habia sido un beneficio, sintió el calor de su cuerpo y aun húmeda del cuerpo se acurruco en él sintiéndolo y notando como su contacto la revitalizaba de una manera inexplicable, nunca lo había abrazado, o mejor dicho él nunca la había abrazado... Era magnífico.

-Eres especial Edelina... muy especial.
Ella escuchó sus palabras y aun prosesandolas en su mente se separo aún sin sontarle.
- ¿Porque me ocultas tantas cosas?- Lo miro buscando sus ojos, pero era como si mirara el horizonte, perdiendo la figura conforme al movimiento de sus pupilas.
- Necesito protegerte…
- ¿Protegerme? ¿Pero de que especificamente? Entiendo que soy la única inútil aquí que no sabe que sentido tiene pero… - él la interrumpió con una risita estúpida.
- Irónicamente aún tienes esa herida como si te la hubieran hecho hace unos segundos y no muestras ningún signo de dolor. 
Ella se observó la venda, no había tomado en cuenta que en realidad había dejado ese vendaje todo el tiempo y por obvias razones estaba ensangrentado y probablemente si no lo cambiaba también estaría lleno de germenes e infectaria su herida. 
- Solo... no duele. 
- No, tu te has resignado a ignorarlo.

Roland busco sus labios, solo jugueteando con movimientos de su cabeza pero, sin tocarse aún ambos soltaron un respiro, Edelina cerró sus ojos y luego antes de cualquier otro movimiento bajo su rostro a pecho, refugiándose del rubor en sus mejillas. 
- No tengo miedo.- dijo rompiendo el silencio. 
- No es que tengas miedo o no, no sabes suficiente de este lugar, vives en una ciudad agena a nuestras creencias.
- ¿Qué? ¿Mitología griega y romana?
-Eres tan inocente
-Y tu tan testarudo.
Ambos compartieron su tranquilidad, Roland beso su frente y la volvió a abrazar. 
"Quizá..." quizo decir Edelina "Quizá sí fuera otra persona, estuviera en otro lugar y en otro momento, habría podido y terminado perdidamente enamorada de ti por un solo beso"

El silencio invadió ese espacio, pero  más allá a la distancia, en otro lugar de los campos elíseos Aedea entraba en silencio a las oficinas principales encontrándose a cara con Jenell y Némesis.
- La aman. 
Dijo antes de imprimir su rostro molesto y paralelo al de Jenell, al de su hermana. 
- Entonces morirá- respondió Jenell apartando la mirada de ambas mujeres y tomando unos papeles que había dejado en la mesa. Todos y cada uno de los chicos estaban inscritos ahí con cada detalle de su establecimiento en el lugar. 
Y antes de que Jenell pudiera huir de allí Aedea tomó su mano con dureza y la observó con cuidado casi amenazandola de tal estupides. 
- ¿Qué haces aqui Aedea?- dijo Jenell entre dientes, conjugando un juego entre la magia de ambas mujeres, incluso parecería que explotaría todo tan solo por ese campo magnético  que creaban ambas. 
- No lo hará. - dijo Némesis tomando posición en la conversación evitando estragos y continuando- ella no morira- al ver la mirada de desaprobación de Aedea giro su rostro a la ventana y continuó-  Ellos morirán antes que ella.
- ¿Qué propones?- se adelantó Jenell
- Quitar los baches.- Dijo Aedea casi leyendo los macabros pensamientos de Némesis.




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