Estos 2 dias me quede pensando que tal vez el sueño del lunes si había pasado, en una de mis vidas pasadas, ya que ya me había pasado antes, un par de veces, eran cosas de en esa vida no quería olvidar y no la olvido mi alma y nunca olvidara para nada, quien sabe que paso después de eso, tal vez me enteraré, tal vez no, todo depende de cómo, dónde y cuánto mi alma me quiera revelar, esa vida se veía algo tierna, de cuento de hadas con el “vivieron felices para siempre”, pero eso sí estaba más que nervioso en ese momento o más bien aquel día.
Sin darme cuenta ya me estaba vistiendo en automático, ¿a qué hora me bañe?, no sé pero tenía aun el cabello mojado, al terminar me fui a la sala a esperar para ver a mi familia.
-Buenos días querido- me dijo mi mamá bostezando.
-Hola, ¿cómo amaneciste?- le pregunte sentado el sillón individual de la sala.
-Bien, gracias- me dijo ya más despierta.
-¿Y tú?- me pregunto mientras iba a la cocina.
-Muy bien también.
-Qué bueno, me puedes despertar a tu hermano, si no lo despiertas ahorita, no llega a la escuela a tiempo.
-No te quejes, ¿a quién prefieres a Luis o a tu papá?- me preguntó, antes de hacerlo.
-A Luis, tu encárgate de papá- le dije ya a medio camino de las escaleras.
-Suerte.
-No, tú la necesitas más que yo- le dije ya en las escaleras.
-Buen punto- me dijo aún media dormida aun.
-Por lo del lunes tú necesitas un milagro, trata de que tenga lo más lejos todo lo que pueda usar en contra tuya- le dije ya parado en las escaleras apoyado en el barandal.
-Tienes razón, lo tomare eso en cuenta- me dijo ya más despierta.
-Mejor me voy o si no se le va a hacer tarde a Luis y de paso a mí- le dije ya continuando subiendo las escaleras.
-Si corre- me animo intentando hacer el desayuno, sin darse cuenta hecho ingredientes que yo no puedo comer para nada, cosas como granada en el jugo, que es una fruta que los ángeles se la dieron al hombre y que por cierto si como mínimo solo 1 semilla me sale una especie de sarpullido y con el sol me sale peor, también me pasa con la ciruela, pero esta me hace tener un ataque de como asma, que por cierto puso seca en la fruta.
Cuando abrí la puerta del cuarto de Luis me acorde de como dormía de pequeño y lo más irónico es que aún se duerme igual, con la cobija a punto de caer, con la almohada inclinada más o menos como paralela de su nariz y con ese torito de peluche que le regalaron cuando tenía 3, que por cierto nunca soltaba cuando era niño y ahora, sólo duerme con él cuando estamos en la casa sin visitas.
El toro se llamaba Fermín, el nombre fue a que fue comprado en la fiesta de San Fermín en ese año, el toro es un poco más pequeño de tamaño de una almohada individual, color negro, cuernos blancos y ojos como los de él verde pasto, que un año después o hasta menos terminó con un listón rojo sangre grueso en el cuello como collar, que por cierto yo le puse cuando una vez nos peleamos y por enojo se lo robe a mi mamá y se lo puse a Fermín en un intento de que Fermín se vuelva Fermina o algo así, desde entonces Fermín lo ha conservado hasta la fecha.
-Hey, aplastas al pobre de Fermín, no es justo ya está como una hoja de papel- le dije a Luis tratando de despertarlo.
-A ver Fermín ayúdame quieres a despertar al flojo de Luis- dije tomando a Fermín.
-Gracias Fermín- dije y después le empecé a enterrar los cuernos de peluche en donde podía a Luis mientras se movía y empezaba a despertar.
-Ay Fermín- dije algo divertido tomando la colita del toro y la pase por los labios de Luis hasta que abrió algo los ojos, él odiaba que hiciera eso ya que el odia las cosquillas.
-Buenos días mi pequeño hermanito- dije algo como villano de película, viendo la cara de enojado medio dormido de Luis.
No se si hago esto para divertirme o en serio para despertar a mi hermano, pero se cual sea el motivo logró hacer las 2 cosas sin problema alguno.
-Hola- me dijo algo enojado.
-Ok, ya es algo tarde para el colegio- dije mientras abría las cortinas y Luis se tapaba la cara con la almohada.
-Dame a Fermín y cierra la luz- me dijo mientras se volvía a acomodar.
-Ten, párate- le dije aventando al toro mientras me sentaba en la cama.
-Como aún duermes con ese torito, ya no eres un niño y aún duermes con él- le dije jugando con la cola del torito.
-Hey, déjanos a Fermín y a mí de molestar- se quejó abrazando al toro.
-Hay a veces aún te comportas como un niño de 5 6, pero aparte ya es muy tarde- le dije mientras me acomodaba más en la cama.
-¿Qué hora es?- me preguntó ya con los ojos ya más abiertos.
-Son las 6, ¿por?
-Y el autobús pasa entre 6:30 6:40, no?- me dijo algo alterado.
-Sip- le confirme y en eso el ya abrió y más los ojos como platos, se paró dejando sólo al toro en la cama y se empezó a vestir muy rápido.
Desde que éramos niños él se despertaba tarde, pero con un pequeño inconveniente, que tenía un relajó que aún tiene y nunca arreglaba su uniforme una noche antes, además de que le gustaba hacer todo a última hora, hasta que un día me desespero y le dije que o ponía sus cosas una noche antes listas o me daba igual a qué hora despertaba y desde entonces le ayudó con ese detalle, al inicio yo le enseñé cómo iban las cosas y como se ponían, después sólo lo supervisaba y al final yo le recuerdo, cosa que sí es algo extraña, porque los puros tienen título de ordenados, pero nada es perfecto en su totalidad.
Cuando salió yo me quede un pequeño rato aún en el cuarto pensando en lo rápido que pasa el tiempo, además de recordar lo divertido que era estar en la casa y más en nuestros cuartos juntos jugando, platicando, peleando y otras cosas que me gustaban de tener a Luis a veces, me la pase unos minutos sentado en la cama imaginándonos a Luis y a mi haciendo de todo en su cuarto y luego baje a la sala con mis cosas listas y sólo me senté a esperar.