Muchas cosas pasaban por la cabeza de Lucía, así que la única manera de "relajarse" era tomando un café -ya que le encanta la cafeína-.
—Bienvenida ¿Qué desea tomar? —preguntó la recepcionista.
—Un café bien cargado por favor —respondió Lucía seria.
—Enseguida, ¿desea algo más?
—No, ¿Cuánto sería?
—Serían tres dólares con 25 centavos...
Pero Lucía no se había percatado que había una tremenda discusión dentro de la cocina, hasta que hubo sonidos de tazas rompiéndose.
—¡¡¡Óigame, tú me debes devolver el costo de las tazas rotas!!! —decía la dueña del lugar.
—¡¡¡Agradezca que no la denunció por abuso de autoridad!!! —respondió la señorita muy indignada.
—¡¡¡Te pedí una sola cosa!!! —exclamó la dueña, que parecía que le iba a estallar la cabeza de tanto gritar —¡¡¡te iba a pagar tu bono extra!!!
—¡¡¡No me interesa, RENUNCIO!!!
—¡¡¡BIEN, LÁRGATE DE AQUÍ!!!
Después de tantos gritos, la jovencita salió golpeando la puerta de vidrio, mientras que la dueña del lugar respiró profundamente y se acercó a la recepcionista.
—Sonia, por favor coloca en la página del café que se busca una mesera —dijo la dueña sonriendo, tal vez no quería asustar más a la clientela.
—Sí señora —pero antes de que Sonia pudiera escribir una letra a través del teclado, Lucía se apresuró a preguntar sobre la vacante.
—¿Cualquiera puede trabajar aquí? —tal vez para ella era una gran oportunidad y no la iba a desaprovechar.
—¿Buscas empleo señorita? —interrogó Sonia.
—¡Así es! ¡Por favor, ayúdenme! Les juro que no se arrepentirán —decía Lucía, intentaba ser muy convincente para que le den el empleo, aunque ella de verdad necesitaba trabajar.
—Bien, el puesto es tuyo —respondió la dueña feliz, fue entonces que Samuel había llegado y estaba ordenando su traje de mesero.
—Samin, ya que estás allí parado sin hacer nada, ven y ayuda a está señorita; desde ahora serán compañeros de trabajo.
—¿Lucía?¿Qué haces aquí? —preguntó Samuel muy sorprendido, no se esperaba ver a Lucía en el mismo lugar de trabajo.
—Pues, conseguí empleo aquí.
—Pero ¿Qué pasó con July? —preguntó Samuel preocupado.
—Ella nunca más trabajara aquí —respondió sonriendo la dueña, aunque desprendía un aura de furia—y dejen de conversar, Sonia ve para tu casa que ya terminó tu turno
—Eeeh...pero...¿Lucía no se sentirá incómoda con Samuel? —dijo Sonia tímida, aunque a simple vista, se notaba sus celos —digo...yo
—Sonia, por favor, tú conoces a Samuel, él es un caballero y no intentará hacerle daño —respondió dulcemente la dueña—pero si lo hace, Lucía está en todo su derecho de comunicármelo ¿entendido?
—Quedó muy claro —dijeron todos a una sola voz.
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Lucía era muy aplicada en su carrera de medicina, sin embargo era muy torpe con su trabajo; le costaba mantener una sonrisa para la clientela que llegaba. Al principio ella intentó mantenerse muy serena y condescendiente, pero pasaban los días y su humor empezó a cambiar a tal grado que su rostro solo mostraba aburrimiento.
—Eeh...Lucía ¿estás bien? —preguntó Samuel muy preocupado, él sabía que si las cosas seguían de esta manera, podrían despedirla.
—Si ¿por qué la estúpida pregunta? —respondió Lucía sonriendo, pero su aura transmitía estrés y enfado.
—Lucía, yo sé que parecerá muy duro este trabajo, pero terminarás acostumbrándote ¡ya verás! —decía Samuel muy optimista, pero Lucía lo miró muy seriamente y él entendió que ella no quería que la consuelen.
—Haber, señorita Lucía cambie de cara —dijo la dueña del lugar muy preocupada —usted representa la imagen de este lugar, mínimo debe tener una sonrisa.
—Lo intento señora —respondió Lucía intentando ser muy amable.
—Pues no parece, Samuel ¿Dónde está el letrero de "se busca mesera"? —preguntó sonriendo la dueña mientras miraba a Lucía, entonces ella intentó sonreír lo más natural posible.
—Ya ves, así esta mucho mejor, Samin ¿puedes quedarte un turno más? —preguntó muy preocupada —te prometo que te pagaré tus horas extras.
—¡Delo por hecho! —respondió Samuel muy servicial.
—Gracias mi corazón, Sonia ven conmigo, hoy haremos las compras para abastecer el restaurante —Sonia se sorprendió y ordenó sus cosas, aunque miraba a Samuel desde lejos para ver su reacción. Después de 10 minutos, la dueña y Sonia se fueron muy deprisa y en el restaurante hubo un gran silencio.
Lucía y Samuel se quedaron solos, ambos se encargaron de sus puestos y para no aburrirse, Samuel puso música para relajarse. *Suena la canción de Gaby Moreno - Estaré*
—¿Te gusta esta canción? —al voltear a mirarla, ella tenía el rostro triste, Samuel entonces recordó que esa era la canción que escuchaba junto a él cuando era un ángel —si quieres...la cambio...
—No...déjala —respondió pensativa.
Durante todo el transcurso de la canción, Lucía no mostró enojo o sarcasmo; solo suspiraba a cada rato, él quiso cortar la música pero Lucía sostuvo su brazo en señal de que la dejara transcurrir.
—¿Estás bien? Te noto un poco...
—¿Incómoda? —cuando ella volteó, Samuel bajó la mirada.
—Si, exacto...
—Pues tienes razón, lo estoy —respondió Lucía pensativa.
—¡¿Entonces por qué evitaste que cortara la canción?! —exclamó Samuel, entonces ella por primera vez, le sonrió.
—Porque esa canción me trae buenos viejos recuerdos...—al decir eso, Samuel se sonrojó y no pudo evitar sonreír; ahora Lucía se puso incómoda.
—Bueno...terminemos esto ¿si? —ambos atendieron solo a 10 clientes, nadie venía muy seguido al restaurante pasadas las 10 de la noche.
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