—Luego de ese día, solo fue cuestión de tiempo para que me enterara que ella renunció —todos estaban en silencio después de que Sofía terminara su relato, pero luego de tres largos minutos Víctor rompió el hielo.
—Espera, ¿todo eso es lo que pasó? —Sofía lo miró y asintió.
—Si, eso es todo ¿que más quieres?—respondió confundida, Samuel seguía sin poder creer en todo lo que estaba pasando y pues Víctor estaba inconforme.
—Me esperaba que me dijeras más cosas, no es suficiente —pero Samuel le contradijo.
—¿Cómo que no es suficiente? De todo esto puedo deducir que la causa de que el decano se quiera irse de la universidad es que al no estar la maestra, él ya no le encuentra sentido quedarse en el cargo —Víctor estaba sorprendido por la respuesta tan directa de Samuel, pero Lucía minorizó la situación.
—¿Va a desechar su trabajo por amor? Es lo más estúpido que he escuchado—todos miraron a Lucía atónitos y ella los miró de manera sarcástica —¿qué?
—Eres una arromántica ¿sabías? —dijo Víctor mirándola.
—Pues ¿qué esperaban que dijera? —ella los miró y habló haciendo muecas de sarcasmo—¿qué ellos no pueden separarse? ¿qué hay que hacer algo para juntarlos? Por favor ¡despierten! La vida real no funciona así como un cuento de hadas.
—Tal vez tengas razón, pero si pones siempre esa actitud créeme que lo único que atraerás a tu vida es la soledad —Samuel al decir esas palabras se tapó la boca y miró a Lucía asustado; ella lo fulminó con la mirada, se paró bruscamente y salió rápido del restaurante.
—En serio te pasaste de la línea —dijo Sofía enojada mientras le dió un golpe suave en la cabeza.
—Lo sé, ¿qué hago ahora?—preguntó Samuel muy arrepentido y preocupado.
—¡¡¡Pues ve con ella ¿qué esperas?!!! —respondieron Sofia y Victor al mismo tiempo, Samuel entonces se despidió y salió muy aprisa del restaurante para alcanzarla.
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—¡Lucía! ¡Espera! —gritaba Samuel a lo lejos, ella lo escuchó pero lo ignoró y aceleró el paso —¡ey! ¡escúchame!
—¡No tengo nada que escuchar, déjame en paz! —respondió ella y empezó a correr muy aprisa mientras empezaban a derramarse lágrimas de furia.
—¡No era mi intención decir esas palabras! —exclamó Samuel que empezó a correr más rápido para alcanzarla.
—¡Pero las dijiste! —respondió ella molesta mientras seguía llorando.
—¡Sé que no debí decir eso, lo siento! —Lucía dejo de correr y se quedó parada pero no volteo a mirarlo.
—No importa, ya lo has dicho y nada cambiará eso —respondió con tono serio, aunque las lágrimas seguían cayendo.
—Por favor no te enojes conmigo —Samuel empezó a acercarse de modo tal que quedó frente a ella.
—No estoy enojada...—dijo ella entre susurros.
—¡Oh no, por favor no llores! ¡soy un tonto, un imbécil! —intento abrazarla pero ella no se dejo.
—¡No, lo que dijiste es cierto!
—¡No es cierto!
—¡¡¡Que si es cierto maldit* sea!!! —ella entonces lloró sin parar, era muy triste la escena—¡¡¡por eso sigo sola!!!
—¡¡¡No cállate!!!—Samuel no pudo aguantar más y la abrazó a la fuerza, ella al principio no se dejó pero al final desistió —¡¡¡yo estoy a tu lado así que no estás sola!!!
—¡¡¡Ella me abandonó!!! ¡¡¡No me quería a su lado!!! —decía Lucía gritando, en eso el cielo se nubló y empezó a llover.
—¡¡¡No es verdad, ella te amaba con todo el corazón por eso te protegió!!! —al escuchar eso, Lucía empujó a Samuel confundida.
—¡¿De qué estás hablando?!
—¡¡¡Ella te...!!!—él tapó su boca y miró a Lucía asustado, había cometido otro error muy grave.
—Termina la frase —dijo Lucía mientras se secaba sus lágrimas.
—No era import...—ella le agarró la camisa del cuello y lo fulminó con la mirada.
—¡¡¡TERMINA LA FRASE!!! —exclamó ella furiosa.
—Ella te amaba mucho —respondió Samuel cerrando sus ojos.
—¿De qué hablas? —ella lo soltó aún más confundida.
—Ahora ¿cómo salgo de esta? —se decía Samuel pensando—si descubre que soy Sebastian, mi plan va a fracasar.
—¡Ey! Despierta —él la volvió a mirar y ella seguía observándolo —¡explícate!
—Pues...—ambos no se habían dado cuenta que estaban parados en medio de la pista y que un auto a toda velocidad venía hacia ellos —¡¡¡cuidado Lucía!!!
—¡¡¡Aaaaaah!!!
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En algo que debemos reconocer en Arturo es que mientras no veía que ya no había existencia de un ángel fugitivo, para él significaba que estaba vivo y por ello no paraba hasta encontrarlo.
—Arturo ya detente por favor —ellos volaban entre los edificios mientras hablaban.
—Martín debe estar por aquí, lo presiento —pero él no estaba convencido del todo.
—No lo creo, yo soy el que tengo la habilidad de detectar a lo ángeles fugitivos, y no siento a nadie —Arturo lo miró y se molestó.
—Por favor, no estás ayudándome. Me pones más tenso y nervioso—Martín lo miró y se encogió de hombros.
—Yo soy realista Arturo, no siento nada—en eso escucharon un grito de unos chicos que estaban a punto de ser atropellados por un auto.
—Oh es una pena y son tan jóv...—decía Martín, pero entonces observaban que la pista empezó a brillar con una luz muy intensa y veían unas alas desplegarse mientras protegía a una mujer—¡¿Pero qué estoy viendo?! —decía atónito.
—¡¡¡Es Sebastian!!! —gritó Arturo feliz mientras miraba la escena—¡¡¡está vivo!!!
—Y está cargando una humana—ambos veían que Sebastian volaba y dejaba a Lucía a un lugar seguro.
—Ahora entiendo todo, estaba cumpliendo su promesa...pero ¡hasta aquí llegó! —dijo Arturo serio mientras que de su mano sacó un látigo dorado y voló hacia Sebastian, este al verlo salió volando más rápido que ellos.
—¡No puedes huir más Sebastian, ya basta con esto! —dijo Martín serio mientras sus ojos empezaron a brillar en una tonalidad blanca parecido a un foco de luz.