"Ángel de la Guarda"

36: "Te mantendré a salvo"

La noche empezó a cubrirse de nubes grises y poco a poco gotas de agua cayeron a la tierra, todos corrían a refugiarse de la lluvia intensa e intentar tomar un taxi para irse a sus casas y cambiarse la ropa mojada. Sin embargo, dentro de toda la multitud había una persona que corría con todas sus fuerzas y no le importaba que su abrigo estuviera pesado y mojado con agua, seguía corriendo por la vereda y poniendo su vida en riesgo a cruzar la pista en medio de muchos autos circulando a toda velocidad, todo esto por llegar al último hospital que le faltaba buscar para saber sobre su pequeña ángel.

—¡¿Se encuentra la paciente Lucía Tamaya?! —preguntó Samuel agitado y recuperando el aliento.

—¡Oh no! Permítame buscarle alguna toalla ¡se resfriará! —dijo la recepcionista muy preocupada en tanto buscaba algo para que pueda secarse.

—¡¡¡Dígame si está Lucía Tamaya, es urgente!!!

—Pues...—con mucha prisa la señorita busco en la base de datos y pudo encontrar su nombre en el registro —si, se encuentra aquí.

—¡¿En qué habitación está?!

—Primero espere aquí, iré por una toalla.

—¡¡¡¿En qué habitación está?!!!

—Tercer piso, en la habitación 45 —él sin tiempo que perder corrió con las pocas fuerzas que le quedaba y subió las escaleras a toda prisa en tanto la recepcionista lo seguía—¡oiga nooo!


●●●●

Samuel abrió bruscamente la puerta y entonces se quedó en shock al verla, estaba con una venda en la cabeza y dormía profundamente. Era la misma posición en la que se encontraba su tía Ana antes de fallecer y eso lo asustó tanto que retrocedió y se golpeó contra la pared. En eso llegó una enfermera que al ver a la recepcionista decidió acercarse a Samuel.

—¿Eres su novio? —preguntó ella preocupada.

—¿Cuál es su situación? —preguntó Samuel casi evitando llorar de impotencia, la enfermera tomo su brazo suavemente y entraron a la habitación, ella tomó el expediente que estaba en el escritorio y lo analizó.

—Tuvieron que operarla según este informe, pero está fuera de peligro.

—¿Tendrá consecuencias en el futuro por la operación? ¿Encontraron algún hematoma peligroso?

—No, sin embargo están analizando las pruebas que le realizamos; por ahora, si desea, puede hacerle compañía hasta que despierte —él la miro y no pudo soportar aguantar sus lágrimas y empezaron a caer de sus mejillas poco a poco.

—¿Puedo quedarme?

—Si, no puedo dejarlo que se vaya en medio de esta lluvia —respondió preocupada, luego abrió la puerta rápidamente para buscar algo —quédese aquí que le traeré ropa seca, ahora mi prioridad es cuidar su salud.

—Muchas gracias.

—Ahora vuelvo…

●●●●

Lucía estaba en la playa con un vestido blanco y con pies descalzos, vio su sombra y era de una niña pequeña; en ese momento supo que tenía aspecto de una niña al ver sus manos y sentir su cabello. Luego escuchó el mar y veía que las olas eran suaves al llegar a la orilla, ella empezó a entrar poco a poco en el agua, pero entonces escuchó una voz familiar.

—¿Mi niña? —preguntó sorprendida la voz, Lucía al voltear pudo ver a una mujer con un sombrero y vestido de playa color esmeralda que la miraba muy triste. 

—¡Tía Ana! —Lucía corrió hacia ella y la abrazó muy fuerte en tanto derramaba lágrimas de felicidad.

—Mi pequeña ¿Qué haces aquí?

—Te extrañé tanto tía, me hiciste tanta falta...

—También te extraño mi niña —ella la apartó suavemente y secó sus lágrimas de Lucía mientras la miraba con sus ojos de avellanas —pero aún no es tu momento.

—¿De qué hablas?

—Si mi niña, aún no es nuestro momento de estar juntas —al decir eso, Lucía volvió a llorar y la abrazó nuevamente.

—Me quiero quedar contigo tía, el mundo es cruel y siempre me trata mal...me siento sola —su tía se mostró confundida al escucharla hablar así.

—¿El mundo mi pequeña? Yo siempre te observo y no estuviste sola todo el tiempo, tienes tres amigos maravillosos que están a tu lado, no debes ser injusta contigo misma...

—Pues...

—Mi niña, ya es tiempo de madurar —dijo su tía soltándola de a pocos en tanto miraba el mar —te quedaste en el tiempo y siempre reniegas de la vida, sin embargo, ya eres adulta y debes aprender a confiar en ti misma.

—Pero tía, esto no es tan fácil —replicó Lucía mirándola triste.

—¿Quién te dijo que sería fácil? Todo en la vida siempre te costará, mas depende de uno mismo crear soluciones para avanzar en el camino de la vida —en ese momento Lucía se transformó en su forma real de una joven adulta y vio que su tía subía a un bote —ven conmigo mi niña —Lucía subió al bote y el viento suavemente lo empujó y después de un rato ya estaban en altamar.

—¿Por qué nos detuvimos? —preguntó Lucía en tanto miraba el cielo y el agua.

—Mira el agua detenidamente —ella se asomó y pudo observar que eran los recuerdos felices que tuvo con Samuel, Sofía y Víctor—¿Qué ves?

—Son...mis memorias...—respondió sonriendo.

—¿Sigues pensando que estás sola? —Lucía se quedó pensando y veía cada momento que pasó junto a los chicos, sintió entonces un poco de alegría en su corazón y pena al mismo tiempo.

—Ya no del todo tía...

—¡Exacto! Siempre ellos te apoyarán, por alguna razón se cruzaron en tu vida; recuerda que nunca estarás sola...—Lucía quiso ver a su tía por última vez, sin embargo ya no estaba allí, luego volvió a mirar el agua y entonces vio a Samuel llorando en tanto tomaba su mano.

—¡Samuel! Pero ¿Qué haces allí? —él seguía mirándola y empezó a hablar entre susurros, Lucía no sabía que hacer y la única solución que se le pudo ocurrir era sumergirse hasta al fondo del mar y así lo hizo...


●●●●

Samuel tomó su mano de Lucía y la miraba con mucha culpa y preocupación porque temía que ella se quede en coma por siempre.




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