Angel Guardian

-Capítulo 20.5- Encuentro deliberado.

-Cecilia-             

-Cecilia-

—Dame el arma, la llevaré yo.

Niego en silencio y la acomodo en su mano derecha, luego hago que apunte hacia mí.

—Esto es un secuestro Jensen, recuerda—le susurro antes de salir de aquella oficina apresurados—. Las cámaras deben estar a mi favor por si en algún momento necesito volver.

—Si, si... Lo has dicho muchas veces, ya es la ¿cuarta?—dice de mala gana poniendo la pistola en mi cogote—. Lo que sea, lo entendí a la primera ahora camina antes de que en verdad te dispare. 

—No está cargada, así que compórtate y guarda silencio.

Es un maldito mocoso, ese tipo no puede ser más inmaduro e irritante, incluso cabe la posibilidad de que sea un criminal peligroso y sin embargo, en este momento él es mi única opción.

Bajamos las escalera de emergencia sin detener el paso, la puerta de atrás solo se puede abrir por dentro, por lo que nunca estamos pendientes de esta área, es más para un incendio u otro incidente.

—¿Podrías quitarnos estos grilletes? Es bastante incómodo compartir una mano contigo—levanta la muñeca haciendo énfasis en su molestia y achica los ojos en una expresión infantil a la vez que frunce el ceño—. ¿Me estás escuchando?

Saco la llave ignorando su actitud irritante y divido los grilletes para luego meter todo junto con la llave en mi bolsillo. Empujamos con fuerza la puerta de emergencia, ya que suele ser abierta con una pequeña palanca manual que solo se habilita al activar la alarma de incendios. Genial, llevo dos minutos de fugitiva y ya estoy forzando una puerta de emergencia.

El aire frío azota mi rostro y mueve mi cabello hacía muchas direcciones obstruyendo mi vista. Me apresuro a recogerlo en una coleta y una vez más me peso de no haber pensado en traer mi chaqueta conmigo. Si el tiempo no hubiera jugado en nuestra contra quizá también podría haber ido al aparcamiento por mi auto y estacionarlo por estas calles, pero ya no hay nada que lamentar. Enfoco mi atención en el mocoso y evito pensar en la baja temperatura que nos rodea. 

—Ahora dime para quién trabajas, Jensen—inquiero expectante.

—Así no es como funciona, muñeca—responde negando con la cabeza y se encoje de hombros—. Lo averiguaras pronto, esa fue decisión tuya.

Decide guardar el arma en algún bolsillo de su chaqueta y apresura el paso. Me mantengo cerca.

—¿Me estás diciendo que tengo que seguirte a ciegas?

—Tú cruzaste esa puerta conmigo, si mal no recuerdo...—camina observando a todos lados sin prestarme atención.

—Cruzaste esa puerta por que yo estaba contigo, si mal no recuerdo—digo de mal humor y con sarcasmo.

Una sonrisa boba adorna su rostro causándome ganas de darle un puñetazo.

—Lo que tú digas, muñeca.

Le doy un codazo frustrada, éste se queja tragando el aire frío por el impacto de mi codo en sus costillas.

—¡Auch!—bufa sofocado.

—Vuelve a llamarme "muñeca" y te dejaré doblado de rodillas, imbécil.

—No esperaba menos de una mujer policía—rie recombrando la compostura.

Pongo una cara de pocos amigos y me centro en ver los alrededores, para este punto ya debe haber entrado el cambio de guardia. Pronto las grabaciones alertarán a todo mundo. 
Caminamos en silencio por unos breves segundos poniendo una distancia prudente del lugar que dejamos atrás. Mi mente es un caos una inmensa maraña de pensamiento y contradicciones, pero no puedo renunciar a mis convicciones.

Para mí "La pequeña Parker", esa joven policía inexperta y subordinada que siempre a los ojos de todos fue intachable, es toda una hazaña estar aquí afuera huyendo de los que alguna vez creí mis camaradas.

Ahora que lo pienso mejor, estoy abandonando mi hogar y mi vida por un impulso que supera mi cordura. Sé que suena una completa tontería, pero tengo que aceptar que los buenos no me van a llevar a ningún lado esta vez. Es decir, solo hay que ver la corrupción que existe dentro de mi equipo para darse cuenta que en este caso la justicia convencional no me va a servir de mucho.

Mis objetivos van más allá de la ley, eso quiere decir que necesito romper algunas reglas para atrapar a Cardigan. Al final, quién me puede culpar por darle la espalda a la única vida que he conocido desde que mi padre murió.

Hoy comprendí que no puedo confiar en nadie. Estoy completamente sola y voy contra el mundo, y sé de antemano que el mundo esta listo para echarse sobre mí cuando menos lo espere.

—Hace frío, tu nariz se está poniendo roja poli.

Una chaqueta cae sobre mis hombros impregnando mi cuerpo de calidez y un pequeño calor que desconocía necesitar hasta que sentí la prenda calentita cubrirme. Me aferro a ella más agradecida de lo que me gustaría estar y asiento.

—Gracias...

—No hay de qué... Puede que me vea mafioso y toda la cosa, pero soy un caballero con las damas—Rex se pasa ambas manos por la nuca, despreocupado y sonríe mientras avanzamos.

—Tal vez lo seas...

No puedo evitar observar su rostro al oírlo reprochar. No lo conozco en nada y puedo percibir muchas cosas tras aquella fachada de bobalicón que suele poner mientras hablamos. Es difuso y algo oscuro, pero está ahí.

***

Nos movemos por algunos callejones y escondrijos poco concurridos hasta salir por una calle bastante tenebrosa y no muy frecuentada por las fuerzas policiales. Siempre he odiado estas calles, las personas amontonadas al rededor de barriles encendidos para calentarse mientras charlan y se drogan sin control, son lo peor.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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