-Capítulo 9- Héroes.

-Cecilia Parker- En alguna parte del presente (?)

Vivo esclavizada por el miedo. Tengo miedo de no poder pensar con claridad y un día terminar haciendo algo de lo que me arrepienta por el resto de mi vida.

Al ser quien soy, vivo luchando conmigo misma para evitar cometer errores y propiciar injusticias. Hay algo que, aunque lo tengo claro, jamás desaparece de mi mente y eso es porque cada día tengo que enfrentarme a la misma duda, solo que en diferentes situaciones.

A pesar de los millones de intentos que hago por encontrar algo que cambie ese simple hecho, siempre llego a la misma conclusión:

La venganza y la justicia no son similares, incluso sus significados son muy distintos.

Muchas veces fui tentada a olvidar esa gran diferencia, deseando perseguir a mi peor enemigo. Solo quería destruirlo y dejar salir toda esa ira y dolor, creía que en verdad podría reparar esa parte rota de mi corazón acabando con el suyo. Sin darme cuenta, había caído en una profunda depresión y vivía esperando el día en que pudiera recuperar aquello que perdí, creyendo que en algún momento mi enemigo vendría y arreglaría lo que rompió en mí.

Hoy me doy cuenta que nadie puede arreglar aquello que rompió dentro de mí. No importa cuánto espere una compensación de su parte, nunca llegará y es que ni siquiera su muerte podrá reparar mi corazón. Yo soy la única que tiene la capacidad para encontrar los pedazos y volverlos a encajar intentando que, de un modo u otro, regrese a ser una sola pieza. Muchas veces fallaré en el proceso y no hay garantías de que mi corazón vuelva a ser lo que una vez fue, pero si logro superar esto sola y aprendo a controlar mis impulsos destructivos podré ser mucho más fuerte de lo que fui alguna vez.

La venganza busca destruir aquellos que primero te destruyeron. Crees que es tu derecho, lo justificas con el sufrimiento y dolor que sentiste, pero te cierras ante el hecho de que una vez tomes esa decisión, ya no habrá marcha atrás y serás consumido por todo aquello que afirmaste odiar. Cuando decides pagarles con la misma moneda a tus enemigos, también estás eligiendo ser igual que ellos.

No importa cuántas razones tengas o sientas que justifican tus actos y te hacen diferentes de esos que te destruyeron, porque al decidir que tienes derecho a terminar con ellos o si quiera a hacerles el más mínimo daño, no solo dejaste claro que eres igual, sino que admites ser peor.

Algunas veces nos dejamos confundir y creamos un villano imaginario, hacemos al mundo nuestro peor enemigo y buscamos deshacernos de él. El verdadero malo es aquel que se cree alguien bueno haciendo el mal, ese tipo de persona justifica sus medios por un fin que cree más justo que cualquier otro. Eso es algo muy egoísta, ¿no lo creen?, poner primero sus deseos sobre los de cualquier otro dando a entender que su causa es más justa e importante que cualquier otra.

¿Acaso eso no es lo que hacemos cada día al despertar? Levantarnos y, en vez de ir a compartir con nuestros seres querido, decidimos aislarnos en nuestra burbuja. O tal vez en esos momentos importantes en los que alguien cercano a ti en verdad te necesita, decides ignorarlo creyendo que su sufrimiento no tiene comparación al tuyo.

¿Qué acaso cuando sientes dolor no te alarmas? ¿No son importantes tus sentimientos?

Si lo son, imagina a esa persona que estás menospreciando en este instante por compararle contigo. Que egoísta eres. Prefieres ser el centro del universo y justificar todas tus acciones, ¿no es así?

¿Te crees el héroe? Pues, créeme que estás lejos de serlo.

¿Eres realmente el bueno? Si lo eres... Entonces, ¿por qué eliges ser igual que aquel malo a quien dices odiar?

El héroe sufre, es lastimado y tiene que levantarse una y otra vez sin importar cuantos golpes reciba. Al final siempre atrapa al malo, pero no puede ser igual que él, tiene que ser mucho más fuerte y tragarse sus sentimientos para demostrarle al mundo y a él mismo que el bien no paga con mal. Porque un verdadero héroe nunca tiene tiempo para ser egoísta, más que consigo mismo.

Soy la oficial Parker y cada día lucho por aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos. Decidí ser la heroína de esta historia y demostrarle al mundo que sí existe la justicia y no tiene ninguna relación con la venganza.

La justicia es castigar a aquellos que lo merecen. Es demostrarles que sus actos tienen consecuencias y ningún sentimiento los justifica. Si cometes un crimen, lo pagas.

¿Estabas enfadado y tuviste un arrebato de ira que te llevó a acabar con la vida de alguien más?

Lo entiendo, eres humano y puedes estar enfadado. ¿Cómo se te declara?

Culpable. Sí, eres culpable por acabar con la vida de una persona.

¿Qué sucede con la parte que dice... los humanos cometemos errores?

Así es, puedes cometer errores, pero ningún error justifica el hecho de seas un peligro para la humanidad. Si te dejas llevar por todos tus arrebatos, ¿te imaginas a cuantas personas privarías de su derecho a la vida?

Precisamente porque somos humanos es por lo que debemos comportarnos como tal. Tenemos la capacidad de elegir, podemos elegir ser más fuertes que los impulsos y las emociones negativas que constantemente nos invaden.

Es fácil decirlo, ¿no es así?

Lo difícil es vivirlo.

...

Mi padre era policía, trabajaba como investigador para el fiscal principal en ese entonces...

Recuerdo claramente como era mi vida en esa época. No valoraba cuan perfectos eran mis días, tenía al padre más protector e inflexible de todo el universo. Amenazaba a todas mis citas con la escopeta y si un chico lograba obtener su consentimiento para poder salir conmigo, debía regresarme a la hora exacta; ni un minuto más, ya que corría el riesgo de tener problemas con la ley.