Ángel [vancouver #1]

Capítulo 1. Conociendo al Idiota

 

Gwren

Elena Vancouver marcó de inmediato, cuando se enteró de que iba a estar sola en su casa por toda una noche y mitad del siguiente día, a mi casa. No dudé siquiera. Había mencionado en nuestra entretenida llamada que su hermana menor, Sara Vancouver, iba a tener una presentación como chelista en el museo de guerra tocando una sinfonía peculiar, la cual iba a ser mañana; sin embargo, tuvo que emprender el viaje a casa de su mejor amiga Savannah Johnson para poder asistir al susodicho.

En cuanto a su hermano — el cual no tengo la dicha de conocer ya que siempre que acudo a su casa está o en la empresa o encerrado en los negocios. Estoy segura de que no sabe lo que es "socializar" —, iba a ir un congreso de no sé qué a no sé dónde; por lo cual, tuvo que partir en la madrugada sin decir adiós.

No es para nada extraño para mí ir a casa de Elena. Mi mejor amiga.

Ambas somos de una bonita ciudad ubicada en Grecia: Atenas, por lo cual es demasiado selectiva en cuanto a domicilios.

Vivo con mi padre en una modesta y humilde morada ubicada en Plaka, uno de los asentamientos más hermosos de Atenas que se ha conmemorado como una riqueza para el turismo.

A pesar de vivir en uno de los barrios más divinos, mi padre y yo somos unos ermitaños que habitan un hogar que está casi al final del distrito.

Como antes mencionaba, no es para nada raro asistir a la casa de Elena, ya que prácticamente habito ahí. Mi padre es un ejecutivo de calidad baja que trabaja en una empresa que se encuentra en un estado vecino de Atenas llamado Patras, por lo cual la mayoría de veces estoy o sola en casa ó acudo a la morada de mi amiga.

Elena y yo nos conocemos desde hace varios años, cuando ella llegó de "excursión" a Atenas con sus difuntos padres. Después del trágico accidente, Elena se quedó a vivir aquí en Grecia junto a su hermano mayor y la pequeña Sara.

Cuando llego a la casa de Elena que se encuentra casi al final de la calle Syntagma, una calle que para mi gusto, es una de las más bellas. Miro la parte de afuera que cubre por una valla alta color beige junto a las paredes de concreto pintadas en un denso color hueso que arriba toda la morada. En la parte alta de la valla hay una pequeña cámara de video que se mueve conforme el movimiento que hagas (se dice que es precaución).

Afuera de las vigilas, se encuentra una pequeña banqueta que contiene una arboleada diminuta. Sólo son dos árboles que adornan el inicio de la entrada a la fortaleza Vancouver. Al terminar mi corta inspección, bajo de mi agraciado Spider que me regaló mi padre tras salir de la secundaria. Toco el timbre y como por arte de magia, al poco tiempo la reja se abre de manera automática. Debió verme por la cámara.

Me subo a mi Spider y conduzco hacia el interior dejando atrás de mí la verja que se cierra de manera automática. La parte del interior es un detallado jardín que bordea la casa, lo cual me recuerda a una isla en medio del peligroso océano.

El suelo con césped cortado y un camino de asfalto en el que estoy conduciendo que lleva vista al improvisado estacionamiento que se encuentra en el frente de la casa, son solo algunas maravillas de lo que realmente estoy viendo. La jardinera principal — el que se encuentra en la entrada — cuenta con los suficientes metros como para exponer una buena cantidad de sembradíos de flores y arbustos exóticos que dejan proveer una tranquila vista junto al aclimatado que se ha apegado a mis expectativas. El sol brilla y el viento vate con la fuerza suficiente para ondear un poco mi cabello.

La mansión Vancouver es una construcción de color blanco apelado que va desde el garaje hasta el segundo piso. Según mis recuerdos la mansión reclama una buena zona de terreno que abarca al menos 45 hectáreas. Muchísimo más grande que mi casa por muchas medidas y ángulos. En el ala izquierda de la casa hay un garaje que antes el padre de Elena utilizaba para guardar su ambicionada colección de automóviles viejos que fueron toda una sensación en la década de los 90's a 60's.

Del otro lado está la casa. Justo al frente está el porche hecho de madera oscura — quizá y caoba  — que amolda a la perfección los peldaños que la confeccionan, se encuentra una base que deja una agradable vista, ya que contiene una pequeña mesilla y dos sillas, son para campo. Todo encima del porche.

En la entrada a la casa, está una puerta adornada aún con un letrero que dice « Fam. Vancouver Broken« y justo en la parte de abajo se encuentra el felpudo que no puede faltar en ninguna morada — al menos en las que he visitado o visto — con la insignia de "bienvenido".

Camino hacia la casa con un paso normal y sacando las llaves que Elena me ha dado, no yo, abro la puerta sin esperar a que pidan perdón o permiso. Una ventaja de ser parte de la "familia" Vancouver. Realmente todo el mundo se preguntará: cómo es posible que una adolescente tenga una casona junto a varias propiedades, ropa, comida, educación y un montón de dinero para despilfarrar cuándo deseé y dónde deseé. De seguro mucho dirán: « ¡Hey! Sus padres vendían drogas « pero la realidad es otra muy remotamente diferente a la anterior, porque la realidad es que sus padres les dejaron heredada una cadena de restaurantes y hoteles que distribuye alrededor de Grecia.

El interior de la casa es bellísimo, con sus pisos de madera, los ventanales con cortinas rojas que justo ahora están abiertas y dejan pasar la luz de la mañana; puertas de madera tenebrosa y paredes delicadas con acicalados en la parte inferior de ésta. Camino por el pasillo principal y al llegar a la sala de entretenimiento —sí, hay eso y más. No conozco a su totalidad la casa y dudo que lo pueda hacer — que tiene al inicio de la casa después de pasar el corredor que te conduce a la cocina y comedor, a los dormitorios o a la sala; y me encuentro a Elena sentada en el suelo viendo de manera perezosa la T.V.



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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