Ángel [vancouver #1]

Capítulo 36. Cambio de escena

Gwren.

Un suave revoloteo remueve mi cabello y una tierna caricia recorre parte de mi estómago desnudo. Me remuevo un poco entre la maraña que me apresa hasta el punto que termino en posición fetal. Abrazo mis propias rodillas y suelto un pequeño suspiro.

Estiro el cuello y siento ese pequeño estremecimiento y el diminuto chasquido que da.

Escucho mi respiración: lenta, suave, tranquila.

Aprieto los ojos para después abrirlos y pestañear. Mis ojos se entrecierran tratando de acostumbrarse a la minúscula luz que se filtra desde la ventana. Recorro con la mirada la habitación; por un momento me siento algo mareada y confundida, ¿dónde estoy?

Levanto los brazos sobre mi cabeza y extiendo mis cabellos en la almohada. Respiro profundamente y cierro los ojos tratando de recordar. Las memorias del día anterior me llegan como puñetazo a la cabeza: el café, Danna, los casinos, Olivia, aquel hombre, el hotel, Ángel persiguiéndome, Ángel gritándome, Ángel enojado... Ángel diciéndome que me ama.

Abro los ojos como platos y suelto una respiración que no sabía que estaba conteniendo. Aprieto las sabanas a mi pecho y giro mi cuerpo hacía el lado contrario de la cama. Sofoco un gritito.

Cabellos castaños, desordenado y levemente largos; piel caucásica, ligeramente bronceada con unos pómulos prominentes y un pequeño lunar justo debajo de la barbilla al igual que una, casi imperceptible, cicatriz arriba de la ceja; pestañas infinitas eternamente rizadas que impactan contra sus mejillas sonrosadas.

Me siento tan necesitada de aire al encontrarme cara a cara con Ángel Vancouver justo aquí, a mi lado, en mi cama, durmiendo tan tranquila y pacíficamente.

Me muerdo el labio inferior. Ayer, pasé mis dedos por su rostro, tocando aquellas mejillas y sintiendo sus labios con ellas. Ayer cruce habla con mis labios y su piel. Siento un pequeño escalofrío de tan sólo recordarlo. Anoche no llegamos a tener justamente lo que se le considera el tener relaciones sexuales, sin embargo fue lo más cercano que estuve a tenerlas.

Veo a Ángel desde mi posición, sus ojos están cerrados sin presión alguna, sus labios forman una definida línea recta. Las sabanas cubren gran parte de su pecho, sin embargo soy capaz de mirar quizá y sólo un poco.

Siento su agarre justo en mi cintura y eso sólo me hace sentir peor. Anoche me dijo que estaba enamorado de mí y sin embargo, no estoy segura del cómo sentirme al respecto.

¿Cómo debo comportarme hoy? ¿Debo esperar a que se despierte y recibirlo como toda buena novia? ¿A caso, siquiera, somos novios? ¿Lo de anoche que significó exactamente?

¡¿Qué debo hacer ahora?!

Suelto una respiración agitada y tomo mi decisión.

Llevo mis manos por debajo de las sabanas y arrastro su brazo de mi cadera hacía la cama. Con agilidad y procurando hacer el menor ruido posible, salgo de la cama y me pongo de pie.

Tomo mi ropa del día anterior que está esparcida por el suelo y la coloco en su respectivo lugar en mi cuerpo. Camino hacia el baño, saco mi neceser, una muda de ropa interior y mi toalla.

Salgo del baño, aún descalza, y me detengo frente a la cama. Ángel sigue dormido en mi cama, luce tan encantador que siento pequeñas mariposas revoloteando en mi estómago.

Aprieto los labios y aprieto mis cosas a mi pecho. Alejo la vista de Ángel y salgo de la habitación cerrando con delicadeza la puerta.

Cierro la puerta dejándolo sólo a él.

£££

Ángel.

Siento su risa, su toque, sus lágrimas, sus besos, sus caricias... siento todo de ella. La miro, sonríe desde su lugar mientras remueve las arrugas imaginarias de su vestido.

Luce hermosa, dadivosa.

Siento un nudo en la garganta al ver que se acerca y a la vez, siento el cómo mi corazón da pequeños latidos que a cada paso que ella da, se vuelven más rápidos y agitados.

¡Oh, mi Dios! ¿Cómo puede ella hacer eso? No exactamente el agitar mi corazón sino el volverme un jodido marica romántico empedernido. ¿Cómo?

Sauco la cabeza, ella está frente a mí, con su sonrisa de niña y sus cabellos largos cubriendo su espalda.

Gwren.

Ella está ahí, conmigo.

La miro y siento cómo sus ojos me persiguen y tocan mi alma porque ella es capaz de hacerlo, ella es la única que puede hacerlo. Al haberle dicho que le quiero, he abierto mis puertas de mis recuerdos, mi alma, mi ser... de todo.

Lo único que tiene que hacer ella es aceptarlo...

Suelto un pequeño gemido de queja al oír el teléfono chillar desde algún lado de la habitación. Abro los ojos lentamente y me sorprendo de ver las fundas de las almohadas. Giro lentamente hasta quedar boca arriba, respiro y vuelvo a oír a aquél puñetero.

Parpadeo varias veces antes de bajar la vista al suelo y sacar mi celular de mis pantalones. Sonrío inconscientemente y casi olvidándome por completo de la llamada, me tumbo en la cama.

Ayer le dije Gwren que estoy enamorado de ella, ayer la besé, ayer toqué su cabello, ayer... giro la cabeza y encuentro el lugar que tomó anoche en la cama, vacío.

Frunzo el ceño y me siento en la cómoda. Miro la pantalla del teléfono, que ha dejado de sonar, y noto el nombre de Olivia en la pantalla. Vuelvo a gruñir, ¿Cómo se atreve a despertarme si a penas son las...? ¡Mierda! ¡La junta!

Como bólido salgo de las sábanas y tomo la ropa del suelo. En tiempo record termino de ponerme los pantalones y abotonarme la camiseta. Aún con los pies descalzos, camino por el suelo y tomo los zapatos y mi saco. Corro hacia la puerta y con una mirada de cansancio en el rostro, corro hacía mi habitación.

***

Llego a la junta exactamente con 20 minutos de retraso. Al haber cruzado la puerta, lo primero que me encontré fue la mirada desaprobatoria del señor Straling junto con la sonrisilla traviesa y divertida de Danna Moretz.



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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