Percephone se preparó, mientras todos estaban alerta por si algo pasaba.
Sally y Marcus estaban en el sótano de la Mansión de Jones mirando a través de un espejo que reflejaba todo lo que ella estaba haciendo.
—Si él hace algo, nosotros actuaremos.—dijo Marcus.
—Pero si no lo hace sería una gran sorpresa que después de tantos años, él haya cambiando , ¿no?
—Posiblemente...pero es un hombre sediento de ira, no hace falta ser un especialista de para decir que este hombre en lo único que que piensa, es matar.
—Roguemos que Percephone salva viva de esto —susurra—Aunque no me agrade.
—Lo sabemos Everlin—le interrumpió Celestya Jones.
Ella quedo sorprendida.
—Madre Jones segunda, ¿Desde cuando llegó?
—Hace unos días, junto a mi hermana. Pero Celesty ha estado enferma últimamente —dijo Celestya mientras se acercaba al espejo, ella tenía una larga cabellera muy parecida a Percephone, solo que era rubia ceniza. Casi parecía blanco, todos la Legión sabe que son unas de las tantas Madres superiores más respetadas de las Legión y que solo su presencia causaba algo de pavor, ya que ellas tenían una gran fuerza que muchos temían—Mi pobre sobrina. Espero que no haya tomado una mala decisión.
—Ella siempre fue lista, Madre Jones. Nunca cometió un error en estos años—agrego Derek.
—Pero lo que según veo tú esposa sí. —dijo Celestya al mirarlo.
Derek agacho la cabeza en signo de vergüenza.
—Esa mujer, solo la mueve la lujuria , el poder. La muerte y la locura. No me sorprende que me traicione de este modo, ya lo ha hecho antes, hasta incluso quiso hacerlo con mi hermano. Pero Marcus jamás me traicionó, él si es mi familia.—sonrió al apoyar su brazo en el hombro de Marcus.
—Jamás lo haría hermano—también lo abrazo.
Celestya les sonrió.
—Me alegró mucho por los dos. —dijo mientras todos miraban en el espejo.
Sin embargo, desde las otras habitaciones, las amigas de Lucia también esperaban con ansiedad sobre alguna noticia , pues ella también se sentían parte de lo sucedido. Algunos de los amigos de Jake también estaban presentes.
Pero en algo todos temían. Que Percephone resulte herida en todo esto.
Jacob no podía parar de ponerse nervioso. Estaba aislado de todo el mundo. Hasta de sus amigos. No podía parar de caminar de un lado al otro.
Lucia estaba esperando al igual que Jake, sentados. Pero algo le resultó incómodo.
—¿Tu crees que Jacob estará bien?. Se que es muy difícil...
—Lo mejor es que hay que darle tiempo. Que éste solo.
Tranquila, por que no podrá cometer ninguna locura estando rodeado de mucha gente.
Aunque en la habitación de Jacob las cosas no de podían ponerse peor.
«Percephone...si tu te vas de este mundo, será como morir por segunda vez. Primero mi madre, y si sigues ... En mí solo quedara un vacío que nadie más podrá curar como tú ...eres como mi segunda madre...por favor. No quiero que mueras...»
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Todos estaban impacientes. Pero sobre toda las cosas Percephone no lo estaba.
Se sentía muy segura de ella misma.
Y cuando al fin llegó al lugar indicado. Se detuvo.
—¡David!
Nada, el viento volaba su larga y lisa cabellera.
—¡David!—lo volvió a llamar.
Entre los arbustos él la miraba. Era como si sintiera que Percephone fuera como su esposa. Algo en su imagen o personalidad hacia que tuviera ese sentimiento. Cerró los ojos para imaginarse, que lo que sus ojos veían era su amada.
Él estaba loco, pero sobre todo extrañaba los días en la que era feliz. Lo destrozó la idea que fueran las brujas su mayor debilidad. Las cazaba, las asesinaba y si alguna resultaba tener el parecido a ella, las usaba. Pero ocultaba su dolor en una sonrisa desquiciada.
Estaba roto, buscaba el consuelo de una mujer.
Buscaba el consuelo de su esposa.
Le hacía falta, como hombre siempre retuvo sus lágrimas.
Tres personas, más importantes en su vida les fueron arrancadas de su corazón: Su padre, hijo y esposa.
Los amaba todavía, y tenía la ilusión de que ellos aún lo esperaban. En algún lado, pero seguro de que si él moría al menos los vería. Pero era sólo un sueño que jamás alcanzaría .
Ya estaba a tan solo un metro de Percephone, una mano se acerco para tocar su cabello tan blanco como la nieve.
Pero su instinto asesino no se lo permitió.
Saco su pistola y le apuntó a la cabeza.
—Lentamente date la vuelta.
Le hizo caso.
«Su belleza... Es algo de lo que en serio me mata » pensó David.
Quiso desviar su mirada, pero los ojos de Percephone eran muy penetrantes: una mirada temple, ojos celestes como el cielo. Un rostro fino y piel de porcelana. Largas pestañas.
Tan parecida como muchos de otros cazadores la describían.
—¿Por que me llamaste, que es lo que tenías que decirme?
David tragó saliva, guardó el arma.
—Mi esposa...¿Dónde esta?
—Eso es algo que tampoco sabemos.
Él tomó un largo suspiro impaciente.
—No se lo volveré a repetir.
—Ni yo a usted.
Ambos se miraron con repudio.
—Miserable bruja...la voy a...
Recibió una bofetada en el rostro.
Eso lo detuvo en secó.
—¿Tanta rabia puedes tener, como para seguir tratándome como basura?. Tú no tienes el derecho a tratarme así, sin conocerme. Estas muy esquivado al llamarme "bruja", si la bestia que veo enfrente ha hecho más maldades que el mismísimo Diablo.
Todos lo que veían a través del espejo quedaron sin palabras.
Mientras que ella, lo miró con frialdad.
—David Jon Black...tus días como cazador se van acabar. Al menos que tú decidas por una vez en tu vida. Entregarte, hagamos esto civilizadamente. Si es que aún queda un hombre en ti.
David quedo pensativo. Agarró el frasco que Amanda le dio.