Estábamos en un parque, sentados en una banca alejada de las gente. Comienzo a pensar que no fue buena idea venir aquí.
—Bien, te escucho. —dije viéndolo fijamente a los ojos. Él tomó una gran bocanada de aire y después comenzó a hablar.
—Cassia yo... Prométeme que no vas a salir corriendo.
—Sólo dilo.
—¿Cómo decirlo para que entiendas? Soy algo así como tu "ángel guardián" —dijo haciendo comillas con sus dedos.
Y eso fue suficiente. No había duda, este tipo tenía problemas mentales. Me levanté de la banca y me dispuse a irme del lugar pero el habló a mis espaldas y frené para escucharlo.
—Sé que debes estar pensando que estoy loco, pero por favor déjame demostrarte que no miento.
Lo ignoré y seguí caminando, pero él volvió a hablar.
—Cassia Collins, tienes diecisiete años, naciste el veinticuatro de octubre en Seattle, tus padres son Alice Adams y Robert Collins.
Me quedé paralizada al escuchar todo eso, sobre todo por que todo era correcto. Nadie que no fuera de mi familia sabría el apellido de mis padres. Di la vuelta para así poder verlo otra vez.
—¿Cómo sabes todo eso?
—Ya te lo dije, soy tu ángel...
Yo creo que eres un maldito acosador .
—Si no me crees déjame demostrártelo.
—No. —dije sin pensarlo dos veces.
—Es lo último que te pido, si después de eso quieres que me aleje, está bien, lo respetaré.
Después de pensarlo bien durante unos segundos, acepté, otra vez.
—Tienes cinco minutos. —dije dándole a entender que accedí.
—Gracias, bien emm pregúntale a alguien algo sobre mi apariencia, cómo luzco, de cuántos años me veo o yo que sé.
—¿Y eso para qué?
—Sólo hazlo.
Decidí ir con una señora de aproximadamente cincuenta años que se encontraba sentada sola en una banca.
—Disculpe, ¿como de cuántos años se ve mi amigo? —dije apuntando al loco, que estaba a mi lado.
—¿Cuál amigo? —dijo viendo para todos lados.
—Él. —dije volviendo a apuntarlo.
—¿Es broma? Ahí no hay nadie niña. —la señora se levantó de la banca y me dedicó una mirada extraña. Como ella. Volteé a ver al loco que se estaba riendo a carcajadas.
—Esa señora no cuenta, estaba loca. —dije.
—Bueno, elige a alguien más. —dijo aún riendo.
Esta vez fui con una chica que parecía tener mi edad.
—Disculpa, ¿de cuántos años se ve mi amigo?
La chica de igual manera a la señora comenzó a mirar a todos lados y comenzó a reír.
—Lamento decirte que tú amigo es imaginario. —dijo y se marchó.
El loco seguía riendo, después comenzó a gritar muy fuerte, pero nadie volteaba a verlo. Era como si él no existiera...
Entonces, ¿la loca soy yo?