Quería saber la razón por la que le habían quitado sus alas a Brook. Tal vez había sido culpa mía. Así que volví a acceder a ayudarlo.
—Esta bien, pero... ¿Cómo puedo ayudar?
—Ven a Dines conmigo.
—¿Qué es Dines? —pregunté con curiosidad y me sentí totalmente ingenua. Brook sólo rió.
—Es una ciudad, nuestra ciudad, donde vivimos los ángeles.
—-Esta bien, ¿cuando nos vamos?
—Mañana por la mañana, lleva cambios de ropa, agua, lo que necesites. Nos vemos mañana. —dijo y se marchó.
Al día siguiente, yo ya estaba lista. Mi maleta ya estaba cargada con todo lo necesario.
—¿Entonces estarás con Candace unos días en su nueva casa? —dijo mi madre.
Tuve que mentirle diciendo que mi amiga Candace me llamó para invitarme unos días a su nueva casa. A decir verdad, perdí comunicación con Candace, pero ella seguía siendo de ayuda.
—¿Ella pasará a recogerte?
—Algo así, más bien su chófer.
Se escuchó el claxon de un auto fuera de mi casa, era Brook.
—Bueno mamá, nos vemos.
—Prometeme que llamarás si necesitas algo.
—Lo haré. —Dije marchándome.
Brook estaba recargado en su auto, se veía realmente bien así.
—¿Lista para ir a Dines?—Dijo él. Yo sólo asentí nerviosa.
Subió mis maletas al coche, y empezó el camino a Dines.
Fueron 2 horas de carretera hasta que llegamos a unas grandes montañas. Nos introdujimos en ellas de alguna manera. El resto del camino fueron montañas y más montañas. Dines estaba realmente alejado de las demás ciudades.
Finalmente llegamos a una gran puerta blanca que automáticamente se abrió sola. Entramos, al parecer ya estábamos dentro de Dines. Era un pueblo con mucha naturaleza, muchas áreas verdes, parecía estar lleno de tranquilidad. Parecía el paraíso.
—Bienvenida a Dines. —dijo Brook con una sonrisa.