Ángeles Guardianes

15 AÑOS...

Flotando en un rincón de la habitación, Guayaba miraba como Ana hacia su tarea, había sido un día muy tranquilo para ambos y simplemente estaban esperando que su padre y Jonathan volvieran a la casa para poder tomar la cena, horas antes Ana había recibido una llamada de su papa diciéndole que llegaría un poco tarde porque había salido de la ciudad, con esto en mente se estaba tomando su tiempo para poder terminar todos los pendientes que tenía en la escuela.
- Johny ya se tardó – susurro Ana mientras miraba su teléfono celular.
Justo en ese momento el teléfono de la casa comenzó a sonar y ella dejo sus cosas para correr por las escaleras y llegar a la bocina, el primero sonido al otro lado fue un sollozo y después claramente se escuchó como el aparato era cambiado de mano.
- ¿hola? – Ana estaba a poco de colgar cuando oyó la voz de una desconocida.
- ¿tú eres Ana? ¿es la casa de Jonathan Balera?
- sí, ¿Quién habla? – Ana no podía reconocer la voz.
- soy Claudia, una de sus compañeras, a tu hermano lo acaban de atropellar
Aun con lo directo de la declaración y todo lo que implicaban aquellas palabras, Ana no lo podía creer, su hermano solía llamar para jugarle alguna broma de que se había lastimado o estaba incluso en el hospital, algo que pasaba constantemente, entonces escucharlo de la voz de alguien mas no sería nada nuevo.
- no te creo nada, ya puedes ponerlo al teléfono – Ana soltó una baja carcajada, esperando a que la voz de su hermano se escuchara.
- por favor, te estoy diciendo la verdad, lo atropellaron – Claudia insistió un poco molesta por la despreocupada respuesta que había obtenido.
- el hace esto todo el tiempo, así que no te creo – Ana insistió, también molesta.
- por favor niña, te digo que lo atropellaron – Claudia estuvo a poco de gritar, pero antes de que Ana respondiera alguna cosa el teléfono fue cambiado de mano de nuevo
- Ana soy Sofia, por favor escúchanos, a tu hermano lo atropellaron, ya está llegando la ambulancia – estas palabras de la dolorosamente rota voz de la novia de su hermano, hicieron real lo que estaba pasando.
- pero… - Ana del todo no sabía que responder a esto.
En la bocina volvió a escucharse como el teléfono cambiaba de manos.
- Ana – la voz de su niñera, sonaba preocupada y solo eso hizo que Ana volviera a la realidad – esto está pasando, tu hermano fue atropellado, ya está en la ambulancia y yo voy a ir con él.
- señora María… - Ana se sintió congelada por primera vez en su corta vida y Guayaba no estaba mucho mejor.
- llama a tu padre y dile lo que paso, iremos al hospital y tratare de estar cerca de él, no te asustes – la llamada termino y aun un poco en shock, Ana corrió a buscar su celular para llamar a su padre.
Seis llamadas sin respuesta después y muchas caminatas en circulo, Ana estaba al punto de la desesperación, ya había pasado una hora desde el accidente y ella no tenía información de su niñera ni de su hermano, no podía dejar la casa, aún era muy joven para eso y aun menos tan tarde en la noche, miro alrededor buscando una respuesta a su propio miedo, por primera vez en un largo tiempo, el silencio y la soledad fueron abrumadores, a nada de llorar, el celular en su mano por fin sonó.
- ¿Ana? – la voz de su padre estaba cargada de miedo.
- papá mi hermano…
- no te preocupes ya lo sé, estoy yendo al hospital – contesto Vladimir simplemente.
- pero no contestabas mis llamadas – Ana estaba confundida.
- venia manejando en la carretera, no era buena la señal, lo siento – el mayor se disculpó, entendiendo el miedo que había sentido su hija pequeña – necesito que te quedes tranquila, esto llevara tiempo, el tipo que lo atropello fue detenido por un taxista y tengo que verlo para poder decidir si levantamos cargos o no.
- está bien – Ana solo asintió.

- llegare con tu hermano más tarde, trata de descansar – Vladimir intento sonar tranquilo mientras se despedía – no te asustes, el estará bien.
- de acuerdo, los vere por la mañana – Ana termino la llamada y se quedó sentada mirando la habitación vacía.
Saber que su padre ya se encontraba en camino al hospital mitigaba un poco su miedo, pero al mismo tiempo deseaba poder ir ahí y ver con sus propios ojos que su hermano mayor se encontraba bien; sentado en la mesa cerca de ella, Guayaba no estaba seguro de que debía hacer en una situación como aquella, sus órdenes estaban en el pergamino y terminaban con la tranquila noche de sueño que Ana iba a tener, pero en su inconsciente sabía que Mango debía estar herido e iba a necesitar de sus poderes sanadores.

Del todo sabía que su acción había sido la correcta, lanzarse en el aire para evitar el mayor daño posible a Jonathan, era lo que el pergamino decía, que él tenía que hacer, pero para sí mismo podía admitir que talvez se había excedido un poco, de pie a un lado de la camilla donde Jonathan descansaba Mango podía ver que no tenía más que suciedad en su ropa y un rasguño detrás de la cabeza, sus alas se habían desplegado a su alrededor y él se había llevado lo peor de la caída, el dolor a su alrededor lo confirmaba.
- sus signos están estables, no parece tener fracturas, pero le haremos un examen más amplio en cuanto hayamos llegado al hospital – el paramédico que lo había revisado hablo con María, la niñera de Jonathan.
- cuando se levantó en la calle parecía muy alterado – María miraba al joven en la camilla.
- el golpe que recibió y el miedo a que pasara de nuevo, detonaron sus niveles de adrenalina, ya le administré algo para que su cuerpo la absorba – el hombre hablo de nuevo con tranquilidad.
Mango escuchaba la conversación y veía el tranquilo rostro de su protegido, solo eso hacía que el dolor en su propio cuerpo valiera la pena, después de todo ese era su trabajo, aunque ya podía ver venir el regaño de alguno de los de arriba, sonrió, las ordenes en los pergaminos a veces eran difíciles de interpretar, nadie podría decir que no estaba cumpliendo con su trabajo; el vehículo por fin se detuvo y el salió antes de que nadie se moviera.



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En el texto hay: fantasia, reflexion, historias familiares

Editado: 03.11.2024

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