—¿Nerviosa?
—No lo creas, adoro conversar con asesinos
Me quedé sentada en la cama, mirando por la ventana. No había podido dormir bien durante la noche, el recuerdo de Keim matando al chico me hacia tener pesadillas.
¿Qué se supone que haría si me lo encontraba en la escuela el lunes? Entraría en pánico, seguramente, se me iría la respiración y me desmayaría, yo nunca me había desmayado, pero seguro me vería ridícula al hacerlo.
Ahora Keim era un trauma para mi. Si descubría que yo lo estaba mirando me haría algo a mi también. Yo no era nadie, realmente. Nada impediría que él me hiciera daño.
Tenía que hablar con Ether y contarle todo, no podía permitir que se acercara a él. Pero no me había creído antes, ¿por qué me creería ahora?
Ether siempre había confiado en mi, ella era la única persona que no me trataba como una lunática. Yo entendía, por más que lo odiara, que ella quería cuidarme. Pero en esta ocasión era diferente. Si le contaba, y resultaba ser falso, si resultaba como las otras veces, ella ya no confiaría en mi como antes.
Tomé el celular y miré la hora, ya era de mañana. Ether estaría despierta, los domingos despertaba temprano para ir a la peluquería de su madre y ayudarla con el trabajo antes de irse de fiesta a la feria. Marqué el numero y ella contestó al segundo tono.
—¿Qué quieres? —dijo de mal humor.
Así era siempre. Ella terminaba enfadandose conmigo fácilmente cuando yo la ignoraba. Y yo había estado ignorando sus llamadas y mensajes después de volver de terapia.
—¿Podemos vernos para hablar?
—Que sea antes de las siete, quiero ir a la feria.
—¿Nos vemos a las seis en el Palace Breim?
—Está bien —dijo, y colgó.
Debía seguir molesta por lo de antes. Pero yo no tenía la culpa. Ella nunca se disculpaba, nunca aceptaba que estaba mal, al parecer, ese era mi trabajo.
Mi madre debía seguir dormida, los domingos no trabajaba sino hasta la noche, cuando se encerraba a adelantar trabajo del lunes. Preparé su desayuno y lo dejé junto a su cama para cuando despertara.
Ether iría a las siete a la feria, y, con un poco de suerte, ya estaría contenta otra vez a las seis, así que me insistiría e iríamos juntas. Ella era increíblemente predecible.
Cuando eran las cinco le avisé a mamá que saldría, tomé el coche y fui al pueblo a encontrarme con Ether.
El Palace Breim no quedaba muy lejos, era un café no tan café que servía como lugar de encuentro. Servían comida italiana deliciosa y lucia más o menos decente. Era bastante entretenido pasar allí la tarde jugando a los bolos y en los videojuegos retro de las máquinas. Era un local grande de tres pisos y en la puerta había un gorila que te quitaba la billetera si eras hombre, o si le caías muy mal, si eras chica te dejaba pasar sin cobrar.
Ether trabajó allí y la despidieron a los tres meses porque era irresponsable, aunque seguían teniéndole algo de cariño.
La encontré en la barra, pintando sus uñas y tarareando la canción de fondo. Me acerqué y me senté a su lado.
—¿Qué quieres, Elleonnor? Estoy ocupada.
Eso no era cierto, Ether nunca estaba ocupada.
—Quería disculparme —dije, sin lamentarlo realmente, ella lo sabia, y por eso levantó sus cejas con inconformismo—, fue mi culpa por no creerte, creo que realmente me estoy volviendo loca.
—Está bien —me miró suavizando su expresión—, no importa. No es tu culpa que te estés volviendo loca. Estás demasiado tiempo sola, no puedo volver a dejarte o enloqueceras completamente.
Sonreí, esa era su forma de decir que se preocupaba por mi. Y también era su forma de decir que no quería estar sola.
—¡Oh, oh! —dejo el pintauñas a un lado y me sonrió ampliamente, sacudiendo sus uñas para secarlas—, adivina a quien estoy viendo ahora.
Con un mal presentimiento me volví hacia la puerta, ya que ella miraba en esa dirección.
Me sorprendí al ver a Keim entrar y mirar a su alrededor.
Cuando él nos vio, sonrió de una forma extraña, como si hubiera cumplido su objetivo, Ether levantó su mano y lo saludo, invitándolo a acercarse, y yo quise meter su cabeza a un retrete por ser tan amistosa.
Él se acercó y se sentó detrás de mi, por lo cual tuve que darme la vuelta para poder mirarlo.
—¿Qué tal? —le sonrió a Ether, pero centró su atención en mi—, ¿irán a la feria esta noche?
—Sí —dijo Ether.
—Si quieren puedo llevarlas.
—No —dije inmediatamente, mirándolo a la cara—, no puedes llevarnos.
—¿Por qué no? —discutió Ether, quise gritarle que se callara.
—Porque iremos solas, siempre vamos solas.
Keim me miró fijamente, levantando una ceja.
Intenté no verme nerviosa, pensando que él podría darse cuenta de lo que vi. Aparté la mirada cuando su mirada se volvió insistente.
Editado: 10.10.2020